Introducción
Se acercaba la fecha
señalada y las ganas con respecto al primer InterRail, no habían hecho
mas que crecer, todos teníamos ganas de meternos en esa aventura de un
mes, tus amigos, incertidumbre, penurias, trenes, toxicidad y demás
sorpresas... Como digo, no íbamos de novatos, pero eso no hizo que no
nos dejase de sorprender y mucho menos de marcar para siempre!!!!
Si queréis ver comentarios de alguno de nuestros interraileros, podéis
hacerlo Aquí!
Alineación
30
JUNIO: Madrid (Chamartín) - Portbou
Ya desde unas semanas antes de partir, los
11 de Aluche tenían la sana intención de darse un homenaje en este
viaje.... Y cómo que si lo consiguieron!!!
Por fin llegó el gran día! Comenzaba el
tercer InterRail para la gente del Diamante. La tranquila noche del
lunes 30 de Junio de 2003, un selecto grupo de sacos del madrileño
barrio de Aluche se embarcaban en un viaje que les llevaría a los
mejores lugares del sur y este de Europa.
El primer tren
(Madrid, Chamartín –
Portbou) se convirtió
en el escenario obligado para brindar por el viaje que comenzaba. El
vino peleón empezó a regar los potos y gargantas de los chavales. Las
conversaciones, cánticos y anécdotas, junto con el descubrimiento de
Alfredo
(polluelo en esta aventura) terminaron de calentar la noche. Las horas
pasaron rápidamente entre risas y recuerdos.
1 JULIO: Portbou – Cerbere – Narbonne – Marsella – Niza - Montecarlo – Menton –
Ventimiglia (Tren a Venecia)
Amanecimos llegando a
Portbou con un
desayuno a base de agua y galletas, ración de gafas de sol y
tranquilidad en el ambiente. Varios fueron los trenes que hubo que coger
hasta llegar a Venecia, primera
parada de nuestro periplo. Antes de llegar a la ciudad de los canales,
se hicieron paradas en Niza,
donde se compró pan para los bocadillos de chorizo en barra, y en
Montecarlo, donde
cogimos un
bus camino de
Ventimiglia. En
esta entrañable ciudad costera, situada en la parte italiana de la
frontera con Francia, cogimos el
tren que nos llevaría hasta
Venecia.
Ya era de noche y esperábamos montados en el
tren a que este arrancara. Durante la espera, apareció por el andén un
simpático vendedor con su carrito de artículos del lugar. Rápidamente,
uno de los productos llamó poderosamente la atención del grupo. Se
trataba de unas garrafas de
Chianti. Nos hicimos
con las que llevaba encima y hubo que ir a la tienda de la estación a
por más. En cuestión de minutos, y ya en camino, ese vino de ínfima
calidad hizo efectos en la expedición. De nuevo, el tren acabó ostiado.
Se cenó lo que se pudo y llegamos a Venecia de buena mañana.
2 JULIO:
Venecia / Siena (Visita de Bernon al Palio)
Se desayunó en la estación de
Santa Lucia de buffet consistente en leche en polvo con galletas. La
leche en polvo debidamente mezclada, claro. Enseguida el grupo se puso
en marcha para encontrar hotel, el lugar elegido fue el
Hotel Marte & Biasin* (Ponte
delle Guglie 338 – 1252), un alojamiento muy próximo a la estación de
trenes. Una vez encontrado, de camino a los canales. Ya estábamos a día
2 de Julio, día del
Palio en
Siena, y alguien
debía ir allí para dar parte del espectáculo de dicha fiesta. Ninguno de
los miembros de la expedición había visitado la ciudad, a excepción del
abajo firmante,
Bernon,
así que cogí mi petate con destino Siena.
Tras la despedida, me encaminé a la estación
para coger un
tren hacia la localidad toscana y llegué allí con el sol
del medio día sobre mi cabeza. Puse rumbo a la
Piazza del Campo donde se celebraba el
Palio y me aposenté esperando
tan magno acontecimiento. La plaza, y la ciudad en general, se
encontraban engalanadas al estilo medieval acorde con la fiesta que iba
a acontecer. Con el transcurso de las horas la plaza se llenaba al mismo
ritmo que crecía la expectación. La fiesta empezó con el desfile y las
exhibiciones de las escuadras, jinetes y caballos que tomaban parte en
la carrera. Por fin llegó el momento de la salida. El nerviosismo era
máximo! La gente entregada! Después de una salida nula comenzó el
espectáculo. Dos vueltas a la plaza de jinetes montados a pelo sobre sus
caballos. Todo el mundo en pie. El griterío de la gente animando a sus
escuadras fue increíble!!! Los pelos como escarpias!!! Cuando llegó el
ganador a la meta, una avalancha de tiffosis de la escuadra vencedora
(Selva) arrasó a la gente congregada en la plaza hasta llegar a
encontrarse con el caballo vencedor. Selva se llevó el Palio. Los
tiffosis como locos... El resto de escuadras haciendo pasillo a los
ganadores y el jinete viviendo el día más grande de su vida...
Increíble. Cuando se calmó la cosa puse rumbo a la estación de trenes
para volver a Venecia y reencontrarme con mis compañeros de expedición.
El resto del grupo hizo la visita de rigor
por Venecia. Un día completo de canales y canalillos venecianos, siempre
con más encanto,
Puente de Rialto,
plaza de San Marcos,
Campanile,
Puente de
los Suspiros, Gran
Canal... Todo aderezado con grandes momentos y mejores fotos. Pero
sin duda, lo mejor vendría por la noche. Después de una buena cena en
nuestro hotelito veneciano, llegaron las copas. La noche, la noche se
partió, pero no de cualquier manera, sino... a taquitos!!! Todo comenzó
con un
bañito en el Gran Canal por parte de
Chema,
había dinero de por medio, claro. Cuentan que el muy pertur, salio con
el cuerpo lleno de oleo, un aceite asqueroso provocado por las
embarcaciones que por los canales navegan. Siguió con la entrada a un garito
veneciano y con los peregrinos mejicanos a los que casi les sale la
noche cara.
3
JULIO: Venecia – Bolonia – Florencia- Pisa
A día siguiente, y ya con la expedición de
nuevo junta, nos dirigimos hacia
Florencia. El
tren,
que hizo escala en
Bolonia, parecía un velatorio, ya que una mañana más costaba ponerse
en marcha tras una noche tan gloriosa. Lo primero que hicimos al llegar
al destino fue meternos en un McDonalds para reponer fuerzas (nunca
falla). Ya comidos y con mejor cara empezamos el tour por Florencia.
Visitamos la
Iglesia
de San Lorenzo (con claustro incluido) la catedral de
Santa María
del Fiore (de lo mejor de la ciudad) la
Piazza della Signoria con una réplica del
David de
Miguel Ángel, el magnífico
Ponte Vecchio
(donde dejamos un candado como recuerdo de nuestro paso y prometimos
volver) el Palacio
Pitti... Como veis también teníamos nuestra ración de cultura, ya
que hasta ahora solo habéis conocido historias de vino y trenes. Lo
cierto es que durante el día se daba todo por ver las ciudades (en el
poco tiempo que teníamos). Entramos al Palacio Pitti (lo que se conoce
como el Pity Tour) para subir a lo más alto de los
Jardines
Boboli y divisar la ciudad y alrededores desde un lugar tan
privilegiado. De vuelta a la estación de trenes, pasamos por el
puente de Santa Trinita, desde el que hay una bonita foto del Ponte
Vecchio. Una vez en la
Estación de Santa María Novella, y ya de noche, preparamos una
cenita a pie de andén. Aquella noche el chef nos tenía preparada una
auténtica fabada Litoral. Qué mejor para recuperar fuerzas.
Esa misma noche arribamos a
Pisa. Nos dirigimos a la
zona donde se encuentra la famosa torre para pasar la noche por allí. De
camino, casualmente, nos encontramos con una fiesta estudiantil en plena
calle... así que hubo que darlo todo. Dejamos nuestras mochilas en el
suelo y ocupamos nuestras manos con cerveza y calimocho. Había que bajar
las fabes... Después de pasar unas horas en compañía de los estudiantes
locales, de que
Chema
y Mutiu
se encadenaran, de que se hicieran apuestas sobre el mejor uso del
centro mismo de la plaza, entre otras cosas, hubo que irse a dormir. A
unos pocos metros de donde nos encontrábamos, descubrimos una placita
muy discreta donde poder echar nuestras esterillas y sacar nuestros
sacos.
En tan plácido lugar pasamos la noche.
4 JULIO:
Pisa – Siena – Grosseto (Tren a Milazzo)
Llegó la mañana del viernes 4 de Julio y al
despertar, nos dimos cuenta de que no parecía tan buen lugar (en medio
de un parquecito de un barrio bien) pero lo cierto es que dormimos como
angelitos. Una vez desayunados y acicalados correctamente, pusimos rumbo
a la Torre de Pisa.
Visitamos el baptisterio, la catedral y vimos desde fuera la torre (no
había presupuesto para entrar). Por supuesto, nos hicimos el típico
reportaje fotográfico sujetando la torre, foto de grupo, individual,
etc. Vamos como cualquier dominguero. Visto lo visto, que no era poco,
nos pusimos de nuevo en marcha hacia la estación para coger otro tren
que nos llevara Siena, próxima parada de nuestro viaje. El Interrail
echando humo!
Llegamos a Siena y como había hambre,
mancillamos otro andén y no preparamos la comida. Dejamos las mochilas a
cargo de
Mutiu y
Chema
que optaron por no visitar la ciudad (baja por cansancio). Qué manera de
perder dinero!!! Así que el resto de la expedición partimos al encuentro
de la tranquila ciudad toscana. Disfrutamos de la Piazza del Campo, la
Catedral
(tan espectacular o más que la de Florencia) y de un paseo por las
estrechas calles de la ciudad, en las que aún se percibían los ecos del
Palio.
De nuevo en el
tren, nos pusimos en camino
hacia Sicilia. Sí,
sí, desde la Toscana
a Sicilia. A las pocas horas de salir hicimos trasbordo en
Grosseto, donde
cenamos y bebimos (claro) a la espera del tren nocturno que nos dejara
en Sicilia.
5
JULIO: Milazzo – Stromboli (Islas Eolias)
Con las primeras horas del día llegamos a la
punta de la bota, donde el tren se introduce en un
barco para cruzar el
estrecho de
Messina (Villa San Giovanni - Messina). Este tipo de maniobras
siempre han gustado en el grupo. Una vez terminada la travesía y una vez
tachado otro de los estrechos europeos, montamos en el tren que nos
dejaría en
Milazzo, ya en Sicilia.
Nos encontrábamos al medio día en esta
pequeña localidad costera para coger el
barco que nos llevara a la isla
de Stromboli,
nuestro siguiente destino. Compramos el billete (
16,10 €, el ticket de
grupo cuesta más barato, en 2003 salía por unos
14 € por persona) con la
compañía Siremar y como disponíamos
de unas horas antes de cogerlo, nos metimos en un club deportivo para
hacer tiempo. Allí nos bañamos e hicimos el gañán. La travesía por las
islas Eolias
duró algo más de una hora y se hicieron algunas paradas en pequeños
puertos hasta llegar a Stromboli. Pasamos un buen rato de sol y mar en
la pequeña cubierta de la embarcación (por llamarla de alguna manera)
además de evitar el mareillo que se mascaba en algunos miembros de la
expedición. También aconteció uno de los primeros misterios del viaje.
La extraña desaparición del cinturón de catch de
Torri
(en él estaba el pasaporte, dinero...). Se lo robaron? Se lo dejó? Lo
perdió? Eso nunca lo sabremos. El caso es que no tenía pasaporte, pero
en seguida puso a trabajar a la diplomacia española y lo conseguiría a
nuestra llegada a Roma.
Por fin llegamos a
Stromboli. Nuestra única y gran misión allí consistía en acercarnos
lo más posible al cráter del
volcán que da
nombre a la isla, así que nos pusimos a ello. Nada más desembarcar
comenzó la búsqueda de la mejor forma de subir hasta la cima, pero nos
dimos cuenta de que teníamos que ir con alguno de los muchos guías que
se ofrecían por el pueblo. En vista de los comentarios de que no se
podría subir si no es en compañía de un guía, de las advertencias de que
la policía te paraba si íbamos el grupo solo, tuvimos que contratar a
uno de ellos. Pagamos
148€ por 11 personas para que nos llevaran. Al
final, ni rastro de policía ni carabinieri ni nada. Primer lío? Todo
apunta a que sí. Nos dieron unos cascos de obrero, nos dijeron que nos
lleváramos algo de manga larga y para arriba. Durante los primeros
minutos de caminata fuimos bordeando la isla y pudimos ver el
Stromboliccio, un pequeño islote enfrente de la isla. Continuamos e
hicimos una paradita en un bar que estaba de camino en la ascensión.
Buenas vistas del atardecer pero sin ganas de que nos volvieran a hacer
el lío. Así que seguimos hacia arriba. El camino comenzó a empinarse y
tras un rato vimos las primeras rocas incandescentes que se deslizaban
ladera abajo. Hay que nervios! Seguimos un poco más hasta llegar a una
zona donde ya se podía ver cómo saltaban las rocas del volcán y
comenzaban a caer camino del mar. Había caído la noche y estábamos en un
sitio espectacular. Las pequeñas lenguas de lava que salían del volcán y
las grietas junto al cráter parecían heridas sangrantes de la madre
Tierra (qué bonito, oh). Sí, sin duda que era un gran sitio o un sitiazo,
pero queríamos más.
Era una noche con luna llena, se veia todo el mar plateado y ahi
estabamos viendo como caía lava al mar, impresionante!! Tratamos de subir más arriba para llegar a lo más
alto, pero el guía alegó en que no era seguro y que no podíamos subir.
Por supuesto que insistimos, pero no hubo manera. Comenzamos el camino
de vuelta con la pena de no llegar arriba del todo, pero con el buen
sabor de boca de haber visto un volcán en erupción.
Recordaremos la bajada al pueblo por una mítica cancion, "Ajani cujuni
aja nu jardin Bis, ababa mi canapsa eaaa", Chema, aguanto desde el
volcan hasta el pueblo, como metodo de protesta por no poder subir mas y
asi tostar la cabeza a los guias, muchos fueron los que se animaron a
cantar tan pegadiza cancion. Culminamos el
descenso por un camino polvoriento y llegamos a la plaza del pueblo
donde establecimos nuestro campamento. Hicimos una cena a base de pasta,
salchichas y embutido, todo producto nacional, regados con caldos y
cervezas del país. Parecía una gran noche en un pueblecito en la falda
de un volcán y junto al mar, pero acabó sin previo aviso cuando cortaron
la luz en toda la isla. Ya que no veíamos nada, nos fuimos a dormir.
Unos junto a la iglesia y otros en la placita del pueblo. Aquella noche
aconteció uno de los grandes misterios del viaje. La historia de la
sandia del
Lemon.
El Lemon
se acostó junto a una sandía entera que a la mañana siguiente apareció
reventada contra el suelo. Nadie oyó nada, nadie vio nada, nadie hizo
nada, pero la sandía se quedó allí.