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 6 JULIO: Stromboli – Milazzo (tren a Roma)

 7 JULIO: Roma

   8 JULIO: Roma y Vaticano - Ancona

9 JULIO: Ancona – Patras (Ferry)
*10 JULIO: Patras - Atenas
*11 JULIO: Atenas - Mykonos (Ferry)

 

 6 JULIO: Stromboli – Milazzo (tren a Roma)

Esa misma mañana cogimos el barco que nos llevaba de vuelta a Milazzo para seguir con nuestra travesía. El siguiente punto a visitar en nuestra ruta era Roma. De nuevo debíamos recorrernos media Italia hasta llegar a la capital, pero mereció la pena tanto viaje por ver un volcán en erupción (ese sello no nos lo quita nadie). Así que nos encontrábamos en Milazzo, al medio día del domingo 6 de Julio, esperando para coger el tren que nos llevara a la ciudad de las 7 colinas. Como disponíamos de unas horas, la expedición diamantina se trasladó al club deportivo al que fuimos el día anterior donde nos dimos el bañito de rigor. En dicha sede recibimos la visita de Marta, una amiga de Saúl y Torri que se encontraba en la isla de visita cultural. Matamos el tiempo jugando al Mus, uno de los dos juegos oficiales de cartas de los viajes del barrio junto con la Pocha, y comiendo los riquísimos helados de la localidad.

 

 7 JULIO: Roma

De buena mañana llegamos a Roma. Fuimos en metro hasta el albergue donde pasaríamos la noche para ducharnos y preparar la visita a la ciudad, se trataba del Albergue Juvenil Foro Itálico (Viale delle Olimpiadi 61). Nos preparamos un desayuno – comida, y al acabar llegaría el jugador número 12 de este equipo, Chuzín. Este polluelo se incorporó más tarde debido a la celebración de la boda de su hermana y llegaba a la capital italiana con los típicos efectos secundarios de un sarao de ese calibre. En pocas horas comenzaría a dar juego.

Ya con el equipo completo y en perfecto estado de revista, nos enfrentamos a la visita romana. Cómo estaba el equipo! Cómo nos pateamos la ciudad! Empezamos por la Piazza del Popolo, con las iglesias simétricas de Sta. Maria in Montesanto y Sta Maria dei Miracoli, el parque de la Villa Borghese, con la ciudad a sus pies, la vía Condotti y la Piazza de España, muy animada aunque fuera un lunes por la tarde. Vaya Plaza de España que tienen en Roma! La fuente, la escalinata, la iglesia de la Trinidad del Monte.. y esa tarde una delegación madrileña con unas ganas de terminarse la ciudad... En fin, continuamos por la Columna Trajana, unas ruinas romanas invadidas por los gatos, una pasadita por las afueras del Panteón de Roma (también llamado Panteón de Agripa) metiéndonos una pizza artesanal entre pecho y espalda, la Plaza Navona con sus fuentes: la de los cuatro ríos (Fontana dei Quattro Fiumi), que representa a los ríos Ganges, La Plata, Danubio y Nilo, y otras dos fuentes menores, que son la Fontana di Nettuno y la Fontana del Moro. Para terminar a primeras horas de la noche en la mítica Fontana de Trevi. Vaya tour. Entre todo esto también nos dio tiempo para comprar unas cositas para la cena y para que el Lemon se terminara de rayar con los helados. Llevaba ya unos días raros, pero ese día se confirmó. Sufría una absoluta dependencia por el gelati. No paraba de comprarlos! Pues eso, que nos encontrábamos en la Fontana de Trevi disfrutando de una agradable noche de verano, cuando a alguien se le ocurrió la brillante idea de comprar una botellita de vino que había visto a buen precio. A pesar de que el vino era malo, pero malo a dolor, no fueron ni dos ni tres las botellas que cayeron... Montamos una en tan magno  lugar! A cada rato acudía un expedicionario a por más vino... Qué alegría! Qué alboroto! Tiramos la típica moneda a la fuente, compramos unas pollitas de goma que vendía uno por la calle y que dieron mucho juego, charlamos con gente de todo pelaje... Enormes. Hay que decir que en ningún momento fuimos reprendidos por la policía y que no destrozamos nada, solo nos divertimos y vaya que si lo hicimos! Ya dije al principio que el equipo salía con muchas ganas. Regresamos en metro al albergue y allí seguimos con la fiesta. Como las habitaciones de hombres y mujeres estaban separadas, hubo que montárselo solos (a ver cómo se entiende esto). No faltaron rapadas de cabezas a miembros del grupo (Chuzín, Saúl y Kalipo acabaron con crestas) y algún alemán despistado que pasaba por allí, Kalipo y yo revolcándonos por los baños (luchadores en el barro), duchas con ropa, etc. Todo esto para acabar durmiendo como corderitos en una habitación para los 11 tíos del equipo. Sara tuvo que emigrar a la zona femenina.

 

   8 JULIO: Roma y Vaticano - Ancona

Tras una noche así, la mañana siguiente fue dura, pero había que seguir visitando la ciudad. Mucho cachondeo, pero la expedición ya tenía el cayo hecho. Lo primero que hicimos fue ir a buscar el nuevo pasaporte de Torri, ya por fin un hombre con papeles. La parte cultural comenzó con la visita obligada al Panteón (impresionante), continuó hacia la Plaza de la Minerva con la columna sobre el elefante de Bernini, el Monumento a Vittorio Emmanuelle II, el Foro Romano, el Arco de Trajano, hasta el mítico Coliseo. Intentamos entrar, pero el departamento económico nos lo desaconsejó debido al alto precio, así que introdujimos a un miembro del grupo que se escurre como nadie, Kalipo. Consiguió pasar entre la multitud y hacer las fotos necesarias para que el resto de la expedición las viera. Gran trabajo. Después de una mañana tan ajetreada nos merecíamos pasar por un Mcdonalds (restaurante oficial del viaje) a reponer fuerzas. Lo que se llama meterse un buco, bucal o bucazo en lenguaje aluchino. Una vez comimos, seguimos con el giro por Roma camino de la Ciudad del Vaticano. Una vez más, el bajo presupuesto de la expedición nos impidió visitar los museos vaticanos, pero sí que pudimos entrar y disfrutar de la magnífica Basílica de San Pedro con todas sus maravillas. Eso sí, previamente hubo que vestirse de largo. Tras la visita estuvimos tirados en la adoquinada Plaza de San Pedro del Vaticano, donde Kalipo (il umbriaconne), se tumbo en el suelo a echarse una siestecita cual yonki. Ni que decir tiene, que le tiramos unas moneditas.

De esta manera concluyó la visita a Roma. Nos dirigimos al albergue a por las mochilas y nos fuimos a la estación

 para coger un tren hacia Ancona, parada obligada de camino hacia nuestro próximo destino, Grecia. Pero antes de montarnos en dicho tren se produjo la marcha de uno de los polluelos de la expedición. Alfredo decía adiós al grupo con la satisfacción del trabajo bien hecho. No sabemos como lo hizo, pero le dejamos con menos de 5 euros y un puñados de articulos perjudiciales para los pasos fronterizos, el como llegó, aun no se ha desvelado!

Hacia la media noche llegábamos a Ancona y buscamos un sitio tranquilo para dormir entre los andenes. Así despedimos el martes 8 de Julio.

 

9 JULIO: Ancona – Patras (Ferry)

Pero estuvo mejor el amanecer del día siguiente, con el agradable despertar de los carabinieri que educadamente nos invitaron a abandonar nuestro descanso. Nos dirigimos al puerto para comprar los billetes del ferry que nos llevara a Patras (Super fast Ferry) y allí nos encontramos a todos los inmigrantes griegos que volvían para su casa por vacaciones. Hubo que esperar un rato, pero conseguimos nuestros billetes al precio mínimo garantizado ( 5 Euros!!!). Una vez abordo, ocupamos nuestro tiempo dándonos unos bañitos en la piscina, comiendo algo, jugando a las cartas, tomando el sol en cubierta, etc. Pero llegó la noche, el sol se ocultó y apareció el alcohol. Primero en cubierta calentando motores y luego en la discoteca del barco, el equipo volvió a demostrar que se encontraba fortísimo, a pesar de las noches que llevábamos encima. Mención especial merece la música del dj residente. Un folcklore greco-albanés de nula calidad, que aportó ese toque étnico que demandaba la noche.

 

*10 JULIO: Patras - Atenas

Aún con los ecos de lo escuchado la noche anterior, y con el temor de que la zona a visitar en las próximas semanas tirara del mismo repertorio musical, desembarcamos en Patras. Al fin en Grecia. En seguida cogimos un tren tóxico hacia Atenas, y tras cruzar el Canal de Corinto (espectacular) llegamos a la capital helena. El tren paró en una estacioncilla de pueblo de provincias y la gente comenzó a bajarse. Nosotros nunca pensamos que sería la estación de Atenas, pero sí. Estos griegos se superaban a cada momento. Vaya estación! Sin perder más tiempo fuimos en busca de alojamiento, el lugar elegido fue el Hotel Cosmos** (Victor Hugo esquina Psaron 16, cerca de la Plaza Omonia), por supuesto algo cutre en una ciudad así. Lo encontramos, claro. Pero esa tarde nos depararía la incorporación de un clásico viajero, casi tan clásico como el tío de los Fraguel. Se trataba de Sulen Albarn. Normalmente los jugadores recién llegados pasan por un periodo de transición hasta acostumbrarse al equipo. Este no fue su caso. En seguida, rindiendo al 100%.

Después de descansar un rato y de darnos una ducha, salimos a dar un paseo mientras el sol iba cayendo. Nos dirigimos a una de las colinas, la de Filopappos, en el centro de la ciudad para ver el Acrópolis de noche, y la verdad es que no estuvo mal. Ya que estábamos por allí, Chema aprovechó para hacer uno de sus riesguitos por las piedras más pulidas de la historia y desafiar los desplomes de la colina. Y como no hubo que lamentar desgracia alguna (com siempre), y parecía que apretaba la hambruna (je je) nos dimos una vuelta por el barrio de la Plaka para enchufarnos una cena oportuna. Después del homenaje bienvenida a Jesulen, nos dimos la vuelta nocturna de rigor por el centro de la ciudad. Vimos varias iglesias ortodoxas, el Parlamento y la magnifica Plaza Sindagma, que por cierto estaba llena de yonkis. Impresionante! en el mismo centro y llena de yonkis pinchándose ahí mismo, qué grandes estos griegos! Eso sí, al año siguiente, Juegos Olímpicos en Atenas... Sin palabras...

 

*11 JULIO: Atenas - Mykonos (Ferry)

Recibimos al viernes 11 de Julio con un paseo por los mercados de la carne y el pescado del barrio de Plaka. No sé si queda muy bien eso de “los mercados de la carne y el pescado”, pero fue lo que vimos. Bueno, no sólo eso. Comprobamos que las mejoras en higiene eran evidentes. Bajo un sol de justicia, comenzamos la ascensión a la Acrópolis que nos llevaría hasta el Partenón. No cabe duda que impresiona, pero sabiendo que gran parte de los originales del conjunto arqueológico se encuentran en museos de Europa occidental, pierde algo de encanto. Además, veníamos de visitar Roma, que en opinión del abajo firmante, tiene bastante más encantos. Este es el típico pique Grecia-Roma. Con todo y con eso, la visita es obligada. Por cultura, por el sello, por la foto, por las vistas de la ciudad, por el moreno colorao que se te queda tras la visita… por todo esto… Partenón!

Después de un rato, tomamos el camino colina abajo y nos dirigimos al metro para ir al puerto del Pireo. El metro de Atenas es nuevo y está limpio, pero abarrotado. Ya en el puerto, compramos un billete de ferry para ir a Mikonos ( 18 € pasaje normal en ferry no rápido). Nos dimos cuenta de lo enorme que es el puerto cuando tuvimos que ir andando hasta el muelle donde se encontraba el barco. Por supuesto, el paseo, con el sol en “to” lo alto y las mochilas en la joroba. La lipotimia a la vuelta de la esquina.

Pero nada importaba. Ya estábamos en el ferry que nos llevaría hacia un fin de semana de cachondeo en la isla (del archipiélago tal, como balear). La brisilla marina calmó el calor y una cena a base de bocadillos de salchichas nuestra hambre canina. De noche llegamos a Mikonos. Contamos con la calurosa bienvenida  de las gentes de los diversos alojamientos de la isla que estaban ávidos por llevar clientes a sus hoteles. Tras unos minutos dejándonos querer, cual cervatilla hipnotizada por el sonido de la berrea, nos decantamos por el representante del Camping Paradise Beach, el cual nos cautivó al grito de… ¡vámonos a Paradise! Ni que decir tiene, que ya sabíamos que la playa era buena y que el precio que nos ofrecía era muy ajustado. Por fin pudimos dejar las mochilas y preparar

nos para la noche que se avecinaba. Duchita, colonia y muchos nervios. Cogimos algo de beber y a la playa a disfrutar de la noche mediterránea, los amigos y las estrellas en unas buenas tumbonas. Buena noche nos esperaba. Ya se oían a lo lejos los primeros temas en el club Cabo Paradiso, que se encontraba en uno de los cabos que delimitan Paradise Beach. Ese era nuestro objetivo de la noche, y allí que fuimos. El garito impresionante! En un acantilado, con su piscinita, proyecciones en la roca, aviones pasando por encima… como en Ibiza pero con mejor gente. Disfrutamos de una noche de truchón, de la piscina, de las vistas, del amanecer que nos hizo desde la piscina de el garito, de las detenciones falsas por tráfico de estupefacientes, de los duros despertares por los puertas del garito… Total, que casi al medio día, de vuelta al camping. Precioso.

 

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