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  28 abril 2009: LONGYEARBYEN. El iglú del diamante Elisabeth

  29 abril 2009: LONGYEARBYEN. Nunca tuvimos tan cerca un oso polar

   28 abril 2009: LONGYEARBYEN. El iglú del diamante Elisabeth

Y Martes llegó. Una fina capa de niebla se apoderó del pueblo. No teníamos plan alguno, así que decidimos  bajarnos al pueblo a dar una vuelta. Después del típico empane y desperdigamiento de personal, nos juntamos delante la tienda de deportes Sports Centeret, para alquilar un rifle e irnos de paseo fuera del pueblo.

Svalvard 2009 417

Al no ser residentes de Svalbard, nos enviaron a la oficina del gobernador (Sysselman) para recibir un pase de permiso de armas. Sergi, nuestro cazador con experiencia, y yo mismo nos fuimos a su oficina, la cual estaba bien presidida por un señor oso polar disecado. Unas secretarias muy majas nos atendieron de maravilla, media hora dándole a la labia y nos volvimos con las manos vacías. Para obtener permiso en Svalbard hay dos opciones para ciudadanos de la UE:

                        1.- Tener licencia vigente de posesión de armas.

                        2.- Llevar un certificado de antecedentes penales firmado por la policía.

  Aquí os dejamos el formulario que se debe de cumplimentar para poder obtener armas en Svalbard.

Antes de irnos, le dije a una de ellas si realmente creía necesario tener un arma para subir un montaña que está al salir del pueblo. Me mira, se levanta, me señala por la ventana y me dice: “en esa  primera subida que lleva a la montaña que queréis subir, fue matada la última persona en Svalbard por un oso polar” Nos íbamos dando cuenta del auténtico peligro de los osos polares…

Como no cumplíamos con nada, nos fuimos de vacío y decidimos cancelar nuestro día de excursión por los alrededores del pueblo. Pero ¿íbamos a estar atados a una silla? Los diamantinos tenían un plan B entre las manos. Mientras María y Carles se fueron a visitar la iglesia del pueblo por si nos podían ofrecer alcoba, el resto del equipo cargó con herramientas, comida y bebida y volvió a la guesthouse 102. Entramos a la iglesia, que era una mezcla de casa y templo de culto, con un osito disecado en el centro que hacía de vigilante del santuario. Al bajar por una escalera para ir a preguntar, vimos unas manchas de sangre fresca en la nieve. No nos dijimos nada, me acordé de lo que me dijo la secretaria del Sysselman y en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos volviendo cagando leches al centro del pueblo. Volvíamos a la guesthouse 102.

De vuelta, encontramos la motivación que nos faltaba para levantar el día. El resto de los 9 viajeros, se había puesto manos a la obra y estaba decidido a conseguir uno de los objetivos del viaje: hacer un iglú. Un grupo, con El Santi como maestro cantero, serraba y sacaba bloques de nieve como churros, otro los iba retocando con las limas y los colocaba, con la cuña oportuna creando anillos y otro grupo los juntaba con el hielo que se creaba al verter agua a los bloques y rellenar los huecos. ¡Qué trabajo de equipo tan bueno!

 

Cada función fue básica, des del aguador, hasta el fotógrafo, pasando por los canteranos, los limadores, los portadores de bloques, los cementadores, todos determinados a cumplir esa obcecación. Tirados a la intemperie, a la mayoría les iba entrando el frío por diferentes partes del cuerpo, pero es de esas cosas que hay que hacerlas y punto!

Video de como hicimos nuestro propio Iglú

   

Eran las 20:45 y tocaba Champions. Dejamos a Saúl, Héctor y Chema proseguir con la obra faraónica, el resto nos retiramos a ver el Barça-Chelsea. Seguramente fuimos unos de los aficionados que más al norte del mundo estuvo viendo ese partido y es que cualquier cosa que hiciéramos en Svalbard podía ser considerada la más al norte del mundo… el partido, más frío que la temperatura en Svalbard acabó y nosotros continuamos con la obra. Se hicieron las 12 de la noche, cuando Saúl cargaba con los últimos bloques llenos de determinación aluchina para coronar el iglú. En resumen: 11 obcecados, 2 sierras, 2 limas, un par de cubos de agua y 8 horas de trabajo y allí lo teníamos, bien recto, nuestro iglú! Para todo lo demás, use Master Card.

No sería el más alto, ni el mejor construido, ni el más bonito, pero allí habíamos dejado nuestra estampa, nuestro granito de arena (mejor dicho, nuestro copito de nieve). Santi se curró unos complementos ideales para que no nos faltara de nada: bancos, mesilla, cenicero, enfriador de botellas y la figura del diamante.

Así termino el Iglú de Elizabeth y del Diamante. Una autentica obra de arte y determinación (casi 10 horas pasando frío)

 

El hombre de la guesthouse estaba emocionado de lo que habíamos hecho en el patio de su casa y debíamos celebrarlo. Así que decidimos pasar la velada tomando unos caldos, los 11 dentro del iglú cómodamente con nuestros pacharanes y refrescos locales. Pudimos comprobar un par de cosillas: que el iglú aísla del ruido, básicamente porque nadie se nos quejó de nuestros bozarrones y aullidos durante toda la noche y que efectivamente dentro la temperatura es buena y no se pasa frío (con la chaqueta puesta, por supuesto). Los valientes en pasar la noche y tener el privilegio de sellar fueron Dipasi y Bernon.

  Aquí dejamos, por si puede servir de algo para los demás viajeros que quieran adentrarse en el maravilloso mundo del iglú, uno de los documentos que imprimió Chema, el cual nos sirvió pero solo hasta cierto punto, ya que hasta que no te pones manos a la obra no te das cuenta de que las teorías y apuntes son solo eso, teorías!! Ya que nadie te pone en los manuales el frío que hace, como estará el hielo que encuentres y demás factores que harán que vuestro iglú, sea único e irrepetible en el mundo!! Por cierto, mucha gente de Svalbard al verlo, nos pregunto que cuantos habíamos hecho ya, que había quedado perfecto!

 

   29 abril 2009: LONGYEARBYEN. Nunca tuvimos tan cerca un oso polar

Amaneció miércoles nublado. No hacía mucho frío, unos -10ºC. Abandonamos nuestro iglú y fuimos bajando hacia el centro del pueblo. Otro día sin poder salir y sin tener plan definido, así que decidimos dedicarle el día a la cultura para mantener entretenidas nuestras neuronas. El primer destino sería el museo de Svalbard; 50 NOK adultos / 30 NOK estudiantes, situado en el edificio más grande de Longyearbyen, compartido conjuntamente con el centro universitario de investigaciones científicas de Svalbard. A la entrada, típico corrillo de recogida de carnets del supermercado, video club,… para colarlo como estudiantes. El jaleo que montamos fue tal, que se nos notó otra vez la trama desde lejos, aunque les debió gustar nuestra “inocencia” y pasamos por estudiantes. Os había dicho que son buena gente, no? majísimos! Destacable son las historias de cazadores solitarios que pasaban largas temporadas en Svalbard en medio de la oscuridad o bajo el sol eterno sufriendo temperaturas de hasta -50ºC cazando osos, renos, morsas, etc.… En especial Hilma Nøis, quien tiene el record de pasar hasta 38 inviernos entre 1909 y 1973. Auténticos cazadores supervivientes en medio de la nada <http://www.svalbardmuseum.no/eindex.php?id=7&kategori=2>

Una anécdota svalbardiana: Los extranjeros que piden residencia en Noruega y no se les concede, tiene una vía de escape en Svalbard. Hace años, un pakistaní al que se le negó la residencia en la noruega continental, pero le ofrecieron irse a Svalbard. El tío listo allí se fue y montó una hamburguesería en una furgoneta roja. Está aún en el centro del pueblo, aunque ningún día la encontramos abierta para tomarnos alguna delicia toxica…

Acabada nuestra visita, nuestro apetito cultural nos llevó al museo de la Historia de la aviación de Svalbard; 60NOK persona El museo explica los vuelos árticos que partieron desde Svalbard para cruzar el polo Norte, centrada en las expediciones de los años veinte de Amundsen y sobretodo las del italiano Nobile. De hecho, la Italia de Mussolini invirtió mucho en expediciones árticas, de allí que éste museo esté bien subvencionado y cuidado por los italianos. Precisamente al acabar nuestra visita, venía una representación diplomática italiana a visitar el museo… Y es que Svalbard, será una tierra abandonada, perdida en media del hielo, pero todo el mundo quiere tener un pie en ella…

   

Se acabó nuestra dosis cultural. De vuelta al centro del pueblo, debíamos rellenar nuestros estómagos hambrientos. Nos faltaban ya pocos lugares donde papear o beber, así que esta vez la elección no sería muy difícil, la hamburguesería Brasil <menú Hamburguesa con patatas 99 NOK>, donde una enorme fotografía de Río de Janeiro impactaba con el paisaje donde estábamos. Lo regentaba una simpática chica brasileña. Estaba casada con un noruego del continente y tenían chavalín de un poca edad. Aunque no le gustaba vivir en Svalbard, lo prefería a la inseguridad de Río, su ciudad natal. Era un contraste chocante ver a una brasileña viviendo en esas latitudes. Cada vez éramos más conscientes del peligro de los osos, así que le preguntamos donde habían atacado por última vez los osos a personas: Al lado de la iglesia, en la montaña donde habíamos subido el domingo y de camino al aeropuerto… Buenaaaa!!! Allí estábamos los diamantinos, tentando el peligro...

Nuestro próximo destino seria el banco mundial de semillas. Está a 4 km a las afueras del pueblo, al lado del aeropuerto y nos desaconsejaron ir andando sin armas. Aún siendo conscientes del peligro, decidimos partir andando hacía allí y es que no se va al banco mundial de semillas cada día. Eran las 8 y media de la tarde, estábamos ya enfilando la subida hacia la montaña, el cielo se cerraba, las nubes creaban un paisaje tétrico y empezaba a nevar débilmente, una estampa perfecta para controlar el miedo. El silencio del viento era tenso y todos íbamos mirando por todos los lados de la carretera. Hasta que… huellas de osos a la vista!! Continuamos. Veíamos el banco al fondo, pero nunca acabábamos de llegar y el camino se nos hacía más largo y más peligroso. De repente, nos adelantó un Toyota Avensis de color gris, nunca me olvidaré de ese coche por fue nuestro ángel de la guarda… Al cabo de unos segundos desapareció de nuestras vistas y soltó una bengala de aviso de osos. No había duda, aún sin verlo a unos 200 metros había un señor oso!! <ver como protegerse de un oso polar en el documento de mas abajo> A los pocos segundos, empezaron a oírse disparos acompañados de gritos humanos. En este punto el grupo dudó, si seguir adelante o no, pero suficiente imprudencia habíamos cometido, así que tocaba volver lo antes posible. Durante la bajada se oyeron más ráfagas de tiros. Suponemos que al pobre oso polar lo habían tumbado...

De izquierda a derecha la alineación del viaje (María, Sergi, Carles, José, Dipasi, Capello, Saúl, Bernon, Héctor, Santi y Chema)

  Aquí dejamos un documento en el que se informa sobre la precaución, que hacer y todas las normas de seguridad a seguir cuando te encuentras con un Oso Polar.

Ya de vuelta al asentamiento, teníamos tema de conversación para rato. Que mejor que ir al Svalbard a deleitar la cervecita local acompañadas de unas partidas de billar. Fue la famosa noche de Chema en el billar. 3 partidas consecutivas perdiendo le convirtieron en el centro de todas las bromas de la noche. Chemita, hay que entrenar más…

 

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