Y
Martes llegó. Una fina capa de niebla se apoderó del pueblo. No teníamos
plan alguno, así que decidimos bajarnos al pueblo a dar una vuelta. Después
del típico empane y desperdigamiento de personal, nos juntamos delante la
tienda de deportes Sports Centeret,
para alquilar un rifle e irnos de paseo fuera del pueblo.
Al no ser residentes de Svalbard, nos enviaron a la oficina
del gobernador (Sysselman) para recibir un pase de permiso de armas. Sergi,
nuestro cazador con experiencia, y yo mismo nos fuimos a su oficina, la cual
estaba bien presidida por un señor oso polar disecado. Unas secretarias muy
majas nos atendieron de maravilla, media hora dándole a la labia y nos
volvimos con las manos vacías. Para obtener permiso en Svalbard hay dos
opciones para ciudadanos de la UE:
1.- Tener licencia vigente de
posesión de armas.
2.- Llevar un certificado de
antecedentes penales firmado por la policía.
Aquíos dejamos el
formulario que se debe de cumplimentar para poder obtener armas en Svalbard.
Antes de irnos, le dije a una de ellas si realmente creía
necesario tener un arma para subir un montaña que está al salir del pueblo.
Me mira, se levanta, me señala por la ventana y me dice: “en esa primera
subida que lleva a la montaña que queréis subir, fue matada la última
persona en Svalbard por un oso polar” Nos íbamos dando cuenta del auténtico
peligro de los osos polares…
Como no cumplíamos con nada, nos fuimos de vacío y decidimos
cancelar nuestro día de excursión por los alrededores del pueblo. Pero
¿íbamos a estar atados a una silla? Los diamantinos tenían un plan B entre
las manos. Mientras María y Carles se fueron a visitar la iglesia del pueblo
por si nos podían ofrecer alcoba, el resto del equipo cargó con
herramientas, comida y bebida y volvió a la guesthouse 102. Entramos a la
iglesia, que era una mezcla de casa y templo de culto, con un osito disecado
en el centro que hacía de vigilante del santuario. Al bajar por una escalera
para ir a preguntar, vimos unas manchas de sangre fresca en la nieve. No nos
dijimos nada, me acordé de lo que me dijo la secretaria del Sysselman y en
un abrir y cerrar de ojos ya estábamos volviendo cagando leches al centro
del pueblo. Volvíamos a la guesthouse 102.
De vuelta, encontramos la motivación que nos faltaba para
levantar el día. El resto de los 9 viajeros, se había puesto manos a la obra
y estaba decidido a conseguir uno de los objetivos del viaje: hacer un iglú.
Un grupo, con El Santi como maestro cantero, serraba y sacaba bloques de
nieve como churros, otro los iba retocando con las limas y los colocaba, con
la cuña oportuna creando anillos y otro grupo los juntaba con el hielo que
se creaba al verter agua a los bloques y rellenar los huecos. ¡Qué trabajo
de equipo tan bueno!
Cada
función fue básica, des del aguador, hasta el fotógrafo, pasando por los
canteranos, los limadores, los portadores de bloques, los cementadores,
todos determinados a cumplir esa obcecación. Tirados a la intemperie, a la
mayoría les iba entrando el frío por diferentes partes del cuerpo, pero es
de esas cosas que hay que hacerlas y punto!
Video
de como hicimos nuestro propio Iglú
Eran las 20:45 y tocaba Champions. Dejamos a Saúl, Héctor y
Chema proseguir con la obra faraónica, el resto nos retiramos a ver el Barça-Chelsea.
Seguramente fuimos unos de los aficionados que más al norte del mundo estuvo
viendo ese partido y es que cualquier cosa que hiciéramos en Svalbard podía
ser considerada la más al norte del mundo… el partido, más frío que la
temperatura en Svalbard acabó y nosotros continuamos con la obra. Se
hicieron las 12 de la noche, cuando Saúl cargaba con los últimos bloques
llenos de determinación aluchina para coronar el iglú. En resumen: 11
obcecados, 2 sierras, 2 limas, un par de cubos de agua y 8 horas de trabajo
y allí lo teníamos, bien recto, nuestro iglú! Para todo lo demás, use Master
Card.
No sería el más alto, ni el mejor construido, ni el más
bonito, pero allí habíamos dejado nuestra estampa, nuestro granito de arena
(mejor dicho, nuestro copito de nieve). Santi se curró unos complementos
ideales para que no nos faltara de nada: bancos, mesilla, cenicero,
enfriador de botellas y la figura del diamante.
Así
termino el Iglú de Elizabeth y del Diamante. Una autentica obra de arte
y determinación (casi 10 horas pasando frío)
El hombre de la guesthouse estaba emocionado de lo que
habíamos hecho en el patio de su casa y debíamos celebrarlo. Así que
decidimos pasar la velada tomando unos caldos, los 11 dentro del iglú
cómodamente con nuestros pacharanes y refrescos locales. Pudimos comprobar
un par de cosillas: que el iglú aísla del ruido, básicamente porque nadie se
nos quejó de nuestros bozarrones y aullidos durante toda la noche y que
efectivamente dentro la temperatura es buena y no se pasa frío (con la
chaqueta puesta, por supuesto). Los valientes en pasar la noche y tener el
privilegio de sellar fueron Dipasi y Bernon.
Aquí dejamos, por si puede servir de algo para los demás viajeros
que quieran adentrarse en el maravilloso mundo del iglú, uno de los
documentos que imprimió Chema, el cual nos sirvió pero solo hasta cierto
punto, ya que hasta que no te pones manos a la obra no te das cuenta de que
las teorías y apuntes son solo eso, teorías!! Ya que nadie te pone en los
manuales el frío que hace, como estará el hielo que encuentres y demás
factores que harán que vuestro iglú, sea único e irrepetible en el mundo!!
Por cierto, mucha gente de Svalbard al verlo, nos pregunto que cuantos
habíamos hecho ya, que había quedado perfecto!
Amaneció miércoles nublado. No hacía mucho frío, unos -10ºC. Abandonamos
nuestro iglú y fuimos bajando hacia el centro del pueblo. Otro día sin poder
salir y sin tener plan definido, así que decidimos dedicarle el día a la
cultura para mantener entretenidas nuestras neuronas. El primer destino
sería el museo de Svalbard; 50
NOK adultos / 30 NOK estudiantes, situado en el edificio más grande de
Longyearbyen, compartido conjuntamente con el
centro universitario de investigaciones científicas de Svalbard. A la
entrada, típico corrillo de recogida de carnets del supermercado, video
club,… para colarlo como estudiantes. El jaleo que montamos fue tal, que se
nos notó otra vez la trama desde lejos, aunque les debió gustar nuestra
“inocencia” y pasamos por estudiantes. Os había dicho que son buena gente,
no? majísimos! Destacable son las historias de cazadores solitarios que
pasaban largas temporadas en Svalbard en medio de la oscuridad o bajo el sol
eterno sufriendo temperaturas de hasta -50ºC cazando osos, renos, morsas,
etc.… En especial Hilma Nøis, quien tiene el record de pasar hasta 38
inviernos entre 1909 y 1973. Auténticos cazadores supervivientes en medio de
la nada <http://www.svalbardmuseum.no/eindex.php?id=7&kategori=2>
Una
anécdota svalbardiana: Los extranjeros que piden residencia en Noruega y no
se les concede, tiene una vía de escape en Svalbard. Hace años, un pakistaní
al que se le negó la residencia en la noruega continental, pero le
ofrecieron irse a Svalbard. El tío listo allí se fue y montó una
hamburguesería en una furgoneta roja. Está aún en el centro del pueblo,
aunque ningún día la encontramos abierta para tomarnos alguna delicia
toxica…
Acabada nuestra visita, nuestro apetito cultural nos llevó al
museo de la Historia de la
aviación de Svalbard; 60NOK persona El museo explica los vuelos árticos
que partieron desde Svalbard para cruzar el polo Norte, centrada en las
expediciones de los años veinte de Amundsen y sobretodo las del italiano
Nobile. De hecho, la Italia de Mussolini invirtió mucho en expediciones
árticas, de allí que éste museo esté bien subvencionado y cuidado por los
italianos. Precisamente al acabar nuestra visita, venía una representación
diplomática italiana a visitar el museo… Y es que Svalbard, será una tierra
abandonada, perdida en media del hielo, pero todo el mundo quiere tener un
pie en ella…
Se acabó nuestra dosis cultural. De vuelta al centro del
pueblo, debíamos rellenar nuestros estómagos hambrientos. Nos faltaban ya
pocos lugares donde papear o beber, así que esta vez la elección no sería
muy difícil, la hamburguesería Brasil <menú Hamburguesa con patatas 99 NOK>,
donde una enorme fotografía de Río de Janeiro impactaba con el paisaje donde
estábamos. Lo regentaba una simpática chica brasileña. Estaba casada con un
noruego del continente y tenían chavalín de un poca edad. Aunque no le
gustaba vivir en Svalbard, lo prefería a la inseguridad de Río, su ciudad
natal. Era un contraste chocante ver a una brasileña viviendo en esas
latitudes. Cada vez éramos más conscientes del peligro de los osos, así que
le preguntamos donde habían atacado por última vez los osos a personas: Al
lado de la iglesia, en la montaña donde habíamos subido el domingo y de
camino al aeropuerto… Buenaaaa!!! Allí estábamos los diamantinos, tentando
el peligro...
Nuestro próximo destino seria el
banco mundial de semillas. Está a 4 km a las afueras del pueblo, al lado
del aeropuerto y nos desaconsejaron ir andando sin armas. Aún siendo
conscientes del peligro, decidimos partir andando hacía allí y es que no se
va al banco mundial de semillas cada día. Eran las 8 y media de la tarde,
estábamos ya enfilando la subida hacia la montaña, el cielo se cerraba, las
nubes creaban un paisaje tétrico y empezaba a nevar débilmente, una estampa
perfecta para controlar el miedo. El silencio del viento era tenso y todos
íbamos mirando por todos los lados de la carretera. Hasta que… huellas de
osos a la vista!! Continuamos. Veíamos el banco al fondo, pero nunca
acabábamos de llegar y el camino se nos hacía más largo y más peligroso. De
repente, nos adelantó un Toyota Avensis de color gris, nunca me olvidaré de
ese coche por fue nuestro ángel de la guarda… Al cabo de unos segundos
desapareció de nuestras vistas y soltó una bengala de aviso de osos. No
había duda, aún sin verlo a unos 200 metros había un señor oso!! <ver
como protegerse de un oso polar en el documento de mas abajo> A los pocos segundos,
empezaron a oírse disparos acompañados de gritos humanos. En este punto el
grupo dudó, si seguir adelante o no, pero suficiente imprudencia habíamos
cometido, así que tocaba volver lo antes posible. Durante la bajada se
oyeron más ráfagas de tiros. Suponemos que al pobre oso polar lo habían
tumbado...
De
izquierda a derecha la alineación del viaje (María, Sergi, Carles, José,
Dipasi, Capello, Saúl, Bernon, Héctor, Santi y Chema)
Aquí dejamos un documento en el que se informa sobre la
precaución, que hacer y todas las normas de seguridad a seguir cuando te
encuentras con un Oso Polar.
Ya de vuelta al asentamiento, teníamos tema de conversación
para rato. Que mejor que ir al Svalbard a deleitar la cervecita local
acompañadas de unas partidas de billar. Fue la famosa noche de Chema en el
billar. 3 partidas consecutivas perdiendo le convirtieron en el centro de
todas las bromas de la noche. Chemita, hay que entrenar más…