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  26 abril 2009: LONGYEARBYEN. Primera toma de contacto

  27 abril 2009: LONGYEARBYEN – BARENTSBURG - LONGYEARBYEN. Excursión a la Rusia ártica

Lonyearbyen (78° 13'N 15° 33'E) con poco más de 2000 habitantes es el asentamiento permanente más grande del archipiélago y capital administrativa de Svalbard. Para los amantes de los datos decir que es el pueblo más al norte del mundo con más de 1000 habitantes, taka taka!. Fue fundada a principios del siglo XX por el americano Longyear con la intención de desarrollar la extracción de carbón de la zona. En Svalbard, el efecto permafrost del hielo, empuja el carbón hacía la superficie, pudiendo extraer grandes cantidades con facilidad. Actualmente se usa como base para el turismo en el ártico y la investigación científica, especialmente los efectos del cambio climático que en estas latitudes son más acentuados. En Longyearbyen está la famosa arca de Noé, el banco mundial de semillas donde se almacenan muestras de cultivos de todo el mundo para usarse en caso de desaparición. 

Domingo amaneció y nosotros habíamos estrenado nuestra primera noche en correos. Era un día soleado y con buena temperatura, unos -8ºC. Una vez desayunados, nos preparamos a pasar nuestro primer día en el ártico. Sin planificación alguna pero con todas las ganas del mundo, a Saúl le entro el nervio de subir la montaña de enfrente del pueblo (Sukkertoppen). No hizo falta decir nada, simplemente ponerse a andar y el grupo fue movilizándose montaña arriba. La subida fue bastante empinada pero arriba nos esperaba un premio, contemplar las preciosas vistas preciosas de la helada bahía de Longyearbyen dentro del Isfjord.

María y Santi ya habían advertido de una pisada de oso polar subiendo y mientras tomábamos las fotos oportunas, alguien se percató de la presencia de un animal grandullón al final de la cadena de montañas. Osooo!! Gritó alguien. La emoción de ver un oso junto con el miedo a encontrárnoslo sin ir armados, nos puso a todos un nudo en estómago y los escalofríos corrían por todo el cuerpo. Aún así, alguno apretó a correr para acercarse a él. Falsa alarma. Santi, con su tele-objetivo, se dio cuenta de que ese animal era de hecho era un reno enorme. Qué descanso pero qué desilusión al mismo tiempo. Decidimos que ya era momento de volver para evitar tentar a la suerte. Durante el camino de bajada nos encontramos al resto renos de la manada que disfrutaban del sol, dándose un paseo dominguero por el valle.



La nieve nos llegaba hasta las rodillas, cuando decidimos bajar por el recto tirándonos por las la ladera de la montaña, un descenso en toda regla. Al poco de llegar, Dipasi se dio cuenta de que se había dejado las gafas de sol en algún lugar del camino de vuelta, well done! Sin dudarlo ningún momento, cogió la diagonal y camino arriba en búsqueda de las gafas perdidas… vaya determinación!

Rondaban las 4 de la tarde cuando ya estábamos de vuelta en el pueblo, después de una primera toma de contacto con el entorno. Tocaba recuperar fuerzas y nada mejor que hacernos una señora fabada en la plaza del pueblo. Sentados en un banco, nos la tomamos rápidamente para evitar que el frío polar congelara nuestro delicioso almuerzo. Cumplido el trámite, era ya hora de calentar el cuerpo. Después de que nos echaran de un edifico publico por beber alcohol dentro, nos sentamos debajo de una torre a la intemperie, disfrutando de la tertulia aluchina, observando las motos de nieve que pasaban y algún que otro reno que venía a pasar la tarde por el pueblo. Al fondo apareció, ya de vuelta, Dipasi, eso sí, sin haber podido encontrar las gafas.

Debían ser las 7 de la tarde, el frío polar nos envió al Svalbar (www.svalbar.no), el bar más animado del pueblo, que se convirtió durante nuestra estancia, en la base nocturna para tomarnos unas birriquis y comentar las jugadas más destacadas del día. Las persianas estaban bajadas, para dar sensación de nocturnidad. Después de terminar algunas rondas, levantamos la persiana y el sol continuaba resplandeciendo bien alto en el horizonte, su luz nos hacía perder la noción del tiempo, eran ya las 11 de la noche y parecía ser aún media tarde.

El sol es energía, es vida, activa y anima a las personas. Así que grupito de inquietos decidimos ir a dar un paseo por el puerto, mientras el resto continuaban en el Svalbard. Al llegar y ver el fantástico paisaje de un barco atrapado en medio del hielo y estar andando por encima del océano ártico congelado, nos entró uno de esos impulsos de determinación. Teníamos que cruzar la bahía a pie como fuera y llegar al otro lado donde un puñado de casas nos marcaba la línea de separación entre el mar congelado y el inicio de tierra firme. De repente alguien preguntó: "Hasta donde llegaremos?" Con lo que Saúl con claridad le respondió:"Hasta que el vodka se congele!". Pim pam, pim pam, el equipo puso marcha hacia adelante con las reservas de una botella de vodka con naranja que tenía las funciones de alentar y calentar al personal a la vez. Fue un paseo precioso, andando por el encima del mar congelado bajo la atenta mirada del sol de medianoche que a esas horas empezaba a tomar su altura más baja, tiñendo el cielo de un color rojizo difuminado de fondo.

El frío apretaba (debimos llegar a unos -25ºC) y nuestras reservas de vodka empezaban a congelarse, así como nuestras pestañas, cejas y hasta el pelo, en el caso de María. Una hora larga de pateo obcecado y llegamos a la orilla, donde un traguito de granizado de vodka fue nuestro merecido premio en la línea de meta. Y es que tenemos unos placeres tan senzillos…jejeje Nos habíamos alejado demasiado del pueblo, así que podíamos ser presa fácil de un oso, pero confiamos que a esa hora ya estarían todos durmiendo la mona y podríamos volver tranquilamente al pueblo.
 
Antes de volver, había que sellar y realizar el volteo más al norte del mundo, a cargo de Saúl y María, con dedicatoria especial a algún gallego larguirucho. De vuelta, en el puerto, nos encontramos con el resto. Les convencimos de cruzar la bahía, pero Chema les tenía una sorpresa en la chistera que abortaría la misión. En un alarde de llegar a lo imposible, se acercó demasiado al agua, se rompió la placa de hielo donde estaba de pie y cayó al ártico! Suerte que Capello estaba cerca, fue al rescate y lo pudo sacar del agua. Salió rápidamente y en un sprint especial bien empapadito llegó sano y salvo a casa. Aún con el susto en el cuerpo, se dio cuenta de que sus cámaras de fotos no funcionaban, las cuales debieron pasar la noche al seco y al día siguiente volvían a estar operativas. Fue un accidente, pero a Chema nadie le quitará el sello de haberse pegado un chapuzón en el ártico. Nuestros merecidos respetos.


   27 abril 2009: LONGYEARBYEN – BARENTSBURG - LONGYEARBYEN. Excursión a la Rusia ártica

Tocaron las 7:15 de la mañana del lunes. La mujer de la limpieza de correos empezaba a trabajar, con lo que nos echaba amablemente de nuestra humilde morada okupada. I digo amable porque, aunque el ambiente sea frío, la gente es muy amable, simpática y poco arrogante. Quien lo diría! Una vez el grupo estuvo a punto, nos esperaban un par de furgonetas para llevarnos a la tienda de alquiler de motos de nieve. <Svalbard Snoscooterutleie AS (www.scooteutleie.svalbard.no) ; 2 guías + equipamiento + comida + 5 motos de nieve dobles + 1 moto de nieve individual = 16575 NOK>. Al no tener alojamiento, las mochilas se quedaron dentro las furgonetas, que estuvieron de paseo todo el día por el pueblo. La cara de uno de los conductores con el jaleo de trastos que le dejamos lo explicaba todo… A parte, les tuvieron que driblar siempre la típica pregunta de donde nos alojábamos, con mentiras piadosas para no levantar sospecha alguna en el pueblo.

Ese día tocaba ir a Barentsburg, el último asentamiento ruso permanente en Svalbard. Después de vestirnos con unos ropajes que abultaban más que el mismísimo Michelin, nos montamos en grupos de dos en las motos de nieve y a tirar! Fue el primer contacto con el desierto blanco, la nieve virgen que sólo los osos polares habían pisado previamente, el helado de nata perfecto al que nadie le había metido cucharada.

Los guías, equipados con el kit completo de rifle, pistola y cuchillo, llevaban material para sobrevivir 2 días en caso de quedarnos tirados. Subimos montañas, atravesamos valles inmensos hasta que llegamos a una antigua mina abandonada por los noruegos. Las cuatro casas (ehh,,cuatro! contadísimas) se habían convertido en lugar de veraneo para la gente de Longyearbyen para huir de la muchedumbre de la capital… pero bueno, si tiene menos de 2000 habitantes! Dícese ahora que Putin se la quería quedar para los rusos de Barentsburg, no por su rendimiento, sino por estrategia política para controlar el petróleo de Svalbard. Los guías nos controlaban mucho y no nos dejaban hacer travesuras con las motos, aunque la del Bernon y Capello, debía tener el cable del acelerador pillado por las incursiones (con bronca inclusive de los guías) que se corrieron por el campo. Llegamos hacía la costa, la fuimos bordeando, delante un ártico helado, blanco y azul a la vez. Como era de preveer la moto el duo Capo-Bernon se salió de nuevo de la tangente y nada más llegar pegó un vuelco de bienvenida… jejeje.. ya estábamos en Barentsburg!

Barentsburg es un retorno al pasado comunista. Pueblo de 400 habitantes, la mayoría rusos y ucranianos, que ya no trabajan en la mina después del último accidente de ésta. Viven de las subvenciones que les envían desde Moscú, a la que le interesa mantener la presencia rusa en la zona.

Paseo, visita al desmesurado pabellón deportivo y foto de rigor delante la famosa estatuilla de Lenin. Un almuerzo típico ruso-ucraniano nos esperaba. Y de vuelta! Esta vez por una ruta diferente, por otros valles del interior, escalando la ladera de la montaña, con los típicos vuelcos de vez en cuando. Un par de horitas más y de vuelta a casa. Las motos de nieve se estropean con mucha facilidad y durante la excursión tuvimos que dejar un par en medio del desierto blanco. Nos re-organizábamos entre las motos que quedaban en pie y adelante. Y comentar también el traje anti-todo que nos dieron. Era el traje perfecto para hacer vivac, con eso te podías quedar tirado en la nieve, torcer el cuello y pasar la noche con absoluta tranquilidad.

   

Ya de vuelta, cansados, sudados y empezando a tener problemas de higiene personal, decidimos abandonar nuestra casita de correos y pasar esa velada tranquilamente en la Guesthouse 102 (www.gjestehuset102.no/eng/index.html www.wildlife.no); Gjestehuset 102 Tel: +47-79025716, Mobil: +4790030321 Fax: +47-79025681; 102@wildlife.no; 320 NOK por cama, y digo cama porque éramos más personas que camas, como siempre el jaleo!> Cenita a base de pasta, longaniza importada des del excelentísimo pueblo pirenaico de Graus y unos pelotis nos alegrarían lo que quedaba de noche en la cocina. Alguno estaba más out que in, así que los más reventados fuimos desfilando del salón de fiestas aluchino.

 
 
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