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Lonyearbyen
(78° 13'N 15° 33'E) con poco más de 2000 habitantes es el
asentamiento permanente más grande del archipiélago y capital
administrativa de Svalbard. Para los amantes de los datos decir que
es el pueblo más al norte del mundo con más de 1000 habitantes, taka
taka!. Fue fundada a principios del siglo XX por el americano
Longyear con la intención de desarrollar la extracción de carbón de
la zona. En Svalbard, el efecto permafrost del hielo, empuja el
carbón hacía la superficie, pudiendo extraer grandes cantidades con
facilidad. Actualmente se usa como base para el turismo en el ártico
y la investigación científica, especialmente los efectos del cambio
climático que en estas latitudes son más acentuados. En Longyearbyen
está la famosa arca de Noé, el banco mundial de semillas donde se
almacenan muestras de cultivos de todo el mundo para usarse en caso
de desaparición.
Domingo amaneció y nosotros habíamos estrenado nuestra primera noche
en correos. Era un día soleado y con buena temperatura, unos -8ºC.
Una vez desayunados, nos preparamos a pasar nuestro primer día en el
ártico. Sin planificación alguna pero con todas las ganas del mundo,
a Saúl le entro el nervio de subir la montaña de enfrente del pueblo
(Sukkertoppen). No hizo falta decir nada, simplemente ponerse a
andar y el grupo fue movilizándose montaña arriba. La subida fue
bastante empinada pero arriba nos esperaba un premio, contemplar las
preciosas vistas preciosas de la helada bahía de Longyearbyen dentro
del Isfjord.
María y Santi ya habían advertido de una pisada de oso polar
subiendo y mientras tomábamos las fotos oportunas, alguien se
percató de la presencia de un animal grandullón al final de la
cadena de montañas. Osooo!! Gritó alguien. La emoción de ver un oso
junto con el miedo a encontrárnoslo sin ir armados, nos puso a todos
un nudo en estómago y los escalofríos corrían por todo el cuerpo.
Aún así, alguno apretó a correr para acercarse a él. Falsa alarma.
Santi, con su tele-objetivo, se dio cuenta de que ese animal era de
hecho era un reno enorme. Qué descanso pero qué desilusión al mismo
tiempo. Decidimos que ya era momento de volver para evitar tentar a
la suerte. Durante el camino de bajada nos encontramos al resto
renos de la manada que disfrutaban del sol, dándose un paseo
dominguero por el valle.
La nieve nos llegaba hasta las rodillas, cuando decidimos bajar por el
recto tirándonos por las la ladera de la montaña, un descenso en
toda regla. Al poco de llegar, Dipasi se dio cuenta de que se había
dejado las gafas de sol en algún lugar del camino de vuelta, well
done! Sin dudarlo ningún momento, cogió la diagonal y camino arriba
en búsqueda de las gafas perdidas… vaya determinación!
Rondaban las 4 de la tarde cuando ya estábamos de vuelta en el
pueblo, después de una primera toma de contacto con el entorno.
Tocaba recuperar fuerzas y nada mejor que hacernos una señora fabada
en la plaza del pueblo. Sentados en un banco, nos la tomamos
rápidamente para evitar que el frío polar congelara nuestro
delicioso almuerzo. Cumplido el trámite, era ya hora de calentar el
cuerpo. Después de que nos echaran de un edifico publico por beber
alcohol dentro, nos sentamos debajo de una torre a la intemperie,
disfrutando de la tertulia aluchina, observando las motos de nieve
que pasaban y algún que otro reno que venía a pasar la tarde por el
pueblo. Al fondo apareció, ya de vuelta, Dipasi, eso sí, sin haber
podido encontrar las gafas.
Debían ser las 7 de la tarde, el frío polar nos envió al
Svalbar (www.svalbar.no), el bar
más animado del pueblo, que se convirtió durante nuestra estancia,
en la base nocturna para tomarnos unas birriquis y comentar las
jugadas más destacadas del día. Las persianas estaban bajadas, para
dar sensación de nocturnidad. Después de terminar algunas rondas,
levantamos la persiana y el sol continuaba resplandeciendo bien alto
en el horizonte, su luz nos hacía perder la noción del tiempo, eran
ya las 11 de la noche y parecía ser aún media tarde.
El sol es energía, es vida, activa y anima a las personas. Así que
grupito de inquietos decidimos ir a dar un paseo por el puerto,
mientras el resto continuaban en el Svalbard. Al llegar y ver el
fantástico paisaje de un barco atrapado en medio del hielo y estar
andando por encima del océano ártico congelado, nos entró uno de
esos impulsos de determinación. Teníamos que cruzar la bahía a pie
como fuera y llegar al otro lado donde un puñado de casas nos
marcaba la línea de separación entre el mar congelado y el inicio de
tierra firme. De repente alguien preguntó: "Hasta donde llegaremos?"
Con lo que Saúl con claridad le respondió:"Hasta que el vodka se
congele!". Pim pam, pim pam, el equipo puso marcha hacia adelante
con las reservas de una botella de vodka con naranja que tenía las
funciones de alentar y calentar al personal a la vez. Fue un paseo
precioso, andando por el encima del mar congelado bajo la atenta
mirada del sol de medianoche que a esas horas empezaba a tomar su
altura más baja, tiñendo el cielo de un color rojizo difuminado de
fondo.
El frío apretaba (debimos llegar a unos -25ºC) y nuestras reservas
de vodka empezaban a congelarse, así como nuestras pestañas, cejas y
hasta el pelo, en el caso de María. Una hora larga de pateo obcecado
y llegamos a la orilla, donde un traguito de granizado de vodka fue
nuestro merecido premio en la línea de meta. Y es que tenemos unos
placeres tan senzillos…jejeje Nos habíamos alejado demasiado del
pueblo, así que podíamos ser presa fácil de un oso, pero confiamos
que a esa hora ya estarían todos durmiendo la mona y podríamos
volver tranquilamente al pueblo.
Antes de volver, había que sellar y realizar el volteo más al norte
del mundo, a cargo de Saúl y María, con dedicatoria especial a algún
gallego larguirucho. De vuelta, en el puerto, nos encontramos con el
resto. Les convencimos de cruzar la bahía, pero Chema les tenía una
sorpresa en la chistera que abortaría la misión. En un alarde de
llegar a lo imposible, se acercó demasiado al agua, se rompió la
placa de hielo donde estaba de pie y cayó al ártico! Suerte que
Capello estaba cerca, fue al rescate y lo pudo sacar del agua. Salió
rápidamente y en un sprint especial bien empapadito llegó sano y
salvo a casa. Aún con el susto en el cuerpo, se dio cuenta de que
sus cámaras de fotos no funcionaban, las cuales debieron pasar la
noche al seco y al día siguiente volvían a estar operativas. Fue un
accidente, pero a Chema nadie le quitará el sello de haberse pegado
un chapuzón en el ártico. Nuestros merecidos respetos.
27 abril 2009: LONGYEARBYEN – BARENTSBURG - LONGYEARBYEN. Excursión
a la Rusia ártica
Tocaron las 7:15 de la mañana del lunes. La mujer de la limpieza de
correos empezaba a trabajar, con lo que nos echaba amablemente de
nuestra humilde morada okupada. I digo amable porque, aunque el
ambiente sea frío, la gente es muy amable, simpática y poco
arrogante. Quien lo diría! Una vez el grupo estuvo a punto, nos
esperaban un par de furgonetas para llevarnos a la tienda de
alquiler de motos de nieve. <Svalbard
Snoscooterutleie AS
(www.scooteutleie.svalbard.no) ; 2 guías + equipamiento + comida + 5
motos de nieve dobles + 1 moto de nieve individual = 16575 NOK>. Al
no tener alojamiento, las mochilas se quedaron dentro las
furgonetas, que estuvieron de paseo todo el día por el pueblo. La
cara de uno de los conductores con el jaleo de trastos que le
dejamos lo explicaba todo… A parte, les tuvieron que driblar siempre
la típica pregunta de donde nos alojábamos, con mentiras piadosas
para no levantar sospecha alguna en el pueblo.
Ese día tocaba ir a Barentsburg, el último asentamiento ruso
permanente en Svalbard. Después de vestirnos con unos ropajes que
abultaban más que el mismísimo Michelin, nos montamos en grupos de
dos en las motos de nieve y a tirar! Fue el primer contacto con el
desierto blanco, la nieve virgen que sólo los osos polares habían
pisado previamente, el helado de nata perfecto al que nadie le había
metido cucharada.
Los guías, equipados con el kit completo de rifle, pistola y
cuchillo, llevaban material para sobrevivir 2 días en caso de
quedarnos tirados. Subimos montañas, atravesamos valles inmensos
hasta que llegamos a una antigua mina abandonada por los noruegos.
Las cuatro casas (ehh,,cuatro! contadísimas) se habían convertido en
lugar de veraneo para la gente de Longyearbyen para huir de la
muchedumbre de la capital… pero bueno, si tiene menos de 2000
habitantes! Dícese ahora que Putin se la quería quedar para los
rusos de Barentsburg, no por su rendimiento, sino por estrategia
política para controlar el petróleo de Svalbard. Los guías nos
controlaban mucho y no nos dejaban hacer travesuras con las motos,
aunque la del Bernon y Capello, debía tener el cable del acelerador
pillado por las incursiones (con bronca inclusive de los guías) que
se corrieron por el campo. Llegamos hacía la costa, la fuimos
bordeando, delante un ártico helado, blanco y azul a la vez. Como
era de preveer la moto el duo Capo-Bernon se salió de nuevo de la
tangente y nada más llegar pegó un vuelco de bienvenida… jejeje.. ya
estábamos en Barentsburg!
Barentsburg
es un retorno al pasado comunista. Pueblo de 400 habitantes, la
mayoría rusos y ucranianos, que ya no trabajan en la mina después
del último accidente de ésta. Viven de las subvenciones que les
envían desde Moscú, a la que le interesa mantener la presencia rusa
en la zona.
Paseo, visita al desmesurado pabellón deportivo y foto de rigor
delante la famosa estatuilla de Lenin. Un almuerzo típico
ruso-ucraniano nos esperaba. Y de vuelta! Esta vez por una ruta
diferente, por otros valles del interior, escalando la ladera de la
montaña, con los típicos vuelcos de vez en cuando. Un par de horitas
más y de vuelta a casa. Las motos de nieve se estropean con mucha
facilidad y durante la excursión tuvimos que dejar un par en medio
del desierto blanco. Nos re-organizábamos entre las motos que
quedaban en pie y adelante. Y comentar también el traje anti-todo
que nos dieron. Era el traje perfecto para hacer vivac, con eso te
podías quedar tirado en la nieve, torcer el cuello y pasar la noche
con absoluta tranquilidad.
Ya de vuelta, cansados, sudados y empezando a tener problemas de
higiene personal, decidimos abandonar nuestra casita de correos y
pasar esa velada tranquilamente en la
Guesthouse 102
(www.gjestehuset102.no/eng/index.html
www.wildlife.no); Gjestehuset 102 Tel: +47-79025716,
Mobil: +4790030321 Fax: +47-79025681; 102@wildlife.no; 320 NOK por
cama, y digo cama porque éramos más personas que camas, como siempre
el jaleo!> Cenita a base de pasta, longaniza importada des del
excelentísimo pueblo pirenaico de
Graus y unos pelotis nos
alegrarían lo que quedaba de noche en la cocina. Alguno estaba más
out que in, así que los más reventados fuimos desfilando del salón
de fiestas aluchino.
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