D E L   V I A J E

S V A L B A R D   Y   F I O R D O S   D E   N O R U E G A

 Crónica

 Enlaces de interés

 Fotos del Viaje

 Mapas

 Alineación

 Video

 Tipo de Viaje

 Itinerario

 Leyenda

 WebCam y Clima

Pagina   1 2 3 4 5

   24 abril 2009: DÜSSELDORF – OSLO / MADRID – OSLO / GIRONA – OSLO. Qué empiece la función!

   25 abril 2009: FRANKFURT – OSLO / OSLO – LONGYEARBYEN. El diamante pone pie en Svalbard

Alineación

De izquierda da derecha la alineación con el Iglú que construimos en Longyearbyen: Sergi, Josete, Chema, Héctor, Sul, Bernon, Carles, Cepello, María, Santi y Dipasi

Introducción

Svalbard: El sello diamantino más al norte del mundo

 “…Today this bleak cluster of arctic islands is a focal point of great power politics. More than the coal deposits, more than the reputed oil reserves under the coastal waters or even the uranium known to lie beneath the permafrost, it is Svalbard’s immensely strategic location which makes it so important. For nature has given the archipelago one gift among all her curses: The gulf stream passes so close that the waters to the west and south, though clogged with ice, remain navigable the winter long…”

The Svalbard passage (Thomas Kirkwood & Geir Finne)

   24 abril 2009: DÜSSELDORF – OSLO / MADRID – OSLO / GIRONA – OSLO. Qué empiece la función!

Eran las 3 de la tarde de un soleado viernes 24 de abril de 2009, cuando bien acompañado por las espectaculares vistas de mi Kölner Dom, me tomaba el último almuerzo antes de emprender un viaje diferente al resto, con el desconocimiento de saber que nos encontraríamos en las latitudes polares de Svalbard.

Con 23ºC de temperatura y cargado con un macuto repleto de la ropa más abrigada que os podáis imaginar, me dirigí a coger el tren hacía el aeropuerto de Düsseldorf <tren Köln Süd– Düsseldorf  Flughafen; 54’; 19,50EUR à 8,75EUR con Bahncard 50 www.bahn.de> , donde me encontraría con Mr Alaaf 2009, Saúl <Tren Aachen – Düsseldorf Flughafen; 1h45’; 8,90 EUR>. Unos vinitos nos dieron fuerzas antes de embarcar y después de solventar mi pérdida de tarjeta de embarque, nos sentamos placenteramente en la parte trasera del avión. Se apagaron las luces del avión y era momento de empaparnos tranquilamente de toda la lectura svalbardiana que llevábamos encima. (Düsseldorf flughafen 19:55 – Oslo Gardermoen 21:45, vuelo DY1133, 131,3 EUR ida/vuelta).

Sin ninguna inconveniente llegamos a Oslo. La noche era de lo más calida, así que tocaba fichar en el taxfree para cargar con unos “refrescos” que nos ayudaran a pasar la noche por el centro. Después de que nos la metieran doblada con la taquilla del aeropuerto <3 bultos x 70  210 NOK para 24h>, nos esperaba pacientemente el bus, con un conductor venezolano que nos dejó pasar con billete de estudiante después de explicarle un rollo poco verídico que el DNI y student card eran los mismo. Su carita ya reflejaba duda, pero le caímos en gracia y recuperamos parte del dinero que palmamos en taquilla <Bus Oslo Gardermoen – Oslo City 150 NOK / 270 NOK return ticket ; 75NOK/150NOK con carnet de estudiante; www.flybussen.no>. El lugar elegido para empezar  la noche era la céntrica calle de Karl-Johann Gata, donde iniciamos un botellón en los jardines a la espera del resto de viajeros <Madrid Barajas 18:25 – Frankfurt International 21:05 vuelo LH2601 ; Frankfurt International  21:55 – Oslo Gardermoen 23:45 vuelo LH3136, 179,40 EUR ida/vuelta>,  Tren express al centro de Oslo desde Gardermoen 19´ 170NOK/330NOK return ticket www.flytoget.no>. Y Santi que volaba desde Girona - Oslo con el tren http://www.nsb.no de Torp - Oslo.

Ese día celebraban en Oslo las fiestas de graduación y es tradición en Noruega de vestirse con un mono rojo al estilo Super Mario Bros lleno de parches multicolor. A los estudiantes graduados se les llama Russ y deben llevar el mono durante 3 semanas seguidas para todas las actividades que hagan, desde ir de fiesta, como ir al super o subir un montaña. Imaginaros que ya había alguno que ese día lo dejaba bien rociado de caldos intestinales. No sabemos la razón, pero esos jardincitos eran una atracción para todas las chicas, que sin vergüenza alguna, se acercaban a descargar sus líquidos inferiores. En alguna ocasión, tuvimos que alertar de nuestra presencia, para evitar alterar el orden público o púbico.

A la 1 y media de la noche llegó el grueso de viajeros. No se les vió, ni se les intuyó, pero sí se les oyó de lejos. El equipo se ha había agrupado y tocaba continuar con el botellón bien acompañados de unos pelotis. El tema estrella de discusión fue la maleta de Dipasi que no llegó a destino y sobretodo su anorak plumas, que poco a poco se iba convirtiendo en un de los fetiches del viaje. En pleno auge de botellón, de repente apareció Elisabeth, una simpática chica noruega que hablaba un perfecto español. La chica había vivido un tiempo en Madrid, así que la integración en el grupo fue total. Elisabeth nos llevó al bar John’s, donde gracias a ella entramos gratis (Universitetsgata 26,  0162 Oslo, Norway 23 35 63 10‎) y sin razón aparente se nos juntó un hombre de avanzada edad que nos invitaba a cubatas para todos, que fueron muy bien recibidos por nosotros, aunque quizás no tanto por su tarjeta de crédito que esa noche debió sacar humo de verdad.

  

Unos bailes, unos saltos y el bar lo teníamos bajo control. Pero se hicieron las 3 y según la ley noruega, toca bajar la persiana en todos los bares y discotecas. Así que en un plis plas, volvíamos a estar peregrinando en la calle. Al darnos cuenta de que en un país civilizado como Noruega se cumple la ley a rajatabla y que nada queda abierto hasta el amanecer, Elisabeth tuvo el detalle de invitarnos a su casa. La negativa del grupo fue unánime!, no queríamos destrozar su casa. Ella, sorprendida, insistió varias veces y nosotros seguíamos negándonos haciendo hincapié de lo mal que nos podemos llegar a comportar con unos pelotis de más. Finalmente alguien tomó la decisión de que lo mejor sería hacerle caso.

  

Su casa era un auténtico palacete en medio de la city, repleta de habitaciones y sofás, un auténtico lujo para los diamantinos. Héctor se retiró a dormir, Sergi cayó de inconsciencia en un sillón mientras el resto le íbamos poniendo nuestras pertinencias, ya fueran calcetines, zapatillas, etc.… Aunque el resto teníamos asientos de sobras para estar bien cómodos, optamos por el corrillo en el suelo de madera. Ella continuaba alucinada, de cómo un grupo de españoles se iba a Svalbard, y en un ataque de determinación, casi la convencimos para ocupar los dos billetes que nos sobraban y juntarse con el grupo. No lo pudimos lograr. La culpa fue de SAS que a las 5 de la mañana no atendían al cliente (y eso que te "aseguran" atención las 24 horas!). En cualquier caso, le prometimos que uno de nuestros objetivos era hacer un iglú y si lo cumplíamos lo bautizaríamos con su nombre. (Léase el resultado de tal operación en las próximas páginas…)

 

   25 abril 2009: FRANKFURT – OSLO / OSLO – LONGYEARBYEN. El diamante pone pie en Svalbard

Eran las 6 de la mañana, los ánimos nocturnos se habían calmado, las consciencias volvían a su sitio y el día ya había amanecido. Sin haber dormido nada, nos dirigimos a desayunar al puerto de Oslo. Directamente compradas del barco, un par de quilos de gambitas saciarían nuestro hambre matutino <1kg 80NOK>.

   

La gente nos miraba con asombro, por el jaleo que montábamos 11 personas comiendo gambas a esas horas en el puerto. Mientras Capello y Dipasi, con la compañía de Elisabeth, se fueron a la estación a recuperar nuestros líquidos tonificantes de la taquilla, el resto continuamos por el puerto hasta encontrar un apeadero cerrado. Tardamos muy poco en tumbarnos en sus bancos y el silencio hizo acto de presencia. Un poco de descanso nos iba a venir bien. Abrimos un ojo y vimos como un securata nos daba los muy buenos días y nos invitaba gentilmente a desalojar el sitio. Con la misma educación le respondimos y salimos a tumbarnos a los mismo bancos, pero en la calle. Dieron las 10. El sol ya picaba, Jose y Capello estaban dándolo todo con sus “refrescos” y Elisabeth ya se había marchado.

Media mañana, y entre la alteración de unos y el cansancio de otros, continuábamos en el puerto. La bandera del Mcdonalds fue ondeada más que nunca y al Sergi parecía que quería rebajar su estado trompista durmiendo como los faraones. Tumbado en un banco de un bar, fue avasallado por una pirámide de sillas que le cayó del cielo. Unos menús del Macca nos llenaron de grasita suficiente antes de dirigirnos al aeropuerto donde María tenía que aterrizar en breve. <Vuelo Frankfurt International 11:05 – Oslo Gardermoen 12:55, vuelo LH3132; Oslo Gardermoen 09:35 – Frankfurt International 11:45; vuelo LH6231;  90 EUR www.lufthansa.com>

Fue llegar y teníamos a nuestra capitana a punto de emprender la aventura svalbardiana. Preparada con su mochila, ya teníamos todos los jugadores del equipo, la alineación titular, los 11 al completo.  Con la táctica estudiada, como siempre a última hora y con las chuletas oportunas, la puerta de embarque nos esperaba. Sentados dentro del avión y mientras las azafatas hacían su particular show, los monitores mostraban los datos del viaje: temperatura de salida, Oslo 19ºC, temperatura de llegada, Longyearbyen -13ºC…bufff!! Lo que nos esperaba… <vuelo Oslo Gardermoen – Longyearbyen Airport, departure time: 16:20 ; arrival time: 20:45 ; 271 EUR www.flysas.com>-

Hicimos parada en Tromso (18:50 horas, 5°C). El hambre apretaba y a alguien se le ocurrió hacer unos bocadillos de chorizo, lo que hizo movernos arriba y abajo del avión, revoloteando al personal de vuelo en busca de tan deseado manjar. Una vez listo el avión, despegamos de nuevo rumbo al Ártico. Esos días en Tromso, había una conferencia mundial sobre el cambio climático con la presencia de personalidades de todo el planeta, por ejemplo el excandidato a la casa blanca Al Gore. Precisamente debido a esa convención, durante ese segundo viaje entablé conversación con una diplomática noruega del ministerio de asuntos exteriores, la cual hacía un viaje relámpago a Svalbard. La mujer, al escuchar nuestro “plan” de viaje, lo flipó y sólo hacía que repetirme que sin alojamiento, ni armas contra los osos, no podríamos aguantar mucho allí arriba. La emplacé a la sección de sucesos del diario de Svalbard para que leyera el fin de nuestra historia al cabo de una semana. Como todos sabéis el final fue feliz, sin bajas que lamentar.

La llegada a Svalbard fue espectacular. Acercándonos al archipiélago, el paisaje de desierto blanco se acrecentaba y las montañas puntiagudas destacaban en medio de un mar helado y una tierra completamente blanca de nieve virgen, precioso. Aterrizamos a la hora prevista y después de un primer contacto directo con el frío del ártico entramos en la terminal. Presidiendo la sala de recogida de equipajes, alrededor de la cinta, había un señor oso polar disecado, con un mirada poco amistosa, como si quisiera advertirnos de que estábamos entrando en un territorio no humano, en el reino del oso polar. A sus pies mi presidente!


Las islas Svalbard fueron descubiertas en el 1596 por el navegante holandés Wilhelm Barentsz, el cual bautizó a
la más grande de ellas como Spitsbergen ("montanas puntiagudas"). Están situadas a menos de 1000km del polo norte y su nombre significa "costa frías". El sol de medianoche empieza el 20 de abril y no se esconde hasta el 23 de agosto, mientras que la oscuridad absoluta dura del 26 de octubre al 15 de febrero. Durante siglos la pesca de ballenas, morsas, leones marinos hizo de estas islas la base pesquera de ingleses, holandeses, escandinavos y sobretodo rusos, que fueron los que durante más décadas tuvieron asentamientos permanentes. A finales del siglo XIX, las necesidades energéticas de los países occidentales fomentaron otro tipo de ocupación en Svalbard, con la creación de asentamientos para la extracción del carbón. Desde el 1920 y según el Tratado de Svalbard <Svalbard treaty, abajo el documento>, firmado por 39 países, entre los cuáles están España, Mónaco (aiii pillines!!! Se apuntan a todo lo que huele a pasta) y Afganistán, el archipiélago está bajo soberanía y administración noruegas. En las últimas décadas, el descenso de extracción de carbón ha ido cerrando minas y asentamientos respectivamente, quedando en la actualidad sólo dos permanentes, el pueblo noruego de Longyearbyen y el ruso de Barentsburg. El cambio climático y el deshielo, podrían facilitar en pocos años el acceso a nuevos yacimientos petrolíferos, con lo que lamentablemente un nuevo conflicto por el dominio del éstos será en breve la nueva realidad de Svalbard.

Svalbard Map

  Aquí el documento acerca del tratado de Svalbard (Svalbard treaty)

4 kilómetros es la distancia del aeropuerto de Svalbard a Longyearbyen y después de haber sido informados de la peligrosidad del recorrido y que el autobús nos saldría gratis, lógicamente decidimos cogerlo. La cofradía del puño cerrado no podía dejar escapar tal oferta. Pero fue subir y palmadita! 550 NOK para todo el grupo. Bueeenaaa!!

Una vez llegados al pueblo, el miedo se sintió, se intuyó y alguien soltó la frase que todos teníamos en mente: ¿qué coño vamos a hacer aquí una durante semana sin alojamiento y si solo tenemos una excursión preparada?

Según información que recibió Chema del viajero Jorge Sánchez de su viaje por Groenlandia y Svalbard en 2001, los edificios públicos estarían abiertos las 24 horas para poder alojar a la gente en caso de presencia de algún oso por la calle, y en concreto la biblioteca era nuestro lugar predilecto. Una gentil señora, con una sonrisita de haber oído ya esa pregunta, nos informó que tal lugar estaba abierto sólo de lunes a sábado hasta las 14 horas, por lo tanto descartado. Seguimos andando, probando de abrir las puertas de los locales públicos hasta que dimos con la que sería nuestra casa los días siguientes, la oficina de correos. Qué grandeza y orgullo para todo diamantino, dormir en un lugar donde tienen uno de los sellos postales más al norte del mundo (En Svalbard está el sello postal más al norte del mundo, en la base científica privada de NY-Alesund, coordenadas 78°55′N 11°56′E)

  

Eran las 10 de la noche de un sábado y aunque habíamos empezado muy fuerte el viaje, nuestro reloj biológico nos advertía de que tocaba salir. Unas cervecitas y unas pizzas nos esperaban en el Kroa <Boks 150 / 9171 Longyearbyen
e-post: post@kroa-svalbard.no Tel. 79 02 13 00 / Faks 79 02 35 86>, uno de los pocos restaurantes de Longyearbyen, situados como todos en la calle principal. María y yo habíamos ido a correos a recoger los cargadores, cuando de repente oímos ruido de alguien entrando en nuestra casa. Escondidos debajo del mostrador, nos encontramos allí, todo recto, un noruego grandullón que llevaba un taja de campeón olímpico. Después de darnos cuenta que no era ningún policía y escuchar su afición por el FC Liverpool de fútbol y en especial por el niño Torres, lo apadrinamos y nos lo llevamos con el grupo. Unas cervecitas le alegrarían aún más la noche polar. Su borrachera era tal, que sus palabras estaban poco coordinadas, pero llegamos a entender que el hombre, de nombre Knut, llevaba ya 6 años viviendo en Svalbard. Trabajaba de carpintero y se había desplazado al archipiélago, para conocer y entender el pueblo donde su hermano vivió y trabajó como minero hasta que un accidente en la mina acabó con su vida…

Las pilas estaban recargadas y la próxima estación, sería conocer la discoteca más al norte del mundo <Disco Huset>, todo un sello que a los amantes de las movidas nocturnas nos merecíamos experimentar a fondo. Después de una buena pateada en medio de la nieve, llegamos a la casa, la cual era un bar con zona de baile. Al llegar el ambiente estaba muerto, pero no tardó en animarse el cotarro… y vaya si se animó! A la que nuestro querido DJ Sai le metió caña, los noruegos empezaron una serie de bailes, dando vueltas al personal como si fueran autenticas peonzas. Qué mareo!

Como no, nos dieron las 4 y quienes fueron los encargados de chapar el garito?… bingo! No era para menos, no se cierra la disco más al norte del planeta cada día. El civismo de los noruegos se demostró a la salida. A parte de los típicos borrachos haciendo travesuras en manga corta a -15 ºC, en Svalbard está prohibido circular en motos de nieve ebrio y aunque no había controles de alcoholemia, ni policía alguna, nadie se montó en las motos de nieve, sino que la gente volvía en taxi o se pegaba el pateo de vuelta… Chapeau! Bien abrigaditos y tocaditos, tocaba pateada de vuelta. Durante ese trayecto, María, única chica del grupo, experimentó la primera dificultad femenina del viaje, mear ! Y es que no es fácil bajarse los pantalones a -15 ºC, sin ningún sitio para esconderse y expulsar los líquidos inferiores …
 

 

Pagina   1 2 3 4 5