24 abril 2009: DÜSSELDORF – OSLO / MADRID – OSLO / GIRONA – OSLO.
Qué empiece la función!
Eran las 3 de la tarde de un soleado viernes 24 de
abril de 2009, cuando bien acompañado por las espectaculares vistas
de mi Kölner Dom, me tomaba el último almuerzo antes de emprender un
viaje diferente al resto, con el desconocimiento de saber que nos
encontraríamos en las latitudes polares de Svalbard.
Con 23ºC de temperatura y cargado con un macuto
repleto de la ropa más abrigada que os podáis imaginar, me dirigí a
coger el tren hacía el aeropuerto de Düsseldorf <tren Köln Süd–
Düsseldorf Flughafen; 54’; 19,50EUR à 8,75EUR con Bahncard 50
www.bahn.de> , donde me encontraría con Mr Alaaf 2009, Saúl <Tren
Aachen – Düsseldorf Flughafen; 1h45’; 8,90 EUR>. Unos vinitos nos
dieron fuerzas antes de embarcar y después de solventar mi pérdida
de tarjeta de embarque, nos sentamos placenteramente en la parte
trasera del avión. Se apagaron las luces del avión y era momento de
empaparnos tranquilamente de toda la lectura svalbardiana que
llevábamos encima. (Düsseldorf flughafen 19:55 – Oslo Gardermoen
21:45, vuelo DY1133, 131,3 EUR ida/vuelta).

Sin ninguna inconveniente llegamos a
Oslo. La noche era de lo más calida, así que tocaba fichar en el
taxfree para cargar con unos “refrescos” que nos ayudaran a pasar la
noche por el centro. Después de que nos la metieran doblada con la
taquilla del aeropuerto <3 bultos x 70 210 NOK para 24h>, nos esperaba
pacientemente el bus, con un conductor venezolano que nos dejó pasar
con billete de estudiante después de explicarle un rollo poco
verídico que el DNI y student card eran los mismo. Su carita ya
reflejaba duda, pero le caímos en gracia y recuperamos parte del
dinero que palmamos en taquilla <Bus Oslo
Gardermoen – Oslo City
150 NOK / 270 NOK return ticket ; 75NOK/150NOK con carnet de estudiante;
www.flybussen.no>.
El lugar elegido para empezar la noche era la céntrica calle de
Karl-Johann Gata, donde iniciamos un botellón en los jardines a la
espera del resto de viajeros <Madrid Barajas 18:25 – Frankfurt
International 21:05 vuelo LH2601 ; Frankfurt International 21:55 –
Oslo Gardermoen 23:45 vuelo LH3136, 179,40 EUR ida/vuelta>, Tren express al centro
de Oslo desde Gardermoen 19´ 170NOK/330NOK return ticket
www.flytoget.no>. Y Santi
que volaba desde Girona - Oslo con el tren
http://www.nsb.no
de Torp - Oslo.
Ese día celebraban en Oslo las fiestas de graduación
y es tradición en Noruega de vestirse con un mono rojo al estilo
Super Mario Bros lleno de parches multicolor. A los estudiantes
graduados se les llama Russ y deben llevar el mono durante 3 semanas
seguidas para todas las actividades que hagan, desde ir de fiesta,
como ir al super o subir un montaña. Imaginaros que ya había alguno
que ese día lo dejaba bien rociado de caldos intestinales. No
sabemos la razón, pero esos jardincitos eran una atracción para
todas las chicas, que sin vergüenza alguna, se acercaban a descargar
sus líquidos inferiores. En alguna ocasión, tuvimos que alertar de
nuestra presencia, para evitar alterar el orden público o púbico.

A la 1 y media de la noche llegó el grueso de
viajeros. No se les vió, ni se les intuyó, pero sí se les oyó de
lejos. El equipo se ha había agrupado y tocaba continuar con el
botellón bien acompañados de unos pelotis. El tema estrella de
discusión fue la maleta de Dipasi que no llegó a destino y sobretodo
su anorak plumas, que poco a poco se iba convirtiendo en un de los
fetiches del viaje. En pleno auge de botellón, de repente apareció
Elisabeth, una simpática chica noruega que hablaba un perfecto
español. La chica había vivido un tiempo en Madrid, así que la
integración en el grupo fue total. Elisabeth nos llevó al
bar John’s, donde gracias a ella entramos gratis (Universitetsgata
26, 0162
Oslo, Norway 23 35 63 10) y sin razón aparente se nos juntó un
hombre de avanzada edad que nos invitaba a cubatas para todos, que
fueron muy bien recibidos por nosotros, aunque quizás no tanto por
su tarjeta de crédito que esa noche debió sacar humo de verdad.

Unos bailes, unos saltos y el bar lo teníamos bajo
control. Pero se hicieron las 3 y según la ley noruega, toca bajar
la persiana en todos los bares y discotecas. Así que en un plis plas,
volvíamos a estar peregrinando en la calle. Al darnos cuenta de que
en un país civilizado como Noruega se cumple la ley a rajatabla y
que nada queda abierto hasta el amanecer, Elisabeth tuvo el detalle
de invitarnos a su casa. La negativa del grupo fue unánime!, no
queríamos destrozar su casa. Ella, sorprendida, insistió varias
veces y nosotros seguíamos negándonos haciendo hincapié de lo mal
que nos podemos llegar a comportar con unos pelotis de más.
Finalmente alguien tomó la decisión de que lo mejor sería hacerle
caso.

Su casa era un auténtico palacete en medio de la city,
repleta de habitaciones y sofás, un auténtico lujo para los
diamantinos. Héctor se retiró a dormir, Sergi cayó de inconsciencia
en un sillón mientras el resto le íbamos poniendo nuestras
pertinencias, ya fueran calcetines, zapatillas, etc.… Aunque el resto
teníamos asientos de sobras para estar bien cómodos, optamos por el
corrillo en el suelo de madera. Ella continuaba alucinada, de cómo
un grupo de españoles se iba a Svalbard, y en un ataque de
determinación, casi la convencimos para ocupar los dos billetes que
nos sobraban y juntarse con el grupo. No lo pudimos lograr. La culpa
fue de SAS que a las 5 de la mañana no atendían al cliente (y eso
que te "aseguran" atención las 24 horas!). En cualquier caso, le
prometimos que uno de nuestros objetivos era hacer un iglú y si lo
cumplíamos lo bautizaríamos con su nombre. (Léase el resultado de
tal operación en las próximas páginas…)
25 abril 2009: FRANKFURT – OSLO / OSLO –
LONGYEARBYEN. El diamante pone pie en Svalbard
Eran las 6 de la mañana, los ánimos nocturnos se
habían calmado, las consciencias volvían a su sitio y el día ya
había amanecido. Sin haber dormido nada, nos dirigimos a desayunar
al puerto de Oslo. Directamente compradas del barco, un par de
quilos de gambitas saciarían nuestro hambre matutino <1kg 80NOK>.

La gente nos miraba con asombro, por el jaleo que
montábamos 11 personas comiendo gambas a esas horas en el puerto.
Mientras Capello y Dipasi, con la compañía de Elisabeth, se fueron a
la estación a recuperar nuestros líquidos tonificantes de la
taquilla, el resto continuamos por el puerto hasta encontrar un
apeadero cerrado. Tardamos muy poco en tumbarnos en sus bancos y el
silencio hizo acto de presencia. Un poco de descanso nos iba a venir
bien. Abrimos un ojo y vimos como un securata nos daba los muy
buenos días y nos invitaba gentilmente a desalojar el sitio. Con la
misma educación le respondimos y salimos a tumbarnos a los mismo
bancos, pero en la calle. Dieron las 10. El sol ya picaba, Jose y
Capello estaban dándolo todo con sus “refrescos” y Elisabeth ya se
había marchado.
Media mañana, y entre la alteración de unos y el cansancio de otros,
continuábamos en el puerto. La bandera del Mcdonalds fue ondeada más
que nunca y al Sergi parecía que quería rebajar su estado trompista
durmiendo como los faraones. Tumbado en un banco de un bar, fue
avasallado por una pirámide de sillas que le cayó del cielo. Unos
menús del Macca nos llenaron de grasita suficiente antes de
dirigirnos al aeropuerto donde María tenía que aterrizar en breve.
<Vuelo Frankfurt International 11:05 – Oslo Gardermoen 12:55, vuelo
LH3132; Oslo Gardermoen 09:35 – Frankfurt International 11:45; vuelo
LH6231; 90 EUR www.lufthansa.com>

Fue llegar y teníamos a nuestra capitana a punto de emprender la
aventura svalbardiana. Preparada con su mochila, ya teníamos todos
los jugadores del equipo, la alineación titular, los 11 al
completo. Con la táctica estudiada, como siempre a última hora y
con las chuletas oportunas, la puerta de embarque nos esperaba.
Sentados dentro del avión y mientras las azafatas hacían su
particular show, los monitores mostraban los datos del viaje:
temperatura de salida, Oslo 19ºC, temperatura de llegada,
Longyearbyen -13ºC…bufff!! Lo que nos esperaba… <vuelo Oslo
Gardermoen – Longyearbyen Airport, departure time: 16:20 ; arrival
time: 20:45 ; 271 EUR www.flysas.com>-
Hicimos parada en
Tromso (18:50 horas, 5°C). El hambre apretaba y a alguien se le
ocurrió hacer unos bocadillos de chorizo, lo que hizo movernos
arriba y abajo del avión, revoloteando al personal de vuelo en busca
de tan deseado manjar. Una vez listo el avión, despegamos de nuevo
rumbo al Ártico. Esos días en Tromso, había una conferencia mundial
sobre el cambio climático con la presencia de personalidades de todo
el planeta, por ejemplo el excandidato a la casa blanca Al Gore.
Precisamente debido a esa convención, durante ese segundo viaje
entablé conversación con una diplomática noruega del ministerio de
asuntos exteriores, la cual hacía un viaje relámpago a Svalbard. La
mujer, al escuchar nuestro “plan” de viaje, lo flipó y sólo hacía
que repetirme que sin alojamiento, ni armas contra los osos, no
podríamos aguantar mucho allí arriba. La emplacé a la sección de
sucesos del diario de Svalbard para que leyera el fin de nuestra
historia al cabo de una semana. Como todos sabéis el final fue
feliz, sin bajas que lamentar.

La llegada a Svalbard fue espectacular. Acercándonos al
archipiélago, el paisaje de desierto blanco se acrecentaba y las
montañas puntiagudas destacaban en medio de un mar helado y una
tierra completamente blanca de nieve virgen, precioso. Aterrizamos a
la hora prevista y después de un primer contacto directo con el frío
del ártico entramos en la terminal. Presidiendo la sala de recogida
de equipajes, alrededor de la cinta, había un señor oso polar
disecado, con un mirada poco amistosa, como si quisiera advertirnos
de que estábamos entrando en un territorio no humano, en el reino
del oso polar. A sus pies mi presidente!
Las
islas Svalbard fueron descubiertas en el 1596 por el navegante
holandés Wilhelm Barentsz, el cual bautizó a
la más grande de ellas
como Spitsbergen ("montanas puntiagudas"). Están situadas a menos de
1000km del polo norte y su nombre significa "costa frías". El sol de
medianoche empieza el 20 de abril y no se esconde hasta el 23 de
agosto, mientras que la oscuridad absoluta dura del 26 de octubre al
15 de febrero. Durante siglos la pesca de ballenas, morsas, leones
marinos hizo de estas islas la base pesquera de ingleses,
holandeses, escandinavos y sobretodo rusos, que fueron los que
durante más décadas tuvieron asentamientos permanentes. A finales
del siglo XIX, las necesidades energéticas de los países
occidentales fomentaron otro tipo de ocupación en Svalbard, con la
creación de asentamientos para la extracción del carbón. Desde el
1920 y según el Tratado de Svalbard <Svalbard treaty, abajo el
documento>, firmado por
39 países, entre los cuáles están España, Mónaco (aiii pillines!!!
Se apuntan a todo lo que huele a pasta) y Afganistán, el
archipiélago está bajo soberanía y administración noruegas. En las
últimas décadas, el descenso de extracción de carbón ha ido cerrando
minas y asentamientos respectivamente, quedando en la actualidad
sólo dos permanentes, el pueblo noruego de Longyearbyen y el ruso de
Barentsburg. El cambio climático y el deshielo, podrían facilitar en
pocos años el acceso a nuevos yacimientos petrolíferos, con lo que
lamentablemente un nuevo conflicto por el dominio del éstos será en
breve la nueva realidad de Svalbard.

Aquí el documento
acerca del tratado de Svalbard (Svalbard treaty)
4 kilómetros es la distancia del aeropuerto de Svalbard a
Longyearbyen y después de haber sido informados de la peligrosidad
del recorrido y que el autobús nos saldría gratis, lógicamente
decidimos cogerlo. La cofradía del puño cerrado no podía dejar
escapar tal oferta. Pero fue subir y palmadita! 550 NOK para todo el
grupo. Bueeenaaa!!
Una vez llegados al pueblo, el miedo se sintió, se intuyó y alguien
soltó la frase que todos teníamos en mente: ¿qué coño vamos a hacer
aquí una durante semana sin alojamiento y si solo tenemos una
excursión preparada?
Según información que recibió Chema del viajero
Jorge Sánchez de su viaje
por Groenlandia y Svalbard en 2001, los edificios públicos estarían
abiertos las 24 horas para poder alojar a la gente en caso de
presencia de algún oso por la calle, y en concreto la biblioteca era
nuestro lugar predilecto. Una gentil señora, con una sonrisita de
haber oído ya esa pregunta, nos informó que tal lugar estaba abierto
sólo de lunes a sábado hasta las 14 horas, por lo tanto descartado.
Seguimos andando, probando de abrir las puertas de los locales
públicos hasta que dimos con la que sería nuestra casa los días
siguientes, la oficina de correos. Qué grandeza y orgullo para todo
diamantino, dormir en un lugar donde tienen uno de los sellos
postales más al norte del mundo (En Svalbard está el sello postal
más al norte del mundo, en la base científica privada de
NY-Alesund, coordenadas 78°55′N 11°56′E)

Eran las 10 de la noche de un sábado y aunque habíamos empezado muy
fuerte el viaje, nuestro reloj biológico nos advertía de que tocaba
salir. Unas cervecitas y unas pizzas nos esperaban en el Kroa <Boks
150 / 9171 Longyearbyen
e-post: post@kroa-svalbard.no Tel. 79 02 13 00 / Faks 79 02 35 86>,
uno de los pocos restaurantes de Longyearbyen, situados como todos
en la calle principal. María y yo habíamos ido a correos a recoger
los cargadores, cuando de repente oímos ruido de alguien entrando en
nuestra casa. Escondidos debajo del mostrador, nos encontramos allí,
todo recto, un noruego grandullón que llevaba un taja de campeón
olímpico. Después de darnos cuenta que no era ningún policía y
escuchar su afición por el FC Liverpool de fútbol y en especial por
el niño Torres, lo apadrinamos y nos lo llevamos con el grupo. Unas
cervecitas le alegrarían aún más la noche polar. Su borrachera era
tal, que sus palabras estaban poco coordinadas, pero llegamos a
entender que el hombre, de nombre Knut, llevaba ya 6 años viviendo
en Svalbard. Trabajaba de carpintero y se había desplazado al
archipiélago, para conocer y entender el pueblo donde su hermano
vivió y trabajó como minero hasta que un accidente en la mina acabó
con su vida…
Las pilas estaban recargadas y la próxima estación, sería conocer la
discoteca más al norte del mundo <Disco
Huset>, todo un sello que a los amantes de las movidas nocturnas
nos merecíamos experimentar a fondo. Después de una buena pateada en
medio de la nieve, llegamos a la casa, la cual era un bar con zona
de baile. Al llegar el ambiente estaba muerto, pero no tardó en
animarse el cotarro… y vaya si se animó! A la que nuestro querido DJ
Sai le metió caña, los noruegos empezaron una serie de bailes, dando
vueltas al personal como si fueran autenticas peonzas. Qué mareo!
Como no, nos dieron las 4 y quienes fueron los encargados de chapar
el garito?… bingo! No era para menos, no se cierra la disco más al
norte del planeta cada día. El civismo de los noruegos se demostró a
la salida. A parte de los típicos borrachos haciendo travesuras en
manga corta a -15 ºC, en Svalbard está prohibido circular en motos de
nieve ebrio y aunque no había controles de alcoholemia, ni policía
alguna, nadie se montó en las motos de nieve, sino que la gente
volvía en taxi o se pegaba el pateo de vuelta… Chapeau! Bien
abrigaditos y tocaditos, tocaba pateada de vuelta. Durante ese
trayecto, María, única chica del grupo, experimentó la primera
dificultad femenina del viaje, mear ! Y es que no es fácil bajarse
los pantalones a -15 ºC, sin ningún sitio para esconderse y expulsar
los líquidos inferiores …