17 de
Marzo 2008: GUELMIM - TARFAYA - EL AAIÚN: Bienvenidos al Sahara!!
Estuvimos cinco horas en el
autobús (Guelmim
(2:00) – Tarfaya (7:30),
130 Dh = 11,30 €), muertos de frío,
con varios despertares que parecían sueños, a un lado el mar
azulísimo, y al otro desierto infinito. Todo envuelto por
una neblina que debe ser habitual al amanecer en esta parte
de costa al sur de Marruecos. Nos apeamos en
Tarfaya,
pueblo grandecito a una hora de
El Aaiún,
donde llega un par de veces a la semana un ferry desde
Fuerteventura. Era un sitio bastante curioso, todas las
calles de arena de desierto y bastante solitario, con el
encanto añadido de las primeras horas de la mañana en las
que todo empieza a ponerse en marcha lentamente. Solo
teníamos una hora y media para dar una vuelta y subirnos al
siguiente autobús.

Nos guardaron las mochilas en un pequeño local
que hacia las veces de estación, y sin perder un minuto nos fuimos a visitar
un fuerte inglés del siglo XIX bastante derruido, aunque en pie, sobre el
que habíamos leído en la guía.
Paco
me metió algo de caña por querer visitar
Tarfaya (me obcequé un
poco), pero cuando atravesamos el pueblo y vimos el fuerte, los dos
coincidimos en que había sido una buena idea. La fortaleza estaba metida
dentro del mar en frente de una playa desierta. Como dicen las guías, era un
“paisaje sobrecogedor”. Como la marea estaba baja se podía llegar (a primera
vista) fácilmente, así que sin dudarlo, a las ocho de la mañana (vaya frío)
estábamos en gallumbos, con la ropa y demás pertenencias en la mano
dispuestos a atacar el fuerte. No consideramos oportuno dejar las cosas en
la playa, no por miedo al robo, sino porque no nos fiábamos un pelo de la
marea, que ya se sabe que los “mesetarios” no somos doctos en asuntos del
mar.
La travesía por el agua no fue tan sencilla como
creíamos. Debido a unas piedras en el fondo y a la corriente, alguna
pertenencia acabo calada, y alguna extremidad magullada. Regresando a la
parada visitamos el museo del “Aèropostale Service”, ya que Tarfaya era una
estación de descanso para los aviones que se encargaban del servicio de
correo entre Francia y las ex-colonias de África Occidental. En un tiempo
record habíamos “visitado” la ciudad, desayunado y ya estábamos de camino a
nuestro siguiente destino. (
Autobús Tarfaya (9:00) – El Aaiún (11:00),
40 Dh
(3,50 €).

En
El Aaiún (Laayoune, en francés; capital del
Sáhara Occidental.)
sólo queríamos pasar un par de horas y seguir tirando, pero no pudo ser…Era
una ciudad bastante grande que había crecido muchísimo en los últimos años
por la instalación de numerosos cuarteles del ejército marroquí con la
intención de mantener el “orden” en el Sáhara Occidental
El conflicto del Sahara Occidental viene
coleando desde que en 1975, España se retiró de la ex -colonia. Vamos, que
más o menos, debido a la situación en aquella época, salimos por patas y
allí les dejamos tirados para que Marruecos y
Mauritania se pelearan
por ellos. De repente, había un territorio enorme que era de España, y lo
dejó allí sin dueño, entonces, ¿a quien pertenece?, ¿debería ser
independiente por si solo como afirma el
Frente Polisario?
Internacionalmente no se le reconoce como país independiente, así como
tampoco es considerado territorio marroquí. En la practica, la mayoría del
territorio del Sáhara Occidental esta bajo el control de Marruecos,
incluyendo las grandes ciudades. La zona oriental está bajo control del
Frente POLISARIO (Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de
Oro). Tras muchos intentos por parte de la comunidad internacional de poner
orden en esa zona, se supone que se llevará a cabo un referéndum entre la
población para que decidan sobre su futuro. Marruecos lleva años
entorpeciendo la convocatoria del referéndum, mientras ofrece grandes
ventajas fiscales a marroquíes para que se muden a esa zona, convirtiéndola
discretamente en Marruecos, y de esta forma asegurarse la victoria en el
referéndum.
Las personas saharauis con las que fuimos
charlando en nuestro periplo lo tenían claro, ellos no querían saber nada de
los marroquíes. Decían que les miraban por encima del hombro y que no
pintaban nada allí, pero después de tantos años de desgaste, se mascaba
cierta sensación de resignación.
Encontramos a varias personas que hablaban
español. Un ex-guardia civil español de la época de las colonias, dando otra
demostración de hospitalidad, insistió en que fuéramos a comer a su casa,
pero otra vez más, el tour no se podía parar…Lo más interesante fue el zoco
principal que ahora estaba medio muerto pero en otra época había sido un
hervidero donde nuestros legionarios calmaban todas sus sedes.
A medida que íbamos al sur los transportes se
iban complicando. A partir de este punto había muy pocos autobuses y solo
usaríamos
taxis colectivos. En Marruecos se llaman Grands Taxis, que suelen
ser Mercedes de 30
años donde viajan cuatro personas atrás y dos adelante, más el conductor.
Son bastante rápidos, tóxicos (que siempre gusta) y culturales, pero tienen
un problemilla…hasta que no se llenan no salen.

Debimos estar siete u ocho horas esperando en la
Gare Routière de El Aaiún. Tuvimos tiempo de leer guías y libros, hablar,
arreglar el mundo, joderlo de nuevo, discutir, tomarnos mil tés, pasar
calor….No habíamos caído en la cuenta de que para no sufrir un viaje de seis
horas bajo el sol del Sáhara, la gente no viaja hasta bien entrada la tarde.
Unos guiris en la estación de Grand Taxis de El
Aaiún despertaban bastante interés, y con lo abiertos y habladores que son
los marroquíes y saharauis, tuvimos ocasión de conocer muchos personajes. El
que más nos llamó la atención fue un moro viejo bien renegrido, con turbante
y chilaba que empezó a hablar con nosotros en perfecto español. Nos encantó
cuando le comentamos que íbamos a
Dahkla y nos contestó - ¿a
Villa Cisneros*?”. Al polluelo aventajado y a mí, nos gusta el pasado
colonial español, así que nos pusimos como locos. ¡¡Qué grande, españoles
hace la vida liándola alrededor del mundo!! Le preguntamos por qué hablaba
tan bien español, y nos dijo: - cuando yo nací esto era España, y por
supuesto se aprendía español - Pues eso, ¡lógica aplastante!
*Nombre de Dahkla cuando el Sahara occidental
era español
Hasta las ocho de la tarde no salimos dirección
Dahkla, ex-Villa Cisneros (
Grand Taxi,
170 Dh (14,80 €), y teníamos seis o
siete horas de viaje por delante que intentaríamos aprovechar para dormir.
Inesperadamente los planes cambiaron y la noche fue bastante movidita…
18 de
Marzo 2008: DAHKLA - NOUADIBHOU - BANC D´ARGUIN: Perdidos en Mauritania
En uno de los controles del ejército, policía o
gendarmería que abundan en el Sáhara Occidental coincidimos con dos
chavales franceses, uno de origen marroquí, Kalim, y el otro de origen
tunecino, Driss. Iban con sendos Mercedes 190D rumbo a la frontera con
Mauritania. Se los habían vendido a un mauritano que se encargaría de pasar
el control fronterizo. Uno de los franceses nos ofreció llevarnos directos a
la frontera (quedarían cerca de 800 km), y tras pensarlo un rato y
asesorados por los policías, el taxista, y nuestros compañeros de transporte
aceptamos y dejamos Dahkla de lado.

Nos subimos los dos en uno de los coches, y
¡madre mía!, ¡vaya pirado!, ¡vaya loco!, ¡vaya fenómeno! A 160 km/h, por en
medio del desierto, de noche y sin visibilidad debido a la neblina. Para
aliviar tensiones
Paquito
y yo tuvimos que recurrir a una botellita de vino alemán que teníamos por
ahí, y que podría darnos problemas en la aduana. Estuvimos charlando unas
cuantas horas con el notas, el con su “perfecto español”, nosotros con
nuestro “perfecto francés” y asistidos por alguna palabra suelta en inglés.
Ese chaval era un fenómeno y fuimos capaces de contarnos muchísimas cosas.
Me contó todos los pormenores de cómo llevar un
coche para venderlo en Mauritania, que era uno de los trapicheos a los que
se dedicaba. Siempre un
Mercedes 190D.
Ninguno de los dos trabajaba, se dedicaban a sus cositas, y una de ellas era
un lío de tarjetas de móviles que tenían. No paraban de insistirnos en que
llamáramos a cualquier parte del mundo que no se quien lo pagaba…
El personaje Kalim era incansable, no paraba,
así que a las 4 a.m. ya estábamos a 300 km de la frontera y como no abrían
hasta las 9 a.m. nos paramos a dormir un ratillo en el coche. Yo estaba
destrozado del cansancio acumulado de los últimos días y me volví a
despertar en un restaurante a pocos kilómetros de la Mauritania. Esta última
parte de la carretera estaba flanqueada por infinidad de señales de “Peligro
minas” que daban bastante mal rollito.
Llegamos al control a las once de la mañana y
nos despedimos de los chavales. En las esperas para formalizar la salida de
Marruecos conversamos con varios senegaleses y mauritanos que llevaban más
Mercedes 190D desde Alemania, Francia, España… Nosotros aquí ya íbamos sin
vehículo y la gente lo flipaba un poco porque entre las dos fronteras hay 5
km de tierra de nadie que no corresponde ni a Marruecos ni a Mauritania, y
no teníamos coche para pasar. Por suerte, mi compi de viaje es un tipo muy
listo y sabe varios idiomas, así que entabló conversación con un mauritano
residente en Alemania que nos acercó al control mauritano.
Esos 5 km no pertenecen a ningún país, debido a
que una vez efectuado el reparto del Sahara, Mauritania no estaba interesado
en ese terreno e instaló su frontera más al sur. No había carretera y se
conducía cuidadosamente siguiendo las roderas de vehículos anteriores para
evitar las zonas de minas.

En el lado marroquí nos estamparon los
pasaportes en una improvisada oficina a la sombra de un árbol, y en el otro
lado el puesto era poco más que una caseta de obra, pero hay que reconocer
que fue bastante sencillo gracias a las ayudas de los demás viajeros. Solo
hubo que pagar 10 euros por el
visado* para Mauritania y otro sellito en el pasaporte,
¡¡¡TACA-TACA-TACA!!!
*
Visado de entrada debe solicitarse bien en la Embajada de la
República Islámica Mauritania en España, Madrid, calle Velázquez nº 90,
28006. Telf. 91 575 70 06/07 –Fax: 91 435 95 31, o bien en el Consulado
General de la R.I.M. en Las Palmas de Gran Canaria, calle Quintana, nº 14 -
Ciudad Jardin - 35005 Las Palmas de Gran Canaria - Telfs.: 928 23 48 33 y
928 23 45 00 - Fax : 928 29 31 66.
** Los turistas europeos provistos de un pasaporte en vigor pueden entrar
por la frontera terrestre norte (Nuadhibú)
adquiriendo un visado por 5.000 ouguiyas.
El puesto mauritano estaba en medio del desierto
y nuestra intención era llegar a
Nouadibhou
(segunda ciudad del Mauritania situada en la costa norte del país). Solo
había un taxista, y nos cayó muy mal porque nos quería hacer el lío, así que
por nuestros cojones que a ese no le dejamos ni un céntimo, aunque nos
tuviéramos que ir andando. Al rato pasó un camión marroquí cargado de
mandarinas y el conductor, muy majete, nos acercó al cruce con la carretera
principal (a 10 km).
No se por qué, teníamos en nuestra mente que en
el cruce habría un pueblo o algo, pero era eso, simplemente un cruce en
medio del desierto. Así que allí estábamos la parejita al solecito del
Sáhara y sin ni una
Ouguiya*. Al menos el camionero nos dejó bien provistos con una bolsa de
mandarinas. En un buen rato no pasó ningún coche y ya nos temíamos que la
obcecada nos iba a salir cara….hasta que de repente pasó un taxi toxiquísimo
cargado de gente hasta la bandera (nueve o diez personas), en el que no se
como conseguimos entrar. El trayecto constó de 60 km., por lo que se pagaron
50 Dh (unos 4,50 €. 2 horas), habiendo que bajarse un par de veces a
empujar.
*
Ouguiya: moneda mauritana 1 € = 386 Ouguiyas
(marzo 2008). 1 € = 348 Ougiyas (marzo 2009).

Estábamos en Nouadhibou, objetivo que
llevábamos anhelando desde hacia muchos kilómetros. Y sí, habíamos llegado,
pero debido a la escasísima preparación del viaje, no sabíamos ni por donde
empezar. Vimos una bandera de España ondeando a lo lejos y
Paco
insistió en que fuéramos para allá. Era el consulado* español en Nouadhibou.
Con la excusa de registrarnos, estuvimos hablando un rato con un chaval
vasco (Javier) que era el ayudante del cónsul. Le contamos cuales eran
nuestros planes y el nos fue dando información muy valiosa, desde a cuanto
estaba el cambio, hasta un buen restaurante para comer, información sobre el
visado, sitios para visitar….
*
CONSULADO GENERAL EN NOUADHIBOU. Cancillería:
Apartado de Correos: B.P. 175. Tlf. 574 53 71. Fax. 574 57 62. E-mail:
con.nouadhibou@maec.es. Cónsul General, D. Antonio Aguilar Travieso
Respecto al visado, en la frontera solo los
hacían de tránsito y que solo era válido para tres días. Nosotros solo nos
habíamos fijado en lo bonito que era nuestro flamante nuevo sello, pero no
nos habíamos detenido a leerlo. Tuvimos que ir al cuartel de la “Sureté
National”, despertar de la siesta a la persona que se dedicaba a
inmigración, hablar con el desagradable mando de turno y pagar otros 10
euros para la extensión del visado.
Una vez solucionados los siempre cansinos
asuntos burocráticos, nuestro siguiente objetivo era conseguir transporte
para visitar el Banc de
Arguin. Como es uno de los sitios más conocidos de Mauritania,
suponíamos que no íbamos a tener problemas, pero nada más lejos de la
realidad. En los últimos meses, después de la cancelación del rally
Paris-Dakar, el
turismo europeo había desaparecido casi en su totalidad. Estuvimos buscando
algún autobús, taxi colectivo o lo que fuera que nos llevara, pero no hubo
forma. También intentamos alquilar un coche, pero se nos salía del
presupuesto y hubiera sido demasiado fácil.
Como ya estábamos hartos, era tarde, y no
habíamos comido nada a parte de las mandarinas, decidimos confiar el tema
del transporte a la buena suerte e irnos a merendar donde nos habían
recomendado en la embajada. Cogimos un taxi para recorrer los 8 km de playa
que separaban el centro de la ciudad del restaurante.
El sitio elegido era un club náutico bastante
elegante en la punta del Cap Blanc. Éramos los únicos clientes y optamos por
comernos un cacho de pez cada uno, que asaron en un fuego a nuestro lado.
La broma nos costo 8000 ouguiyas (20,70 €) que para los estándares
mauritanos es un pastizal.

El pescado buenísimo y el servicio excelente,
pero lo mejor vino en la sobremesa. De origen senegalés, muy jovial y
simpático, el taxista se había sentado con nosotros durante toda la comida
contándonos un montón de cosas. Luego se nos unió el camarero y mantuvimos
una larga conversación sobre inmigración ilegal en España. Los contertulios
que nos acompañaban, no eran los clásicos listillos de la tele que opinan
sobre lo que sea, ni tampoco sabían de rollos políticos, y probablemente no
sabían, ni conocían la realidad en España, pero su “otra visión” sobre la
inmigración fue muy ilustrativa para nosotros.
Por un lado, el senegalés estaba totalmente
determinado en ir a la península, lo había intentado tres veces en patera, y
le habían pillado siempre. Que alto se reía cuando recordaba los cuatro
meses que le habían tenido en un centro de recepción de inmigrantes en
Canarias. Decía: ¡cuatro meses descansando, dándome de comer, bien cuidado y
sin hacer nada! Su vida se resumía en reunir pasta para pagarse el “billete”
en patera, que le pillaran, le devolvieran a Senegal y -hasta entonces-
vuelta a empezar. Por el otro lado, el camarero decía que él no se iba ni de
coña, en todo caso se iría si tenía un curro esperándole, que él pasaba de
ser un mauritano “clandestino”. En esta conversación aprendimos un huevo, y
la verdad es que seria muy conveniente que la gente que decide sobre estos
temas hubiera podido escucharla, y aprender en testimonios de primera mano
como va la movida.

Ya estaba cayendo la tarde así que nos
dispusimos a ir a la “estación” de larga distancia donde a esa hora salían
muchos taxis. En Mauritania, básicamente, solo hay una carretera que
atraviesa paralela a la costa el país de norte a sur enlazando
Nouakchott (capital de
Mauritania) y Nouadhibou.
Nuestro colega senegalés indicó al conductor que nos queríamos bajar en
Iwik, que era el lugar más cercano al
Banc de Arguin
desde la carretera general. El recorrido, por el tema de ahorrar, nos lo
hicimos juntos en el asiento de adelante, y vaya tortura, entre
Paquito
“el gigante inconsciente de dos metros” y la palanca de cambios…
Ya era completamente de noche y nos dejaron en
medio de la carretera, ni pueblo ni nada, había sólo cuatro casuchas en
medio del desierto. Aprovechándonos de nuestra suerte habitual, apareció un
viejo que nos indicó que podíamos tirarnos en un cobertizo vacío con el
suelo de arena. Así hicimos, sin rechistar, quedándonos dormidos como
angelitos, no en vano llevábamos cerca de 2000 km por África sin dormir
horizontalmente…
