D E L   V I A J E

B I E L O R R U S I A , L I T U A N I A  Y  P O L O N I A

 Crónica

 Enlaces de interés

 Fotos del Viaje

 Mapas

 Alineación

 Video

 Tipo de Viaje

 Itinerario

 Leyenda

 Visa

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Pagina   1 2 3 4 5

  Sábado 3 Enero: Minsk: Ésta ciudad no es para Minsk (por el frío que hace)

  Domingo 4 Enero: Minsk: Minsk, la ciudad licua-cerebros

 

 Sábado 3 Enero: Minsk: Ésta ciudad no es para Minsk (por el frío que hace)

Nos despertamos tarde. El Pichi Pagafantas y mi brother llegaban procedentes de Moscú, y baje a buscarles cuando recibí su mensaje. Mientras tanto, la gente se iba preparando para combatir un nuevo día de frío, pero esta vez tocaba hacer la calle, viajar en plan visitar.

Como era ya la hora de comer nos saltamos el desayuno y fuimos directamente al Macca (McDonalls) de la avenida principal (Nezavisimosty), mientras íbamos paseando calle abajo pasamos por la Plaza de la Victoria (Ploscha Peramohi), una gran rotonda en cuyo centro se alza orgulloso el Obelisco a la Victoria; después paramos a hacernos unas fotos en el puente que cruza el río Svislach, que por cierto estaba totalmente helado, en esta zona se encuentran dos de los principales parques de la ciudad: el Janki Kupaly y el parque infantil Gorki, en el que se puede subir a una impresionante noria para tener unas buenas vistas de la ciudad.

Paso a paso, cada uno se iba haciendo un retrato robot de lo que era Minsk, pero todos teníamos algo claro, que era una ciudad que desprendía paz, regusto comunista y limpieza, mucha limpieza. Una especie de Suiza soviética, mucho menos tóxica que las ciudades rusas, pero con claras reminiscencias comunistas en los grandes edificios almenados de hormigón, y en las amplias avenidas, a lo que hay que sumar la gran cantidad de nieve que cubría toda la ciudad. Minsk en invierno esta preciosa. (No hay que olvidar que en esta ciudad, hay gente que trabaja quitando nieve!!! pero no en plan quitanieves no, en plan una pala y haciendo montoncitos en la cera!!!)

De camino al McDonallds, continuamos viendo el Palacio de la República, frente al cual habían instalado un árbol de navidad gigante, y una pista de hielo improvisada que hacia las delicias de los más pequeños, además, justo en esta plaza se halla una placa conmemorativa del km. 0 de Bielorrusia. Cuando nos quisimos dar cuenta nos vimos dentro de un Macca atestado de gente, puedo decir sin miedo equivocarme que es el Mc Donalds* con más gente que haya visto nunca, de ahí que Sul, , Sulen y yo nos fuéramos a un restaurante que había al lado, el Café Abrikos (Nezavisimoty 23, tlf. +375 172 273 106).

* un menú completo cuesta unos 13.000 Br aprox. (3,70 €)

Tardaron tanto en servirnos las pizzas, que antes de empezar ya estaban con nosotros los sacos de pienso que habían ido al Mc Donalds, así como Jenny, una estudiante de filosofía de Minsk que habíamos conocido a través

 del Couchsurfing y que nos acompañaría para enseñarnos parte de la ciudad. Y no muy lejos de allí, continuando por la avenida principal estaba uno de los highlights de la city, el edificio de la KGB, de corte clásico y tonos pastel, no ha de ser fotografiado sino se quiere tener un problema muy serio con la policía, pero bueno, como no aprendemos nosotros le tuvimos que fotografiar varias veces.

La KGB fue el servicio de inteligencia de la antigua Unión Soviética, temido y respetado por sus métodos represivos, desapareció en 1991 cuando cayó la URSS, pero en Bielorrusia continúa manteniendo su nombre original porque fue aquí donde surgió, además se dice que mantiene los mismos métodos de espionaje de la KGB soviética. Algo que no es de extrañar teniendo en cuanto que su pr esidente Aleksandr Lukashenko no es amigo de ningún tipo de voz que se alce en su contra. Quizá el silencio y la tranquilidad que se respiran en Minsk también se deban en parte al miedo de una población resignada a no poder expresarse en contra de las medidas que se toman en su propio país.

Continuando con la visita, y tras pasar por el edificio de Correos, llegamos a la Plaza Nezalezhnastsi (Plaza de la Independencia), una moderna plaza jalonada de fuentes, y que fue inaugurada hace poco más de dos años. En sus subterráneos se construyó un centro comercial que visitaríamos al día siguiente. Entre otros edificios destacados esta el del Instituto de Cultura, que es uno de los más altos de la ciudad, y desde cuya azotea hay una vista de toda la ciudad.

A todo esto Jenny nos iba explicando todo con mucho entusiasmo, el problema es que controlar a tanto borrego junto era difícil, y realmente se la hacia poco caso, pero bueno ella en ningún momento se vino abajo por este motivo. La siguiente visita fue a las instalaciones de la Universidad Estatal de Bielorrusia (BSU), que estaban un poco muertas, y sin estudiantes, ya que era época de vacaciones. Algunos drugos hicieron una incursión al interior de una de las facultades, pero no encontraron motivo al que degradar.

  

Después de la clásica visita universitaria, nos hicimos con unos bucales de cerveza que sabían a rayos y que se bebieron a mala gana, y al poco rato se nos unió Elena, la vecina y mejor amiga de Jenny, que también pertenecía al Cocuchsurfing. Nos llevaron primero a ver una escultura de un carro tirado por caballos, en la que es típico hacerse unos posados, cosa que hicimos. Acto seguido, y tras pasar por la residencia de Aleksandr Lukashenko, un edificio al más puro estilo comunista, continuamos la visita dirección al Palacio Presidencial, que no ha de ser confundido con el Palacio de la República a pesar de su parecido tanto en nombre como en estética torrezna.

Nos despedimos de Elena y Jenny, y las emplazamos para el botellón de la noche en nuestro apartamento, mientras, continuamos caminando hasta una gran pista de patinaje que habían instalado en las cercanías del río. Nos acercamos a oler, pero como hacia frío decidimos seguir y atravesar el Svisloch, que estaba completamente helado. Para cruzarlo tuvimos que luchar unos con otros, porque los que conseguían cruzar empujaban al resto desde la orilla para que resbalasen por la superficie helada y volviesen a caer al río.

Cuando todos cruzamos, aparecimos junto a una de las iglesias más curiosas que se hayan visto, la Iglesia de Santa María Magdalena (1847), un templo ortodoxo de reducidas dimensiones, que consta de un campanario en su parte alta y de una única y amplia bóveda, siendo su planta cruciforme. Curiosamente esta pequeña iglesia se localiza sobre un pequeño islote sobre el río, la llamada Isla de las Lágrimas, un detalle del que no nos percatamos estando allí, ya que al estar todo nevado y ser de noche apenas se distinguía nada.

Al lado de la Isla de las Lágrimas, en la orilla este del río se halla el casco antiguo de la ciudad (Traetskae Prodmeste), el lugar más visitado de Minsk, ya que se reconstruyó para recrear las viviendas de los ss. XVII y XVIII. Es una zona adoquinada con muchas casitas de diferentes colores, en la que se localizan algunos de los mejores restaurantes de la ciudad. Hecha la pertinente visita continuamos hacia casa, y de camino pasamos por el edificio de la Opera y Ballet de Minsk, y por la Plaza de la Victoria, en una gran peregrinación endurecida por el frío minskense.

Después de la fría visita, volvimos a casa, donde empezó el carrusel de duchas, ¡venga mas!, Faustino* que pase el siguiente. Mientras, los duchados iban fabricando las primeras bombitas, que si un vodka con naranja por aquí, que si un wiskola por allá, que si el zumo de tomate tiene grumo, etc… Entre unas cosas y otras fueron llegando las invitadas a casa, primero llegaron Jenny, Elena y Nana, las tres amigas y miembros del Couchsurfing; después llego, con su sobriedad habitual, Olga, la profesora de español.

* popular personaje de nuestra infancia en el barrio de Aluche, era el padre de Marcelo, dependiente de Raumi, la tienda de chucherías de la calle Ocaña, la que posteriormente se llamaria Tomasita. Hizo popular la frase ¡venga mas.,,!. Por ejemplo los niños le decían: “Faustino, me pones una fresa, un regaliz…, y el con su voz de ogro les replicaba, venga mas..!!!”. Como diciendo venga coño que no tengo todo el día para estas gilipolleces.

  

La sobremesa copera fue transcurriendo con normalidad, destacando las imitaciones de Ra Fary – “en un momento de arte, en un momento de gloria; deja a los chavales camelar, si quieren camelar, que camelen…”. Un autentico crack del chuzismo. Las propiedades del zumo de tomate también dieron mucho juego. Entre tanto, Jenny y Nana ya se habían marchado a casa porque trabajaban al día siguiente, y a nosotros nos habían dado casi las dos de la mañana y ahí seguíamos. Levantamos nuestros sucios culos y nos fuimos en taxi (15.000 Br) dirección NLO (UFO) (Yakuba Kolasa 37), la discoteca en la que la noche anterior se nos había denegado el acceso.

Y que pasó, pues lo mismo, que no pegábamos ni con cola en ese ambiente de visones, cueros, y botas de tacón de aguja, así que repetimos la jugada maestra del día anterior,  nos fuimos al Max Show. (Nezavisimosty 73. Entrada: 35.000 Br = casi 10 € ). Allí lo de siempre vodkas, pitillos y contoneos varios, algunos con bailes nuevos importados, como Chucho que traía un repertorio a lo Jamiroquai con el que parecía haber superado sus problemas de descoordinación.

El caso es que dio el cierre y la gente con su castañazo fue llegando a casa como buenamente pudo, algunos rezagados que habían tenido problemas con su GPS venían con una fémina, la llamada Bruja Lola o Brujita Verón, según el prisma con el que se la mirase. La muchacha les había ayudado a encontrar la calle y había subido con la única e insana intención de tomarse la última copa. Pero lo que se encontró no solo fue eso, sino que además pudo disfrutar de un espectáculo de variedades a cargo del Diamante es Carbón, digno de una revista de José Luís Moreno. Otros por el contrario, llegaron antes de tiempo, y tuvieron que dormir en la escalera, en el suelo de piedra frio como el hielo!!! este fue el caso de Ra, Saúl y Chema.

Y digo esto, porque la gente a esas horas estaba totalmente engorilada y desatada: se rompían puertas, se desgarraban cortinas, y se jodían sofases a parte del espectaculo escrotal que ahí tuvo lugar. Y cada cierto tiempo entrábamos a la cocina, bailando la conga, el Camaleón de King Africa, o Bombaaaaa!; con unos vestuarios de coña, el que no iba ensotado, llevaba una enagua por ropa interior, el que no llevaba un huevo fuera, llevaba los dos; y a todo esto la pobre mujer, la Brujita Verón, testigo incrédulo de todo este carnaval, sólo hacia tres cosas: beber, pitillear y deshuesarse; creo que no olvidara ese día en su vida.

Acabado el espectáculo la mujer se marcho, con más pena que gloria, hubo unas ultimas peleas tipo Royal Rumble, las tipicas y ya conocidas comunas estilo setas en el Vondel Park, unos encima de otros amasadisimos, la gente con fracturas, y esguinces de hígado. Despues de esto la gente se fue a dormir donde buenamente pudo.

 Domingo 4 Enero: Minsk: Minsk, la ciudad licua-cerebros 

Amaneció un domingo soleado, Sul Nervioskaya, haciendo gala de que su carne tiene mucho nervio, se levantó el primero y se marchó en solitario a ver Minsk. Una hora después los Alba BROS, guiados por la inanición salimos en busca de comida, y al rato el resto del grupo también estaba expuesto a los -12 grados con que nos obsequió la capital bielorrusa esa “calida” mañana soleada. En la plaza de la Victoria, tuvo lugar otro de los famosos ritos de los Diamantinos, los ya conocidos "Saltos por el Mundo".

La visita fue calcada a la del día anterior, salvo la de Sul, que por aquello de no perder dinero fue el único en visitar el Museo de la Gran Guerra Patriótica (Nezavisimosti 25 A; horario: de martes a domingo de 10 a 17 h., los lunes cierra). Como el riego no nos daba para más, el sitio elegido para comer fue el mismo que el de la jornada anterior, el Mc Donalds, que estaba igual de atestado que un día antes. Comidos y jodidos de tanta parranda, continuamos hasta la Plaza Nezalezhnasti o Plaza de la Independencia, pasando por delante del edificio de la KGB otra vez. ¡Si señor!, a esto se le llama amortizar un viaje.

En la Plaza de la Independencia, donde se encuentra el edificio del Gobierno de Bielorrusia, introdujimos dos nuevas variantes, en primer lugar visitamos la Iglesia católica de San Simón y Santa Elena (1910), una de las más emblemáticas de la ciudad, a pesar de que el 80% de la población de Bielorrusia es ortodoxa; la segunda variante fue la visita al Stalica, un centro comercial totalmente occidentalizado que hay en los subterráneos de la plaza.

Finalmente después de deambular por las galerías subterráneas, por un curioso submundo que esconde Minsk bajo sus pies, y de pasar por la Universidad, llegamos a la estación central, nuestra misión ahora era decidir donde íbamos al día siguiente, puesto que era nuestra última noche en la capital de Bielorrusia.

Con el cansinismo que llevábamos y con el castigo cerebral al que nos estábamos sometiendo, la decisión sobre donde comprar el billete de tren nos iba a llevar cerca de dos horas. El desconocimiento generalizado que teníamos todos a cerca del país agravaba aun más la situación, por lo que no nos quedó más remedio que leer la Lonely en alto para al menos tener una base, eso sí mala, de información que nos sirviese para decantarnos por algún lugar.

Aunque no es costumbre nuestra lo de leer en plan predicador las guías, esta vez fue necesario. A partir de esta lectura iban a surgir dos propuestas principales: Brest y los bisontes; o Vitebsk y la dacha* en el lago Narach. Bernon du Pravia era defensor a ultranza de ir a Brest, su pasado familiar siempre ha estado marcado por el comunismo, de ahí que le atrajese mucho la idea de visitar la Fortaleza de Brest, cuya leyenda creció cuando aguantó estoicamente los feroces ataques de las tropas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, lo que le valió el distintivo de “Ciudad Heroica”.

* Las dachas son casas de campo tradicionales, generalmente de madera, aunque el nuevo concepto de dacha tiende a ser construida en ladrillo. Suelen estar edificadas a orillas de lagos, en plena naturaleza virgen, y muchos rusos y bielorrusos las utilizan como residencia de verano.

Pero la lógica decía que era mejor continuar a Vitebsk, una ciudad que nos habían recomendado varias personas, y finalizar nuestra estancia en Bielorrusia en la dacha del lago, puesto que dábamos por hecho que lo de ver bisontes iba a ser una tarea harto complicada, ya que al parecer sólo quedan 300 ejemplares en el Parque Nacional de Belavezhskaja Pushcha, y que retroceder a Brest era un atraso. (Ahora es cuando nos acordamos del tiempo de pocha que empleamos en Brest, que nos quito de ver la fortaleza que para colomo estaba cerca de la estacion, buena!!!

Finalmente llegó Olga para liar un poco más la madeja, decía que lo bonito de Bielorrusia era la parte oeste cercana a Polonia (donde estaba Brest y el Parque citado), que el este era muy feo, muy soviético, sin nada que ver. Jenny por su parte nos había dicho que Vitebsk era la ciudad que más le gustaba de Bielorrusia, y Vitebsk estaba al oeste, por lo que todo seguía liado. Entre pitas y flautas, a Chema y a nos entró como una especie de ataque de ansiedad, la famosa depresión del viajero, o eso decíamos, pero lo cierto es que estábamos algo cansados, por lo que cogimos un taxi y nos fuimos a reposar a nuestro apartamento, no sin antes comprar un par de cervezas en formato frasco de jarabe, para que veais lo malitos que estabamos jeje, bastante indigestas por cierto.

Allí, totalmente hundidos en la miseria, esperamos a que el resto del grupo llegase mientras nos contábamos nuestras penas. Al cabo de dos horas aparecieron con dos novedades, la primera era que finalmente habían comprado el billete a Vitebsk (21.000 Br = 6 €); y la segunda es que tocaba ir a cenar a casa de Olga, que iba a preparar una cena tradicional. Como buenos caballeros españoles, las botellas de vino y cerveza no faltaban en la compra previa que habían hecho los drugos del diamante.

Para ir a casa de Olga, tomamos dos taxis. La casa estaba lejos, muy lejos. Nada más llegar a los bloques comunistas, un aire de recuerdos invadió nuestras cabezas, ya que guardaban cierto parecido con los edificios chisinescos (de Chisinau, capital de Moldavia) del couchsufing del año anterior. Para la ocasión se compraron dos rosas y unas cuantas botellas de vodka, vino y zumitos de naranja para la mezcla.

El piso era bizarro, muy bizarro, eso hacia que nos gustase aún más, ya que le daba un toque cultural a la cena. En la casa no sólo estaba Olga, como se pensaba en un principio, sino que además merodeaban sus compañeras de piso, Ina que era la chica con la que vivía desde hace tiempo, y Tania, una chica muy tímida, ya que era nueva en el piso, imaginaros que idea se llevaría de la velada.

En la mesa las primeras viandas toxicas: coles, pollo con patatas, pepinillos y tomates agridulces, pan de pita artesano, las típicas bolas de dragón (empanadas mongolas al vapor típicas de Asia Central, las cuales iban acompañadas de una toxi-salsa que no estaba nada mal, parecía una salsa de yogur) y el plato estrella, o mejor dicho, el plato estrellado, un arenque crudo que tenia una pinta de anisaki de flipar, pero bueno, no estaba tan malo. Todo ello acompañado de una pinchada de vino moscatel que pillamos por ignorancia o equivocación. En definitiva, la cena estuvo muy, muy rica. ¡Muchas gracias Olga!

Entre pitis y risas, clases de inglés y degrades varios, llegó la hora de las copas, mas brindis y mas vodka, vodka a raudales, nos acabamos casi todo, como siempre y lo que nos sobró nos lo llevamos para los garitos. Un detalle mitad dato, mitad fetichista, era el abrigo que calzaba la señorita Ina, ¡joder que pelo! ¡Parecía un visón bielorruso!

Nada mas bajar del portal, Capello y Saúl empezaron a orinar en un montículo con una cuesta que daba a un descampado, fueron empujados por Chema en mitad del orín, con la consiguiente mancha-orín en los pantacas. Otro dato importante, el pedo que llevaba Binario Jesulen cuando montamos en el taxi, iban en la parte de atrás, Ina, Binario y Chema. Jesulen, que ya casi ni veía, se dio cuenta del visón que calzaba, y anonadado por tanto pelo, empezó a sobar el visón como si de una bola mágica se tratara, la chica tuvo que flipar, ya que sin querer, hacia el frote en los mismitos pectorales del abrigo.

  

Con el estómago lleno, y aquejados de varias noches de juerga teníamos claro que había que volver a salir. Era domingo noche, pero según parecía todavía eran vacaciones navideñas por lo que algo encontraríamos. En primer lugar fuimos al Casino Millenium ( Entrada: 15.000 Br = 4,25 €), donde pinchamos en hueso, puesto que no estaba ni perry. Acto seguido utilizamos la bala de la recamara, el Hotel Belarus, en los aledaños había un garito el West World Club (Entrada: 35.000 Br = 10 €), conocido por los lugareños como shaiba (pastilla de hockey), por su forma esférica y aplanada.

El sitio, al parecer, no goza de muy buena fama entre los bielorrusos, como ya le ocurría al Max Show, pero no se si es que habremos perdido el gusto, pero a nosotros con copas baratas y algo de ambiente nos basta y nos sobra. Y el sitio no decepcionó para nada, allí estuvimos dándolo todo hasta las cinco de la mañana, cuando nos fuimos a casa la mitad del grupo, el resto (Bernon, Sulen y Chema) aguantó un rato más, llevando sorpresita o bicho al apartamento.

Resulta que conocieron a un grupo de bielorrusos/as, en concreto a tres chicas y cuatro chicos, que no querían que la noche se los terminase, sino que fueran ellos quienes acabaran con ella. Como no tenían fin, al igual que nuestros mejores hombres de esa noche, los nuestros les invitaron a tomarse algo al apartamento. A sabiendas de que nuestro frigorífico estaba más que tieso, de camino pararon en un super donde se avituallaron con cinco botellas de champán (unos 2 € cada botella). Los bielorrusos daban palmas con las orejas, aunque nos intentaron sacar botellas de vino caro!!! que listillos, que si tu eres occidental que si yo soy pobre!!!

   

Como si del asalto al chalet de José Luis Moreno se tratase, los que dormíamos nos asuntamos ante tan magno escándalo, cuando el numeroso grupo hizo su aparición. Las chicas estaban totalmente perturbadas, y los cuatro chavales resulta que eran gays, Había dos emparejados, en cambio uno de ellos iba sin camiseta por el apartamento arrimando a todo aluchino que se topaba en su camino.

Es difícil describir el largo rato que este grupo tan ultra tóxico pasó en nuestra morada, pero fueron minutos de locura extrema, las chicas tenían las pupilas como un murciélago, para mi que las habían echao droga en el Cola Cao. Toda esta perturbación acabó justo en el momento en que se terminó el champán, el grupo tóxico no respondía igual sin gasolina, y como eran inacabables se marcharon todos juntos a ver si le arañaban algo más a la noche. Tuvimos un par de problemillas con ellos, ya que por lo visto uno de ellos se apodero de un Zipo que no era suyo. Como detalle, uno de los Gay´s, regalo a Chema una corbata, la cual lleva a currar con mucho orgullo, claro esta, orgullo Gay!!!

Aunque de noche quedaba más bien poco, teníamos poco más de tres horas para dormir, ya que a las 12.57 salíamos para Vitebsk. 

Pagina   1 2 3 4 5