D E L   V I A J E

B I E L O R R U S I A , L I T U A N I A  Y  P O L O N I A

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Personajes del viaje (los Hombres de Paja)

Saúl: Sul, Seul, Pichi Sul, Pichi, Pagafantas
Bernon: Bernardo Sá, Berni, Dyango
Rá: Raoner, Fary
Chema: Adrenalito, Actimel, Chemone
Capello: Capo, Bagheera
Sule: Chucho, Sulern, Sule, Chule de Couchsurfing
Kalipo (yo): Lipso, Canlos de Alba, Ricitos, Rici, Frospo

 

Introducción

Los días previos al viaje a Bielorrusia en plenas celebraciones navideñas, los familiares y conocidos nos repetían una y otra vez la misma pregunta: - “ ¿y a que coño vais a allí? , pero si por ahí hace mucho frío, y además acabáis de volver de un mes en África…” -; y la verdad es que para alguien que no haya viajado tanto, ni tenga una obsesión tan grande por los viajes como la gente del diamante se hace difícil justificar nuestra presencia en tierras bielorrusas.

Pero las razones principales para viajar en pleno invierno a estos gélidos lugares eran dos: la primera y principal fue nuestra excelente experiencia vivida el año anterior en Ucrania y Moldavia, un viaje bastante similar al que planteábamos con Bielorrusia, Lituania y Polonia; y la segunda razón fue el morbo que nos despertaba Bielorrusia, al igual que el año anterior lo había hecho la visita a Chernóbil, aunque este año el morbo consistía en “saborear” ese estado policial y comunista, esa última dictadura europea de la que tanto habíamos oído hablar y de la que poco sabíamos.

Como no queríamos que el viaje se masificara, se le puso la etiqueta de KGB Tour, o viaje de clásicos básicos. Las masificaciones en los viajes les hacen perder encanto, y nuestra experiencia del año anterior en Ucrania nos dejó claro que cinco personas, y de confianza, es un número perfecto para viajar, finalmente seríamos siete los elegidos: Ra, Bernon, Chema, Capello, Sul, Sulen y un servidor (Kalipo).

Con nuestra habitual falta de organización (cada año lo hacemos peor, o quizá mejor), cada uno se las apaño como pudo para pillarse los vuelos hasta algún lugar cercano a Bielorrusia. Yo particularmente compre un vuelo a Varsovia relativamente barato  (151 € con Lufhtansa), Chema y Ra compraron el mismo vuelo que yo, aunque regresarían dos días antes, y les salió por unos 180 €; Capello y Bernon se hicieron con un Madrid – Cracovia, que les obligaba a coger un tren de más, tanto de ida como de vuelta,  claro ejemplo de que no se mira un mapa para realizar la inversión, simplemente se hace por regla de tres, si Cracovia pertenece a Polonia invierto y punto… Eran mediados de septiembre, y ya sabíamos que el uno de enero nuestro querido bloque del 31, iba a echar de menos a unos cuantos de sus vecinos.

Por su parte Pichi Sul y Sule Albarn comenzarían su tour días antes, concretamente el 28 de diciembre, donde volaron a Estocolmo, para de allí viajar a través de Finlandia, tomar el yate del amor a Estonia y estar como unos clavos el día 31 de Diciembre en Moscú, para disfrutar de la Nochevieja moscovita, junto a Lerita, una vieja conocida de Chule de Couchsurfing. Pero esta es otra historia…

A modo de curiosidad sólo os contare el ritual que sustituye a las uvas que se sigue en Rusia, y que consiste en escribir un deseo en un papel, quemarlo, introducir las cenizas en champán, y esta mezcla después bebérsela. Según sus protagonistas el papel quemado resulta bastante indigesto, una buenaaa!! forma de empezar el nuevo año.

 

 *  Jueves 1 Enero: Madrid – Varsovia: Polonia duerme, es uno de enero 

Todo viaje tiene un principio, y en este caso ese principio coincidió con el comienzo del año, la noche anterior había sido Nochevieja, cambiábamos de año, y cada uno llegaba al aeropuerto sufriendo su propio drama personal. En mi caso tuve un sarao familiar hasta altas horas de la madrugada en casa de mis tíos que me dejo algo estocado, pero al menos el bueno de Juancar, el padre de Ra, se ofreció a llevarnos hasta Barajas en coche, por lo que Chema, su propio hijo (de Juancar) y yo salimos por un lado, mientras Capello y Bernon salieron desde su cochiquera de la calle Aldeanueva de la Vera.

Nuestro vuelo de Lufhtansa partía a las 12.30, y hacia escala en Frankfurt, donde nos separábamos en dos grupos, por un lado los que volábamos a Varsovia (Ra, Chema y yo), y por otro los que lo hacían a Cracovia (Capello y Bernon, buenaaaa!!, well done for Aluche. Precisamente estos dos últimos casi empiezan el viaje con mal pie, bueno, o más bien casi no lo empiezan, puesto que se quedaron dormidos con la enllagación de Nochevieja, y llegaron a Barajas con la hora pegada al culo y con los ojos inyectados en sangre.

Sobre el vuelo poco que destacar, el tema central de conversación giró en torno al suculento pollo a la jardinera que ofrece Lufthansa, sin lugar a dudas la comida de avión menos tóxica que he probado en una compañía aérea, se puede decir que esta hasta buena. Sin haber llegado a conciliar el sueño como Dios manda en ningún momento del trayecto, el avión aterrizo en Frankfurt a las 14.30.

Como nuestro siguiente vuelo no partía hasta las 17.10, les estuve enseñando a los chavales las fotos que había hecho durante mi viaje al Sur de África, ya que hacia escasos siete días que había vuelto de aquel precioso lugar, y casi sin darme cuenta estaba embarcando en Frankfurt en un nuevo avión con destino Varsovia. El vuelo dura algo más de una hora y media, por lo que a las 18.50 ya habíamos aterrizado en el Aeropuerto Internacional Frederic Chopin de la capital polaca. Mientras tanto, Bernon y Capo* hacían lo propio en el Aeropuerto de Cracovia, desde donde les tocaría coger un tren* hasta Varsovia.

vuelo de Bernon y Capo: Lufthansa. Madrid (12.30) – Frankfurt (14.30) --- Frankfurt (16.30) – Cracovia (18.05). Precio: 169 € i/v

tren de Bernon y Capo: Cracovia – Varsovia. Precio: 84 zl = 19 €. Duración: unas 3 horas.

En el mismo aeropuerto nos esperaba Ela Groska, una estudiante polaca de español, que habíamos contactado a través del Couchsurfing, la web que permite alojarte en las casas de gente lugareña en casi cualquier parte del mundo, una de las mejores consecuencias de la globalización, creo que todo buen viajero que se precie debería probar esta herramienta alguna vez, el concepto de viaje cambia totalmente, y siempre a mejor. A pesar del mal día en el que llegábamos (1 de Enero), Ela acepto acoger a cinco españoles resacosos por una noche, un gesto que la honra.

  

Sin más dilación cogimos el autobús nº 175* (2,80 zł.)*, que te lleva desde el aeropuerto a la Estación Central de Trenes (Warszawa Centralna)*, donde teníamos la misión de comprar los billetes para el tren que cogeríamos a la mañana siguiente con destino Minsk; cada ticket nos salio por 172,22 zł (41,30 €) – ver horarios de trenes polacos -  Después de comprar tabaco (8,05 zł el paquete de Lucky Strike), y de sacar dinero (500 zł para los cinco) nos fuimos al Metro, concretamente a la estación de Centrum, que esta a cinco minutos a pie de la Estación Central de Ferrocarril. De camino, cuando la noche se había apoderado de la ciudad, y las calles nevadas convertían a Varsovia en una ciudad más bella de lo que realmente es, pudimos ver el Palacio de Cultura y Ciencia (Pałac Kultury i Nauki) iluminado, una gran mole de 187 metros, ejemplo de la arquitectura comunista, que casi sin quererlo se ha convertido en el emblema de una de las ciudades de Europa más castigadas por las cruentas guerras del viejo continente.

La moneda polaca es el Zloty. 1 Euro (€) = 4,12 Zloty (zł.). Enero 2009; el Zloty a su vez se divide en 100 grosz. La palabra Zloty significa dorado en polaco. Esta previsto que para 2012 el Zloty deje de existir dando paso al Euro.

El Metro de Varsovia es uno de los más nuevos que existen en Europa ya que fue inaugurado en 1995. Actualmente se compone únicamente de dos líneas: la Linia I, que va de norte a sur, y la Linia II, que recorre la ciudad de este a oeste. Ela, nuestra couchsurfer vivía lejos del centro, a unos 40 minutos dirección norte, por ello tuvimos que coger el suburbano hasta Młociny, y de ahí continuar en el autobús nº 203 hasta su casa*. (Aquí podras encontrar la web con todos los Autobuses y frecuencias y paradas. Aquí, todos los mapas con mapas del transporte de la ciudad)

*Consejo: para moverse por Varsovia en transporte público, lo ideal es calcular el tiempo que vamos a estar en la ciudad. Por ejemplo si se va a estar 24 horas, lo mejor es comprarse la tarjeta para un día, que permite viajar ilimitadamente durante 24 horas tanto en el Metro como en los autobuses por un

precio de 9 zł (2,15 €). Para ver las diferentes tarifas haz click. Y aqui para ver las frecuencias y paradas.

En la estación central y con la ayuda de Ela (habla Polaco y la dependienta no habla Ingles), compramos los billetes para Minsk, con escala en Terespol. Acabada la peregrinación, y habiendo estrenado la puti - botella de vodka de Ra, llegamos a la morada de Ela, una impresionante casa de tres pisos con buhardilla.  Dejamos las mochilas y deshicimos el camino hecho para volver a la Estación Central a recoger a los dos sacos de pienso procedentes de la Cracovia. Pasadas las once llegaron nuestros drugos, venían totalmente desnutridos, y nosotros también sufríamos la típica inanición del viajero, por lo que invertimos en unos kebabs (menú 15 zł) en la propia estación. Con el estómago lleno salimos a dar una vuelta por la ciudad, convencidos ya de que esa noche no iba a haber fiesta, era uno de Enero, las calles de Varsovia estaban desiertas, y el equipo se dio por vencido, no sin antes tomarse una cerveza marca Strong de 7º de camino a casa.

Cuando el metro nos dejó en Młociny y nos disponíamos a coger el bus a casa de Ela ya eran cerca de la una de la madrugada, los autobuses habían acabado, su casa quedaba lejos, Ela trato de llamar a los taxis para que nos vinieran a recoger, no hubo éxito. Decidimos seguir andando hasta su morada a sabiendas de que nos espera una pateada de más una hora, bajo un frío de justicia (unos -10º), por suerte cuando llevábamos unos diez minutos de peregrinación pasó un taxi (carrera media 7 – 10 zł), y nos llevo en dos tandas hasta nuestro nido.

  

Estábamos bajo techo, calentitos y algo cansados, nos distribuimos en los camastros que nos habia preparado Ela, rapeamos un poco en el suelo, apagamos las luces, y a dormir. El madrugón iba a ser de órdago, nuestro tren salía a las 6.10 h, y estábamos a casi una hora de la estación.

 

   Viernes 2 Enero: Varsovia – Minsk: Llegamos a Bielorrusia: se cae el mito

La alarma sonó pronto, sin tiempo para más, nos despedimos de nuestra couchsurfer, volvimos a deshacer el camino andado la noche anterior y llegamos a tiempo a la estación para desayunar y esperar nuestro tren de las 6.10 h con destino Terespol, pequeña ciudad polaca en la que se realiza el cambio de vehiculo para entrar a Bielorrusia. Pero al llegar allí, ¡oh, no!, el tren sufría un retraso.

Tardamos tiempo en darnos cuenta de a cuantos minutos ascendía ese retraso, de ahí que estuviésemos más de una hora en el andén (peron) pateándonos mutuamente las mochilas y trolleys a -10º, algo que pasará a la historia como el “pelón en el peron”, por el frío polar que allí se pasó. Afortunadamente el tren hizo su aparición poco antes de las ocho de la mañana, casi dos horas después de lo previsto, un tren que fue hostiado por todos los miembros de la expedición.

El recorrido entre Varsovia y Terespol tiene una duración de entre tres y cinco horas, en función del tren que escojamos, incluso existen trenes nocturnos que ralentizan su velocidad para cumplir  ocho horas de trayecto. En nuestro caso llegamos pasadas las once y cuarto y cambiamos de tren, un tren muy bizarro de bancas de madera que conecta los escasos 5 km. que unen Terespol con Brest. En este tren rellenamos un pequeño formulario que se ha de entregar junto con el visado* para que las autoridades locales lo sellen, y que ha de conservarse junto al pasaporte hasta la salida del país.

*¿Cómo hacer el visado para Bielorrusia?

Como obtener el visado y la carta de invitación para Bielorrusia

Pincha en este cuadro o consulta el menu principal de la cronica VISA para ver Visa de Bielorrusia.

El convoy se paró en Brest y llegamos al punto que más temíamos antes de nuestra partida: la frontera bielorrusa. La temíamos por varios motivos: primero, de Bielorrusia se dice que tiene una policía corrupta; segundo, nuestra experiencia del año anterior en la frontera de Transnistria*, en la que las autoridades nos quisieron sacar hasta los ojos e incluso llevarnos a prisión; y tercero, nuestro visado era de grupo, es decir de seis personas, lo habíamos sacado así porque sale cinco veces más barato que haciéndolo de forma individual, pero para ello tuvimos que meter a una persona que sabíamos que no iba a ir a ese viaje, ya que nosotros éramos sólo cinco, nos faltaba uno para completar el grupo, y el elegido no fue otro que nuestro querido Ignacio Manuel Bautista, alias “Mutiu”, que puso su pasaporte a nuestra disposición para hacer el visado.

* ver viaje a Rumania, Moldavia y Ucrania (Viajes 2007).

Uno a uno, fueron cayendo todos los bulos, ideas preconcebidas y prejuicios que llevábamos sobre Bielorrusia. El trato en la frontera fue más que correcto, no se nos puso ninguna pega, no se nos exigió ningún dinero, no se vieron armas,  y sino hubiese sido por la típica lentitud de la burocrática soviética, podría haberse tratado perfectamente de la frontera de cualquier país desarrollado europeo. Y es que Bielorrusia, estaba mucho más desarrollado de lo que imaginábamos. Una vez más me volvió a invadir la misma sensación de timo que sentí cuando viaje a Irán, y comprobé que era el país más seguro que jamás había visitado. Sobre Mutiu, comentamos que estaba enfermo y que no habia podido venir, si teneis pensado, que no creo, visitar Bielorrusia, aprenderos este truco del pasaporte de grupo, ahorrareis mucho dinero.

Sin un gran patrimonio, ni grandes ciudades monumentales, sin paisajes demasiado atractivos,  Bielorrusia (o Rusia Blanca) es posiblemente el país menos turístico de las 15 republicas que en su día compusieron la Unión Soviética. Aún así, para un viajero experimentado, esta país resulta curioso por muchos aspectos, paradójicamente casi todos ellos negativos: como el hecho de ser considerada la última dictadura de Europa, el que Estados Unidos la tenga incluida en su Eje del Mal junto a países como Corea del Norte o Irán (confirmando que no dan una, y que posiblemente el eje del mal sean ellos mismos), o el hecho de que conserve la esencia comunista en sus edificios y en sus instituciones, su policía secreta continua llamándose KGB, como la temida policía secreta de la URSS.

Una vez en la estación de Brest teníamos una hora hasta que nuestro tren de las 14.10 saliese, puesto que habíamos tenido que adelantar una hora el reloj respecto a Polonia (GMT + 2). Era poco tiempo por lo que cada uno lo aprovecho para lo que buenamente pudo: sacar Rublos bielorrusos*, hacer fotos de la estación nevada, comprar unas cervezas, etc… Bueno el caso es que entre unas cosas y otras se acercaba la hora de partir y fuimos al andén a esperar al tren. Cuando dieron las 14.10 y vimos que allí ni había tren, ni había gente esperándolo, nos pusimos como locos a preguntar, y según nos dijeron resulta que había dos andenes nº 4 (el 4B y el 4N). Corrimos al nuevo andén, pero en ese momento el tren arrancaba en nuestras narices, más concretamente en la pifa de Ra, que fue el único que quizá lo hubiese podido pillar.

La moneda de Bielorrusia son los Rublos bielorrusos. 1 Euro (€) = 3.526 Rublos bielorrusos (Br). Enero 2009; el Rublo bielorruso se divide a su vez en 100 kopeks. Como dato significativo destacar que actualmente sólo hay billetes en circulación, mientras que las monedas son únicamente conmemorativas. Para conocer el cambio oficial del rublo bielorruso visita http://www.nbrb.by.

Pero bueno, no hay mal que por bien no venga, palmamos pasta y tiempo, sí, pero el plan que nos esperaba no era nada desdeñable, una clásica pochita, en una estación caliente, un gato hambriento y con unas cervezas locales. Eso sí, antes de empezar Bernon se encargo de pillar los nuevos billetes a Minsk (25.000 Br, algo más de 7 €), salíamos a las 17.07 horas, así que teníamos casi tres horas para hacer el gambitero.

La pocha  se desarrollo como siempre, degradándonos los unos a los otros, - que si se te ve el cartón, que si se te a adanizado* la frente, que si te pareces a Picasso en la época gris, que si eres polvo del camino, etc… -, y todo esto aderezado con tres ronditas de birra de medio litro. La victoria final fue para Raone, que se llevo los 30.000 Rublos de premio. Y como la hora se acercaba, recogimos todas nuestras mierdas y nos fuimos hacia el tren, por entonces ya era de noche en Brest.

* adanizado: viene de Adán, un amigo nuestro que tiene la frente como una gran loncha de salchichón.

Pasadas las cinco, la maquinaria se puso en marcha dirección Minsk, allí nos esperaban tres noches de “relajo”, algo atípico en nuestros viajes, donde estar 24 horas en un mismo lugar ya es un logro bastante importante. Sobre el viaje en tren poco puedo decir, ya que me lo pase durmiendo casi entero, mientras los otros cuatro especimenes se emborrachaban a muerte con la gente del vagón. Hubo un chaval bielorruso que acabo realmente dañado y es que se pensaba que el whisky era Aquarius.

Pero sobre lo que ocurrió en ese trayecto os puede hablar mejor uno de los implicados más dañados, José María Sánchez. Este es su testimonio:

“Lo que pasó fue algo así como, sacar las botellas, decir en inglés a una chica parecida a Alaska que sabia inglés que si quería beber, ella y sus amigas/os. Ellos beben con nosotros y echamos concursos de cantos, Ra, Bernon y yo cantamos canciones en español y ellos la repiten y luego ellos cantan la mítica de "miiiiii Bielorusiaaaaaaa"""" y nosotros la tenemos que repetir, ella, Alaska, que hace de juez, dice que los que mejor imitan y por lo tanto ganadores son los aluchinos, como no.

Cae la botella entera de Absolut de Ra, dos de whisky, y uno de ellos casi muere como consecuencia de un juego absurdo que se hizo entre vagones, las narcosalas donde se puede fumar, el juego consistía en beber grandes tragos a palo seco, hablo de tragos de whisky de mas de 10 segundos seguidos. Cuando llegamos, uno de ellos no podía ni bajar, no se, lo mismo la palmó porque le bajaron cual saco de patatas. Cuenta que eran superhombres bebiendo y que las mujeres decentes de nuestro vagón, no paraban de echarnos la bronca por las canciones y el escándalo.”

A las 21.02 horas el tren arribó en Minsk (1.900.000 hab.), la capital de Bielorrusia, es además la ciudad más grande, poblada e importante del país. Enclavada entre los ríos Svislach y el menor Niamiha, cuenta con un rico pasado cultural, habiendo estado ocupada por franceses, polacos y alemanes, hasta que finalmente en 1991, cuando se desligó de la URSS,  se convirtió en la capital de una Bielorrusia definitivamente independiente.

Una vez llegamos a Minsk, cogimos el moderno Metro en Ploscha Lenina, la parada más cercana a la Estación de trenes de Minsk-Passazhyrski. El Metro de Minsk es relativamente reciente, consta de dos líneas: la línea 1 o azul (Moskovskaya), que fue inaugurada en 1984; y la línea 2 o granate (Avtozavodskaya), que fue inaugurada en 1990. Sus paradas no son tan espectaculares como las del Metro de Moscú, pero aún así se nota claramente su estilismo soviético. El precio del viaje son 600 Br = 0,16 €.

Guiados por un amable joven que habíamos conocido en el tren, y que afortunadamente no se había estado perjudicando en el trayecto, llegamos a Ploscha Peramohi, una parada que quedaba a escasos 5 minutos de nuestro apartamento de la Nezavisimosty 44. Tardamos un rato en encontrarlo porque estaba un poco escondido, pero al final dimos con él, y allí estaba Andrei esperando a la expedición de diamantinos.

El motivo por el que decidí dormir y no participar en la fiesta salvaje durante el trayecto, es que habíamos quedado con Andrei (+375 299 088 167), el propietario del apartamento que habíamos alquilado en Minsk a través de Internet (Rent in Minsk). No era cuestión de aparecer todos a cuatro patas para que nos entregase la llave, ya que bastante favor nos había hecho alquilándonos un apartamento de cuatro para cinco personas, y además el pobre hombre no sabía que a la mañana siguiente llegaban dos más (Sulen y Sul), por lo que íbamos a ser siete en  58 metros cuadrados.

El encuentro con Andrei finalmente fue un poco desastroso, Chema y Capello, que iban tomados, se iban pegando mientras subían las escaleras del edificio, y el propio Fabio (Capello) se permitió entrar al apartamento fumando como una puta, con la consiguiente bronca del bielorruso, que le mando a fumar a la cocina. Lo cierto es que el bueno de Andrei no sabía lo que le esperaba. Le pagamos los 150 € por las 3 noches que habíamos acordado, y Andrei se marchó. No hubo que dejar depósito de ningún tipo, todo muy sencillo.

   

Nuestro apartamento. #10 Nezavisimosty ave.44 (http://www.rentinminsk.com/10.htm)

El apartamento estaba de lujo, en pleno centro, con vistas a la calle Nezavisimosty, la principal arteria de Minsk, y disponía de todo: cocina, cuarto de baño (sin privacidad), bañera, lavadora, salón con sofá abatible y tele, y el dormitorio matrimonial. Todo un lujo para nosotros, unos cutres acostumbrados a dormir en estaciones, plazas o en albergues de la peor calaña. Además al ser siete nos salía muy barato, a unos 8 euros por persona/noche.

Mientras Bernon llamaba a Olga Kakovka, una profesora de español de Minsk que nos iba a enseñar la ciudad y a sacar de fiesta, el resto nos íbamos duchando rápidamente. Preparados ya, nos bajamos hacia la parada de metro de Ploshcha Peramohi, donde habíamos quedado con nuestra guía. De camino Capo y yo, para acabar con la inanición que padecíamos compramos ocho perritos que no sabían a nada, pero que al menos hicieron base de cara a la ingesta de unidades que nos aguardaba.

Nos bajamos en la parada de Akademiya Nauk, ya que Olga nos quería llevar al NLO (UFO) (Yakuba Kolasa 37), una de las discotecas más chic de la ciudad, pero de chic se pasaba, porque cuando llegamos a las puertas vieron nuestros caretos y no les debimos gustar. Al parecer, según nos explicó después Olga, para acceder a este tipo de garitos lo más apropiado es vestir traje y zapatos, ¡ah!, y llevar dinero, puesto que la entrada son 20 $ (sin derecho a copa),  y cada consumición 10 $, vamos que casi se agradece que no te permitan entrar.

Entrada al Max Show, era cutrisima!!!

Como algunos de nosotros vestíamos zapatillas, Olga no estaba muy convencida de que pudiésemos entrar en algún sitio*, así que se le ocurrió uno que, aunque no gozaba de muy buena fama entre los bielorrusos, estaba cercano y permitía la entrada a cualquier trompa, el Max Show. (Nezavisimosty 73. Entrada: 35.000 Br = casi 10 €).

* La vida nocturna en Minsk es muy agitada, cualquier día es bueno para salir a tomar unas copas, pero los viernes y sábados son los días preferidos por los minskenses. Para saber más pincha aquí, o aquí.

La verdad es que el garito no decepcionó para nada, sin ser gran cosa, proporcionaba las dos cosas que los chavales buscábamos: gente y precios populares, siempre y cuando lo que se bebiera fuese vodka, que estaba a 5.000 Br, frente a los 20.000 Br del whisky. En resumidas cuentas, que por 10 € te podías tomar ocho vodkas.

Además de baile, copas y diversión el Max Show guardaba otro as en la manga, su espectáculo de variedades, el cual nos pilló totalmente desprevenidos. De repente la música truchonera se paró y comenzaron a aparecer bailarines perdiendo aceite por los cuatro costados, junto a doncellas de cuento, marcándose unos bailes de impresión, ni el ballet de Norma Duval lo hubiese echo tan bien. Más de uno dijo: – si se que hay esto pago el doble en la puerta -. Además Raoner fue sacado a escena lo que hizo que la actuación brillara aún más.

Después de una noche de romper la cadera una y otra vez nos dieron las seis de la mañana, hora de cierre. Con la pedrada en la cabeza nos despedimos de Olga y nos fuimos para el apartamento en taxi (10.000 Br), allí se horneo el asado para el día siguiente y después todos caímos en un profundo sueño.

 

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