Jueves 1 Enero: Madrid – Varsovia: Polonia duerme, es uno de enero
Todo viaje tiene un principio, y en este
caso ese principio coincidió con el comienzo del año, la noche
anterior había sido Nochevieja, cambiábamos de año, y cada uno
llegaba al aeropuerto sufriendo su propio drama personal. En mi caso
tuve un sarao familiar hasta altas horas de la madrugada en casa de
mis tíos que me dejo algo estocado, pero al menos el bueno de
Juancar, el padre de
Ra,
se ofreció a llevarnos hasta
Barajas en coche, por lo que
Chema,
su propio hijo (de Juancar) y
yo
salimos por un lado, mientras
Capello y
Bernon salieron desde su cochiquera de la calle Aldeanueva de la
Vera.
Nuestro
vuelo de
Lufhtansa
partía a las 12.30, y hacia escala en Frankfurt, donde nos
separábamos en dos grupos, por un lado los que volábamos a Varsovia
(Ra,
Chema
y yo),
y por otro los que lo hacían a Cracovia (Capello
y
Bernon, buenaaaa!!, well done for Aluche. Precisamente estos dos
últimos casi empiezan el viaje con mal pie, bueno, o más bien casi
no lo empiezan, puesto que se quedaron dormidos con la enllagación
de Nochevieja, y llegaron a
Barajas con la hora pegada al culo y con los ojos inyectados en
sangre.
Sobre el vuelo poco que destacar, el
tema central de conversación giró en torno al suculento pollo a la
jardinera que ofrece
Lufthansa,
sin lugar a dudas la comida de avión menos tóxica que he probado en
una compañía aérea, se puede decir que esta hasta buena. Sin haber
llegado a conciliar el sueño como Dios manda en ningún momento del
trayecto, el avión aterrizo en Frankfurt a las 14.30.
Como nuestro siguiente vuelo no partía
hasta las 17.10, les estuve enseñando a los chavales las fotos que
había hecho durante mi viaje al Sur de África, ya que hacia escasos
siete días que había vuelto de aquel precioso lugar, y casi sin
darme cuenta estaba embarcando en Frankfurt en un nuevo avión con
destino Varsovia. El vuelo dura algo más de una hora y media, por lo
que a las 18.50 ya habíamos aterrizado en el
Aeropuerto Internacional
Frederic Chopin de la capital polaca. Mientras tanto,
Bernon y
Capo* hacían lo propio en el
Aeropuerto de Cracovia,
desde donde les tocaría coger un tren* hasta Varsovia.
vuelo de Bernon y Capo: Lufthansa.
Madrid (12.30) – Frankfurt (14.30) --- Frankfurt (16.30) – Cracovia
(18.05). Precio: 169 € i/v
tren de Bernon y Capo: Cracovia – Varsovia. Precio: 84 zl = 19 €.
Duración: unas 3 horas.
En el mismo aeropuerto nos esperaba
Ela Groska,
una estudiante polaca de español, que habíamos contactado a través
del
Couchsurfing, la web
que permite alojarte en las casas de gente lugareña en casi
cualquier parte del mundo, una de las mejores consecuencias de la
globalización, creo que todo buen viajero que se precie debería
probar esta herramienta alguna vez, el concepto de viaje cambia
totalmente, y siempre a mejor. A pesar del mal día en el que
llegábamos (1 de Enero), Ela acepto acoger a cinco españoles
resacosos por una noche, un gesto que la honra.

Sin más dilación cogimos el
autobús nº
175* (2,80 zł.)*, que te lleva desde el aeropuerto a la Estación
Central de Trenes
(Warszawa
Centralna)*, donde teníamos la misión de comprar los billetes
para el tren que cogeríamos a la mañana siguiente con destino Minsk;
cada ticket nos salio por
172,22 zł (41,30 €) –
ver horarios de trenes polacos
- Después de comprar tabaco (8,05 zł el paquete de Lucky Strike), y
de sacar dinero (500 zł para los cinco) nos fuimos al
Metro, concretamente a la
estación de Centrum, que esta a cinco minutos a pie de la Estación
Central de Ferrocarril. De camino, cuando la noche se había
apoderado de la ciudad, y las calles nevadas convertían a Varsovia
en una ciudad más bella de lo que realmente es, pudimos ver el
Palacio de Cultura y Ciencia (Pałac Kultury i Nauki) iluminado,
una gran mole de 187 metros, ejemplo de la arquitectura comunista,
que casi sin quererlo se ha convertido en el emblema de una de las
ciudades de Europa más castigadas por las cruentas guerras del viejo
continente.

La moneda polaca es el Zloty. 1 Euro (€) = 4,12 Zloty (zł.). Enero
2009; el Zloty a su vez se divide en 100 grosz. La palabra Zloty
significa dorado en polaco. Esta previsto que para 2012 el Zloty
deje de existir dando paso al Euro.
El
Metro de
Varsovia es uno de los más nuevos que existen en Europa ya que
fue inaugurado en 1995. Actualmente se compone únicamente de dos
líneas: la Linia I, que va de norte a sur, y la Linia II, que
recorre la ciudad de este a oeste. Ela, nuestra couchsurfer vivía
lejos del centro, a unos 40 minutos dirección norte, por ello
tuvimos que coger el suburbano hasta Młociny, y de ahí continuar en
el
autobús nº 203 hasta su casa*. (Aquí
podras encontrar la web con todos los Autobuses y frecuencias y
paradas. Aquí, todos los mapas con
mapas del
transporte de la ciudad)
*Consejo: para moverse por Varsovia en
transporte público, lo ideal es calcular el tiempo que vamos a estar
en la ciudad. Por ejemplo si se va a estar 24 horas, lo mejor es
comprarse la tarjeta para un día, que permite viajar ilimitadamente
durante 24 horas tanto en el Metro como en los autobuses por un

precio de 9 zł (2,15 €). Para ver las diferentes tarifas
haz click. Y
aqui para ver las
frecuencias y paradas.
En la estación central y con la ayuda de
Ela (habla Polaco y la dependienta no habla Ingles), compramos los
billetes para Minsk, con escala en Terespol. Acabada la peregrinación, y habiendo
estrenado la puti - botella de vodka de
Ra,
llegamos a la morada de Ela, una impresionante casa de tres pisos
con buhardilla. Dejamos las mochilas y deshicimos el camino hecho
para volver a la Estación Central a recoger a los dos sacos de
pienso procedentes de la
Cracovia.
Pasadas las once llegaron nuestros drugos, venían totalmente
desnutridos, y nosotros también sufríamos la típica inanición del
viajero, por lo que invertimos en unos kebabs (menú 15 zł) en la
propia estación. Con el estómago lleno salimos a dar una vuelta por
la ciudad, convencidos ya de que esa noche no iba a haber fiesta,
era uno de Enero, las calles de Varsovia estaban desiertas, y el
equipo se dio por vencido, no sin antes tomarse una cerveza marca
Strong de 7º de camino a casa.
Cuando el metro nos dejó en Młociny y
nos disponíamos a coger el bus a casa de Ela ya eran cerca de la una
de la madrugada, los autobuses habían acabado, su casa quedaba
lejos, Ela trato de llamar a los taxis para que nos vinieran a
recoger, no hubo éxito. Decidimos seguir andando hasta su morada a
sabiendas de que nos espera una pateada de más una hora, bajo
un frío de justicia (unos -10º), por suerte cuando llevábamos unos
diez minutos de peregrinación pasó un taxi (carrera media 7 – 10
zł), y nos llevo en dos tandas hasta nuestro nido.

Estábamos bajo techo, calentitos y algo
cansados, nos distribuimos en los camastros que nos habia preparado
Ela, rapeamos un poco en el suelo, apagamos las luces, y a dormir. El madrugón iba a ser de
órdago, nuestro tren salía a las 6.10 h, y estábamos a casi una hora
de la estación.
Viernes
2 Enero: Varsovia – Minsk: Llegamos a Bielorrusia: se cae el mito
La alarma sonó pronto, sin tiempo para
más, nos despedimos de nuestra couchsurfer, volvimos a deshacer el
camino andado la noche anterior y llegamos a tiempo a la estación
para desayunar y esperar nuestro
tren de las 6.10 h con destino
Terespol,
pequeña ciudad polaca en la que se realiza el cambio de vehiculo
para entrar a Bielorrusia. Pero al llegar allí, ¡oh, no!, el tren
sufría un retraso.

Tardamos tiempo en darnos cuenta de a
cuantos minutos ascendía ese retraso, de ahí que estuviésemos más de
una hora en el andén (peron) pateándonos mutuamente las mochilas y
trolleys a -10º, algo que pasará a la historia como el “pelón en el
peron”, por el frío polar que allí se pasó. Afortunadamente el tren
hizo su aparición poco antes de las ocho de la mañana, casi dos
horas después de lo previsto, un tren que fue hostiado por todos los
miembros de la expedición.
El recorrido entre Varsovia y Terespol
tiene una duración de
entre tres y cinco horas, en función del tren
que escojamos, incluso existen trenes nocturnos que ralentizan su
velocidad para cumplir ocho horas de trayecto. En nuestro caso
llegamos pasadas las once y cuarto y cambiamos de tren, un tren muy
bizarro de bancas de madera que conecta los escasos 5 km. que unen
Terespol con Brest. En este tren rellenamos un pequeño formulario
que se ha de entregar junto con el visado* para que las autoridades
locales lo sellen, y que ha de conservarse junto al pasaporte hasta
la salida del país.
*¿Cómo
hacer el visado para Bielorrusia?
Pincha en este
cuadro o consulta el menu principal de la cronica VISA para ver Visa
de Bielorrusia.
El convoy se paró en
Brest
y llegamos al punto que más temíamos antes de nuestra partida: la
frontera bielorrusa. La temíamos por varios motivos: primero, de
Bielorrusia se dice que tiene una policía corrupta; segundo, nuestra
experiencia del año anterior en la frontera de
Transnistria*,
en la que las autoridades nos quisieron sacar hasta los ojos e
incluso llevarnos a prisión; y tercero, nuestro visado era de grupo,
es decir de seis personas, lo habíamos sacado así porque sale cinco
veces más barato que haciéndolo de forma individual, pero para ello
tuvimos que meter a una persona que sabíamos que no iba a ir a ese
viaje, ya que nosotros éramos sólo cinco, nos faltaba uno para
completar el grupo, y el elegido no fue otro que nuestro querido
Ignacio Manuel Bautista, alias “Mutiu”,
que puso su pasaporte a nuestra disposición para hacer el visado.
*
ver viaje a Rumania, Moldavia y Ucrania (Viajes 2007).

Uno a uno, fueron cayendo todos los
bulos, ideas preconcebidas y prejuicios que llevábamos sobre
Bielorrusia. El trato en la frontera fue más que correcto, no se nos
puso ninguna pega, no se nos exigió ningún dinero, no se vieron
armas, y sino hubiese sido por la típica lentitud de la burocrática
soviética, podría haberse tratado perfectamente de la frontera de
cualquier país desarrollado europeo. Y es que Bielorrusia, estaba
mucho más desarrollado de lo que imaginábamos. Una vez más me volvió
a invadir la misma sensación de timo que sentí cuando viaje a Irán,
y comprobé que era el país más seguro que jamás había visitado.
Sobre Mutiu, comentamos que estaba enfermo y que no habia podido
venir, si teneis pensado, que no creo, visitar Bielorrusia,
aprenderos este truco del pasaporte de grupo, ahorrareis mucho
dinero.
Sin un gran patrimonio, ni grandes
ciudades monumentales, sin paisajes demasiado atractivos,
Bielorrusia
(o Rusia Blanca) es posiblemente el país menos turístico de las 15
republicas que en su día compusieron la Unión Soviética. Aún así,
para un viajero experimentado, esta país resulta curioso por muchos
aspectos, paradójicamente casi todos ellos negativos: como el hecho
de ser considerada la última dictadura de Europa, el que Estados
Unidos la tenga incluida en su
Eje del Mal
junto a países como Corea del Norte o Irán (confirmando que no dan
una, y que posiblemente el eje del mal sean ellos mismos), o el
hecho de que conserve la esencia comunista en sus edificios y en sus
instituciones, su policía secreta continua llamándose
KGB, como la
temida policía secreta de la
URSS.
Una vez en la estación de Brest teníamos
una hora hasta que nuestro tren de las 14.10 saliese, puesto que
habíamos tenido que adelantar una hora el reloj respecto a Polonia (GMT
+ 2). Era poco tiempo por lo que cada uno lo aprovecho para lo
que buenamente pudo: sacar
Rublos bielorrusos*,
hacer fotos de la estación nevada, comprar unas cervezas, etc… Bueno
el caso es que entre unas cosas y otras se acercaba la hora de
partir y fuimos al andén a esperar al tren. Cuando dieron las 14.10
y vimos que allí ni había tren, ni había gente esperándolo, nos
pusimos como locos a preguntar, y según nos dijeron resulta que
había dos andenes nº 4 (el 4B y el 4N). Corrimos al nuevo andén,
pero en ese momento el tren arrancaba en nuestras narices, más
concretamente en la pifa de
Ra,
que fue el único que quizá lo hubiese podido pillar.
La moneda de Bielorrusia son los Rublos bielorrusos. 1 Euro (€) =
3.526 Rublos bielorrusos (Br). Enero 2009; el Rublo bielorruso se
divide a su vez en 100 kopeks. Como dato significativo destacar que
actualmente sólo hay billetes en circulación, mientras que las
monedas son únicamente conmemorativas. Para conocer el cambio
oficial del rublo bielorruso visita
http://www.nbrb.by.
Pero bueno, no hay mal que por bien no
venga, palmamos pasta y tiempo, sí, pero el plan que nos esperaba no
era nada desdeñable, una clásica pochita, en una estación caliente,
un gato hambriento y
con unas cervezas
locales. Eso sí, antes de empezar
Bernon se encargo de pillar los
nuevos billetes a Minsk
(25.000
Br, algo más de 7 €), salíamos a las 17.07 horas, así que teníamos
casi tres horas para hacer el gambitero.
La pocha se desarrollo como siempre,
degradándonos los unos a los otros, - que si se te ve el cartón, que
si se te a adanizado* la frente, que si te pareces a Picasso en la
época gris, que si eres polvo del camino, etc… -, y todo esto
aderezado con tres ronditas de birra de medio litro. La victoria
final fue para
Raone,
que se llevo los 30.000 Rublos de premio. Y como la hora se
acercaba, recogimos todas nuestras mierdas y nos fuimos hacia el
tren, por entonces ya era de noche en Brest.
* adanizado: viene de Adán, un amigo
nuestro que tiene la frente como una gran loncha de salchichón.
Pasadas las cinco, la maquinaria se puso
en marcha dirección Minsk, allí nos esperaban tres noches de
“relajo”, algo atípico en nuestros viajes, donde estar 24 horas en
un mismo lugar ya es un logro bastante importante. Sobre el viaje en
tren poco puedo decir, ya que me lo pase durmiendo casi entero,
mientras los otros cuatro especimenes se emborrachaban a muerte con
la gente del vagón. Hubo un chaval bielorruso que acabo realmente
dañado y es que se pensaba que el whisky era Aquarius.
Pero sobre lo que ocurrió en ese
trayecto os puede hablar mejor uno de los implicados más dañados,
José
María Sánchez. Este es su testimonio:
“Lo que pasó fue algo así como, sacar las botellas, decir en inglés
a una chica parecida a Alaska que sabia inglés que si quería beber,
ella y sus amigas/os. Ellos beben con nosotros y echamos concursos
de cantos,
Ra,
Bernon y
yo
cantamos canciones en español y ellos la repiten y luego ellos
cantan la mítica de "miiiiii Bielorusiaaaaaaa"""" y nosotros la
tenemos que repetir, ella, Alaska, que hace de juez, dice que los
que mejor imitan y por lo tanto ganadores son los aluchinos, como
no.

Cae la botella entera de Absolut de
Ra,
dos de whisky, y uno de ellos casi muere como consecuencia de un
juego absurdo que se hizo entre vagones, las narcosalas donde se
puede fumar, el juego consistía en beber grandes tragos a palo seco,
hablo de tragos de whisky de mas de 10 segundos seguidos. Cuando
llegamos, uno de ellos no podía ni bajar, no se, lo mismo la palmó
porque le bajaron cual saco de patatas. Cuenta que eran superhombres
bebiendo y que las mujeres decentes de nuestro vagón, no paraban de
echarnos la bronca por las canciones y el escándalo.”
A las 21.02 horas el tren arribó en
Minsk (1.900.000
hab.), la capital de Bielorrusia, es además la ciudad más grande,
poblada e importante del país. Enclavada entre los ríos
Svislach y
el menor Niamiha,
cuenta con un rico pasado cultural, habiendo estado ocupada por
franceses, polacos y alemanes, hasta que finalmente en 1991, cuando
se desligó de la URSS, se convirtió en la capital de una
Bielorrusia definitivamente independiente.
Una vez llegamos a Minsk, cogimos el
moderno Metro
en Ploscha Lenina, la parada más cercana a la Estación de
trenes de
Minsk-Passazhyrski. El Metro de Minsk es relativamente reciente,
consta de dos líneas: la línea 1 o azul (Moskovskaya), que fue
inaugurada en 1984; y la línea 2 o granate (Avtozavodskaya), que fue
inaugurada en 1990. Sus paradas no son tan espectaculares como las
del Metro de
Moscú, pero aún así se nota claramente su estilismo soviético.
El precio del viaje son
600 Br = 0,16 €.
Guiados por un amable joven que habíamos
conocido en el tren, y que afortunadamente no se había estado
perjudicando en el trayecto, llegamos a Ploscha Peramohi, una parada
que quedaba a escasos 5 minutos de nuestro apartamento de la
Nezavisimosty 44. Tardamos un rato en encontrarlo porque estaba un
poco escondido, pero al final dimos con él, y allí estaba Andrei
esperando a la expedición de diamantinos.
El motivo por el que decidí dormir y no
participar en la fiesta salvaje durante el trayecto, es que habíamos
quedado con Andrei (+375 299 088 167), el propietario del
apartamento que habíamos alquilado en Minsk a través de Internet
(Rent
in Minsk). No era cuestión de aparecer todos a cuatro patas para
que nos entregase la llave, ya que bastante favor nos había hecho
alquilándonos un apartamento de cuatro para cinco personas, y además
el pobre hombre no sabía que a la mañana siguiente llegaban dos más
(Sulen y Sul), por lo que íbamos a ser siete en 58 metros
cuadrados.
El encuentro con Andrei finalmente fue
un poco desastroso,
Chema
y
Capello, que iban tomados, se iban pegando mientras subían las
escaleras del edificio, y el propio
Fabio (Capello) se permitió entrar al apartamento fumando como
una puta, con la consiguiente bronca del bielorruso, que le mando a
fumar a la cocina. Lo cierto es que el bueno de Andrei no sabía lo
que le esperaba. Le pagamos los
150 € por las 3 noches que habíamos
acordado, y Andrei se marchó. No hubo que dejar depósito de ningún
tipo, todo muy sencillo.

Nuestro
apartamento. #10 Nezavisimosty ave.44
(http://www.rentinminsk.com/10.htm)
El
apartamento estaba
de lujo, en pleno centro, con vistas a la calle Nezavisimosty, la
principal arteria de Minsk, y disponía de todo: cocina, cuarto de
baño (sin privacidad), bañera, lavadora, salón con sofá abatible y
tele, y el dormitorio matrimonial. Todo un lujo para nosotros, unos
cutres acostumbrados a dormir en estaciones, plazas o en albergues
de la peor calaña. Además al ser siete nos salía muy barato, a unos
8 euros por persona/noche.
Mientras Bernon llamaba a Olga Kakovka,
una profesora de español de Minsk que nos iba a enseñar la ciudad y
a sacar de fiesta, el resto nos íbamos duchando rápidamente.
Preparados ya, nos bajamos hacia la parada de metro de Ploshcha
Peramohi, donde habíamos quedado con nuestra guía. De camino
Capo y
yo,
para acabar con la inanición que padecíamos compramos ocho perritos
que no sabían a nada, pero que al menos hicieron base de cara a la
ingesta de unidades que nos aguardaba.
Nos bajamos en la parada de Akademiya
Nauk, ya que Olga nos quería llevar al
NLO
(UFO) (Yakuba Kolasa 37), una de las discotecas más chic de la
ciudad, pero de chic se pasaba, porque cuando llegamos a las puertas
vieron nuestros caretos y no les debimos gustar. Al parecer, según
nos explicó después Olga, para acceder a este tipo de garitos lo más
apropiado es vestir traje y zapatos, ¡ah!, y llevar dinero, puesto
que la entrada son 20 $ (sin derecho a copa), y cada consumición 10
$, vamos que casi se agradece que no te permitan entrar.

Entrada al Max
Show, era cutrisima!!!
Como algunos de nosotros vestíamos
zapatillas, Olga no estaba muy convencida de que pudiésemos entrar
en algún sitio*, así que se le ocurrió uno que, aunque no gozaba de
muy buena fama entre los bielorrusos, estaba cercano y permitía la
entrada a cualquier trompa, el
Max Show. (Nezavisimosty 73. Entrada:
35.000 Br = casi 10 €).
* La vida nocturna en Minsk es muy agitada, cualquier día es bueno
para salir a tomar unas copas, pero los viernes y sábados son los
días preferidos por los minskenses. Para saber más
pincha aquí, o
aquí.
La verdad es que el garito no decepcionó
para nada, sin ser gran cosa, proporcionaba las dos cosas que los
chavales buscábamos: gente y precios populares, siempre y cuando lo
que se bebiera fuese vodka, que estaba a 5.000 Br, frente a los
20.000 Br del whisky. En resumidas cuentas, que por 10 € te
podías tomar ocho vodkas.

Además de baile, copas y diversión el
Max Show guardaba otro as en la manga, su espectáculo de variedades,
el cual nos pilló totalmente desprevenidos. De repente la música
truchonera se paró y comenzaron a aparecer bailarines perdiendo
aceite por los cuatro costados, junto a doncellas de cuento,
marcándose unos bailes de impresión, ni el ballet de
Norma Duval
lo hubiese echo tan bien. Más de uno dijo: – si se que hay esto pago
el doble en la puerta -. Además
Raoner
fue sacado a escena lo que hizo que la actuación brillara aún más.
Después de una noche de romper la cadera una y otra vez nos dieron
las seis de la mañana, hora de cierre. Con la pedrada en la cabeza
nos despedimos de Olga y nos fuimos para el apartamento en taxi
(10.000 Br), allí se horneo el asado para el día siguiente y después
todos caímos en un profundo sueño.