D E L   V I A J E

I N T E R   R A I L   2 0 0 8

 Crónica

 Enlaces de interés

 Mapas

 Tipo de Viaje

 Itinerario

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Pagina   1 2 3    
 

 DÍA 19 (18 de julio) Ljubljana y lago Bled

Nuestra llegada a Eslovenia fue pésima, la lluvia inundaba hasta las vías del tren y nuestras fuerzas, a esas alturas de viaje no eran las más idóneas. Pero una vez más, el gen aluchino, salió a relucir, y haciendo un sobreesfuerzo de ánimos, nos informamos sobre los trenes que iban al lago bled, y decidimos visitarlo por la mañana, con la gran suerte de que al llegar al lago, el sol relucía y pudimos disfrutar del lago, alquilamos una barca de remos, visitamos la isla y la iglesia que se halla en el centro del lago y cómo no, Zoydo y yo, sellamos un bañito, en el lago Bled.

  

Después de comer, regresamos a Ljubljana, y por suerte, la lluvia ya había cesado, Eslovenia estaba siendo todo un descubrimiento, y cada vez nos gustaba más su capital, ciudad pequeña pero a la vez coqueta, con el famoso puente de los dragones, y las calles a orillas del río, pobladas de terrazas y bares donde cualquier cerveza sentaba bien.

 

A las 2 de la mañana, cogimos un nuevo tren dirección a Venecia, y también, mi primer contacto con Italia.

 DÍA 20 (19 de julio) Venecia – Verona

Llegamos a Venecia a las 7 de la mañana, y nada mas salir del tren, nos dimos cuenta del agobio que iba a ser esta pequeña y encantadora ciudad, pero abarrotada de turistas y con los precios más caros que había visto en mi vida.

El gran canal, el puente rialto, la plaza y catedral de San Marcos, y un sinfín de canales que poblaban y poblaban las estrechas calles de Venecia.

Después de llevar 5 horas en Venecia, a pesar de su belleza, los 4 integrantes del grupo deseábamos  irnos de allí, sería por el agobio de la gente, el sofocante calor, los elevadísimos precios… espontáneamente surgió la idea de ir a visitar Verona, la ciudad en la que Shakespeare se inspiró para escribir el relato de Romeo y Julieta. En efecto, a las 6 de la tarde estábamos en Verona, ciudad pequeña pero muy acogedora. Nos alojamos en una especie de convento religioso de los hermanos Franciscanos, que en principio daba mucha seguridad, tanta que a las 12 de la noche cerraban las puertas.

Pero como es sabido, tanta seguridad no es buena, ya que a la mañana siguiente, cuando nos despertamos, a zoido le habían robado el mp3 que la noche anterior había dejado cargando en un enchufe, y a mí, el cargador de las pilas de la cámara de fotos, ¡Qué rabia!

Esta foto muestra nuestro paso por Verona, ciudad de la cual recordaremos que descubrimos que muchos bares de Italia tienen el llamado Happy hour, esto significa, que pidiéndote una cerveza (precio entre 5 y 10 euros) tienes la posibilidad de  hincharte a cenar, abusando de hermosos buffet libres de cocina italiana.

 DÍA 21 (20 de julio) Milán – Turín

El día 20 de julio era el elegido por olga y Zoido para volver a Madrid, y Milán era su ciudad de vuelta, por lo tanto, tras despertarnos en Verona, cogimos un tren hacia Milán, ciudad que me defraudó mucho, por su triste y desolador aspecto. Si no fuera por las galerías comerciales de Víctor Manuel y el famoso Duomo, Milán no seria nada.

 

Llegado el mediodía, tocó pasar el mal trago de la despedida de nuestros verdaderos compañeros de viaje, los que llevaban aguantando desde el 1 de julio, a pleno rendimiento. Olga y Zoido nos dijeron adiós en la estación de tren de Milán, y viendo que hasta las 12 de la noche no salía nuestro tren a Nápoles, decidimos ir a visitar Turín.

Pasamos la tarde en Turín, y al principio parecía una ciudad un poco fría, pero según nos acercábamos a la zona céntrica parecía más bonita. Aunque no es nada del otro mundo, sellamos en Turín y a las 9 de la noche estábamos regresando a Milán para coger el tren hacia Nápoles.

 

 DÍA 22 (21 de julio) Nápoles

Tras pasar toda la noche en el tren, llegamos a la ciudad del Vesubio, a la capital de Campania, Nápoles nos esperaba con sus brazos abiertos, con la suciedad y estrechez de sus calles, los empalmes ilegales en el cableado de la ciudad, los sureños italianos con ese aspecto tan peculiar. Nápoles ciudad odiosa y amada, contraste de ideas, no se como describirla, pero con aspecto a viejo y abandonado, aunque con alegría en sus calles, no deja al viajero indiferente, para bien o para mal. Pasamos el día visitando el gran puerto, la gran variedad de iglesias, calles y plazas que caracterizan la ciudad, entramos en la llamativa catedral y almorzamos en la pizzería más antigua del mundo. “Pizzas de Michelle”, un par de horas de espera para entrar a comer y la lonely planet la avalan, además del inconfundible sabor de la autentica pizza napolitana.

Por la tarde dejamos atrás Nápoles con un objetivo claro, Roma.

 DIA 23 Y 24  (22 y 23 de julio) Roma

El barrio de Términi fue el elegido para alojarse, y aunque llevábamos la reserva ya hecha por hostelworld.com, la variedad de alojamiento que ofrece Roma es ineludible.

Por lo sorprendente que me resultó el hostal, en cuanto a limpieza, localización, precio y prestaciones, me considero afortunado, ya que por 22 euros cada uno, teníamos una habitación bastante amplia con cama de matrimonio con baño propio, televisión, desayuno y cerca del centro. Hostal Gaia o Hostal New york, son del mismo propietario, pero dejo la referencia, ya que, pocos hoteles de 5 estrellas son como éstos, que tienen 1 estrella.

Pues bien, dejando de lado el alojamiento, lo que pudimos visitar en Roma fue prácticamente todo, Vaticano, castillo de san Ángelo, plaza navona, panteón, el trastevere, fontana de trevi,  el coliseum, el monte palatinos, la plaza de la republica, la plaza del pópolo, la plaza de España, el monumento a Víctor Manuel y un sinfín de monumentos que Roma pone a disposición del viajero curioso que le guste moverse.

Nuestro paso por Roma fue un camino de rositas y en menos de 3 días a toda mecha, conseguimos ver, y conocer los monumentos más importantes de la ciudad, comer en las Tratorias típicamente italianas, y disfrutar del aroma que impregna las calles de esta preciosa, y a la par, caótica ciudad.

 DÍA 25 Y 26 (24 y 25 de julio) Florencia – Siena

El día 24 de Julio, llegábamos a Florencia con la impresión de que era imposible encontrar en Italia una ciudad más bonita que Roma, pero en efecto, claro que existía, Firenze, la famosa ciudad que custodia el David de Miguel Ángel, la famosa ciudad que posee la catedral más bonita que mis ojos han podido ver, una ciudad compacta, de destacadísima belleza y con abundancia de cultura. En Florencia, todo está al alcance de la mano, y posee varios museos dignos de visitar. Su atardecer en el mirador de Miguel Ángelo, y sus calles siempre llenas de turistas.

Fue en ésta ciudad, donde el trío Chechu, Jimy y Fer, hicieron una nueva aparición, de nuevo los volvíamos a encontrar, después de su aventura en los Balcanes, venían con ganas, y nosotros no les íbamos a defraudar. Jamás podré olvidar la primera noche en el mirador de Miguel Ángelo, donde se puede ver toda la ciudad de Florencia al completo, haciendo botellón,  o la segunda noche en Florencia, frente al puente Vechio, sentados en las cornisas del puente, degustando un par de botellas de vino Toscano, ¡si señor! Es como si lo estuviera viendo ahora mismo; a Fer con su botella de vino blanco, yo con mi botella de vino tinto, y chechu preparándose un botellón improvisado.

En nuestro segundo día en Florencia, nos atrevimos a coger el tren para conocer Siena, una pequeña ciudad, bastante bonita, en la que pasamos la tarde, y que esta a tan sólo una hora de Florencia.

    

 DÍA 27 (26 de julio) Pisa – Génova

El día 26 de Julio, nos levantamos temprano en Florencia, cogimos un tren a pisa, y visitamos la ciudad hasta el mediodía. Poco tenía que ofrecer al viajero, sólo una torre inclinada y un Duomo frente a la torre, pero la curiosidad nos llevo allí, donde conseguimos hacer esas fotos que todo turista tiene:

 

Pero no íbamos a ser menos, así que sacamos unas cuantas instantáneas y hacia el tren, Génova nos esperaba. Hay que decir que en éste momento estábamos, Irene, Chechu, Fer y yo, ya que jimy nos había dejado en Florencia (y el se iba a Grecia a trabajar).

Tras unas cuantas horas de tren, llegamos a Génova, donde pudimos pasearnos por la zona céntrica y antigua de la ciudad, y nos acercamos a ver el famoso puerto genovés.

 

Pasamos toda la tarde en Génova, y tenía cierto aire a Nápoles, pero con bastante más elegancia y limpieza. Descubrimos que la catedral de Génova  era preciosa, y fue entonces cuando Fer y Chechu emigraron hacia el lago Cuomo y posteriormente a Milán, desde donde volverían con un vuelo easyjet a Madrid. 

 

Nuevamente, Irene y yo nos quedábamos solos, ésta sería la última despedida, ya que los días se iban acabando, y sólo nos quedaba por visitar el sur de Francia, Mónaco, Niza, Cannes y Marsella.

Para celebrarlo, nos compramos un par de Birras Moretti, y nos tiramos frente al puerto de Génova a tomarla, haciendo tiempo para coger el tren que nos llevaría a Niza.

 

 DÍA 28 (27 de julio) Niza – Mónaco

Después de habernos dormido, olvidamos en el tren el nuevo cargador con las pilas de la cámara de fotos y, llegamos hasta Cannes, donde pasamos la noche a la intemperie, en la misma estación, a las 8 de la mañana regresamos a Niza, donde cogimos un albergue para pasar nuestros 2 últimos días de Interraíl (sin contar la última noche en el aeropuerto de Marsella).

Ya desde Niza cogimos un tren a Mónaco, donde pasamos medio día, sin pena ni gloria, simplemente viendo ferraris, porches, masseratis, yates de lujo, y millonarios hasta debajo de las piedras.

A nuestra vuelta a Niza, pasamos la tarde en la playa, descansando y relajándonos, intentando asimilar todo lo vivido durante este mes, y ya de paso poniéndonos morenitos.

 

 DÍA 29 (28 de julio) Niza – Cannes

Nuestro penúltimo día de Interraíl lo pasamos al completo en la playa de Cannes, que al contrario de la de Niza, ésta era de arena fina, donde nos tiramos a tostarnos al sol y bañito tras bañito, con el fin de descansar después de tanto trasiego vivido a lo largo de todo el viaje.

De vuelta a Niza, salimos por la noche a tomar algo por sus terrazas veraniegas y a dormir, ya que al día siguiente nos tocaba Marsella, la última ciudad, y con ella, cerramos el Interraíl 2008.

 

 DÍA 30 (29 de julio) Marsella

Nos levantamos en Niza, y temprano, cogimos un tren hacia Marsella, donde llegamos a las 12 de la mañana. Fuimos como de costumbre a las taquillas para dejar las mochilas, pero, esta vez se respiraba algo especial, era la última taquilla del Interraíl, la tristeza nos cubría, esto ya se acababa. Finalizaba la que hasta ahora, para mí, estaba siendo la mejor experiencia vivida. Pero no era momento de pensar en eso, simplemente teníamos que disfrutar de Marsella, y así lo hicimos, como si del primer día de Interraíl se tratara, conseguimos un mapa de la ciudad, y a pateárnosla. El puerto antiguo, sus fortalezas, la catedral, otro arco del triunfo, más iglesias, más calles de tiendas…

Hay que decir, que olvidé el cargador con las pilas recargables de la cámara de fotos en el tren que nos llevó al sur de Francia, por lo que no existen fotos digitales de los últimos días en Mónaco, Niza, Cannes ni Marsella, pero pude comprar una cámara de usar y tirar, en la cual alguna instantánea si podré tener.

Como despedida, Irene y yo nos tomamos la última lata de cerveza del Interraíl, en pleno corazón de Marsella, hablando y compartiendo las experiencias vividas, y sobretodo, sabiendo con total certeza que un viaje de estas magnitudes, es necesario realizar al menos una vez al año,  y que un Interraíl como éste, debería ser obligatorio para todo el mundo, al menos una vez en la vida.

 DÍA 31 (30 de julio) Marsella – Madrid

Tras pasar la noche en el aeropuerto de Marsella, a las 11 de la mañana sale nuestro vuelo Ryanair, con destino Madrid, donde llegamos a las 13 horas, como auténticos héroes de la historia que nosotros mismos habíamos inventado, del cuento que habíamos imaginado, todo había salido bien, y lo que es mejor, de este viaje habíamos aprendido más que en una carrera, porque de la universidad de la vida proviene la mejor enseñanza que jamás alguien puede recibir.

LUIS MIGUEL MONDEJAR FERNANDEZ

Un especial agradecimiento a todos los miembros que conformaron este viaje, porque sin ellos, nada hubiera sido igual.

Pagina   1 2 3